Tras la sorpresa de San Valentín, este día nos habían preparado otra. Y es
que, ¡tocaba una excursión sorpresa!
Nos pusimos en marcha con calma, con parada en el conbini de confianza para
pillar cafés y desayuno, puesto que nos esperaba una horita y poco en
coche.
Laura sensei me dijo que intentara no leer los rótulos de la carretera para saber por donde íbamos y así hice.
Pero, con el tiempo de trayecto, empecé a hacer mis conjeturas. Una lista de
posibles destinos apareció en mi mente hasta que, sin poder evitarlo, casi
llegando vi un cartel donde salía un ferry anunciado.
Estábamos llegando al lado del mar y había un ferry... ¡No podía ser! ¿Sería
el que conectaba la zona de Shimabara con Kumamoto? ¿Nos llevaban a ver el
castillo de Shimabara?
Empecé a mirar hacia donde señalaba Laura sensei y ¡ahí estaba a lo lejos! ¡Que ilusión!.