Para acabar de amortizar el último día del JR Kyushu Pass, visitaríamos un
templo famoso por su Buda gigante reclinado, que está cerca de Fukuoka, y
después nos iríamos a visitar Kokura, con su castillo y zona friki
incluida.
Ambas visitas nos sorprendieron para bien y acabamos disfrutando mucho del
día.
El Nanzoin se ha viralizado bastante, precisamente por la estatua, así que decidimos madrugar para llegar justo a la hora de apertura e intentar evitar
el pico de turistas.
Desde la estación de Hakata es una media horita en un tren pequeño, de estos
que pasan por pueblitos de montaña. La verdad que la estación del Nanzoin no
podía ser más bucólica.
Y si ya estaba "in love" con la pequeña estación de montaña, imaginaos la
sonrisa que se me dibujó cuando el señor mayor de la taquilla de la
estación nos dio la bienvenida y un mapita con el dibujo de como llegar al
templo. ^_^ Más majo él...
Cabe decir que, a esa hora, estábamos solos.
El recinto del Nanzoin es grande, con varias zonas, e incluye algunos
santuarios sintoístas, como parte de ese sincretismo que han compartido budismo y sintoísmo en el país.
La subida al templo principal es muy bonita, llena de farolillos de
piedra.
También, por desgracia, llena de carteles avisando que está prohibido usar
drones, palos de selfie o ponerse a bailar... Y es que, como hemos comentado, se ha vuelto demasiado
viral y la gente va a hacer el tonto grabando sus videos de TikTok. No
olvidemos que es un lugar sagrado donde la gente va a orar y, además,
pertenece a una ruta de peregrinaje.
Seguramente, por desgracia, ese sea el motivo por el cual en muchos de los
lugares del templo no dejan hacer fotos o vídeos, en especial en los lugares
de oración.
¡La zona del templo principal nos flipó! Llena de vegetación, con cuevas varias
(para llegar a una de ellas hay que subir por unas escaleras), muchas estatuas
de los discípulos de Buda (cada una con su cara y expresión única), una gran
estatua feroz de una deidad budista protectora...
Después de un rato explorando esos recovecos, cruzamos el túnel que conecta
con el Buda gigante.
En el otro extremo, primero nos encontramos con un santuario que vende los
omikuji de agua: esos papelitos de la fortuna, cuyo mensaje se revela al
sumergirlo en agua.
De ahí, accedimos al Buda por el camino normal y más recto, y es que hay algún camino
por la montaña, pasando por algún que otro pequeño santuario.
Se supone que este es el Buda reclinado de bronce más grande del mundo. ¡Ojo a
los matices de la descripción! jeje. Lo que sí es cierto, es que es grande...
41 metros de largo y 11 metros de alto.
La estatua se construyó, en 1995, para albergar las cenizas de Buda y de dos
de sus discípulos, Ananda y Maudgalyayana, que el Consejo Budista de Myanmar
regaló al Nanzoin como muestra de gratitud por el prolongado apoyo del templo,
ya que durante muchos años han mandado medicinas a esos países.
La postura reclinada simboliza el pacífico fallecimiento de Buda y su mensaje
de liberación espiritual.
Justo enfrente hay una caja para ofrendas y, colgando, unas cintas de
colores unidas. Esas cintas suben hacia la mano de la estatua y, según me
explicó una amable señora, si las coges estarás conectado a Buda.
Entrar al recinto del templo es gratis, pero si se quiere acceder al interior
del Buda has de pagar 500 ¥, con los cuales te entra una tablilla donde escribir
tus deseos/oración y el participar en un minijuego al salir.
Nosotros decidimos entrar, aunque lamentablemente no se pueden hacer fotos.
Nos hicieron descalzar, ponernos una mascarilla y nos entregaron la tablilla
donde escribimos nuestro deseo.
El interior es muy curioso, lleno de figuritas que son donaciones, y vas
subiendo hasta la cámara que está en la zona del corazón de la estatua. Allí
guardan las cenizas y una señora, de nuevo muy amable, nos explicó como
realizar la ofrenda correctamente. (Aviso: Dentro, los pasillos son estrechos,
a tener en cuenta si se sufre de claustrofobia).
A la salida aproveché para comprar unos amuletos y nos dieron una especie de
dardos, para probar el minijuego. Se trataba de intentar meter los dardos en unos agujeros a unos metros de distancia. Resultado: No atinamos. XD
Pudimos disfrutar del Buda con tranquilidad, antes de que llegara mucha gente,
pero reconocemos que no es la zona del templo que más nos maravilló (el que
tenga un edificio de cemento justo detrás no ayuda). Nos quedamos con el resto
del recinto, que es muy bonito.
Para regresar, optamos por el caminito de montaña, que pasaba por un lugar
lleno de estatuas Jizo y por un santuario Inari. ^_^
Y aquí dimos por finalizada nuestra visita al Nanzoin. Aunque había algún
pequeño restaurante en la aldea, con pinta de comerse bien, aún era pronto y
tomamos rumbo a Kokura.
Para ello, regresamos a Hakata y tomamos el tren Sonic. ¡Ojo! Que con el
pase regional de Kyushu no podemos subirnos al Shinkansen Sanyo, que es el
más rápido, porque pertenece a la línea de la isla central, solo que finaliza
en Hakata.
Kokura es una de las cinco ciudades que conforman Kitakyushu, una zona muy
importante para el comercio durante el periodo Meiji por la situación
estratégica de su puerto, y con muchas cosas a visitar, pero, por cuestión de
tiempo, nosotros lo acotamos a la zona de Kokura.
Nada más llegar, preguntamos en la oficina de turismo por un lugar donde comer
las "tetsunabe gyozas" típicas de la zona y nos recomendaron un restaurante
que está justo en la estación. (Ver en Google Maps)
En la mesa tienen una tablet, que se puede poner en inglés, donde mirar los
diferentes platos y sobretodo: ¡Las gyozas! Que es a lo que nosotros
fuimos.
Ni menú con sopa, ni arroz, ni nada... ¡nos trae usted 40 gyozas y p'adentro!
Cabe decir que son gyozas pequeñas. Además, podéis ir pidiendo según veáis el
hambre que tenéis. Tetsunabe significa olla de hierro, y es que es ahí donde
las cocinan, dejándolas bien crujientes. Estaban MUY buenas y nos costaron
3400 ¥.
Ahora sí, contentos con la comilona, tomamos rumbo al castillo. Aunque hay un
monoraíl que podría acercarnos un poco, decidimos ir paseando por la orilla
del río Murasaki.
Este río tiene 10 puentes, famosos por sus diseños, pero nosotros optamos por
cruzar por el
Tokiwa: un puente de madera que, si bien la madera es reconstrucción actual, está
ahí desde el periodo Edo.
Las cinco rutas comerciales de Kyushu, durante el periodo Edo, iban a dar a
esa zona desde donde comunicaban con la isla principal. Así pues, fue un paso
comercial muy importante.
(En Google Maps pone que está cerrado temporalmente, y en la web de turismo avisa que lo
cerraron en 2020, pero nosotros lo hemos cruzado en 2024, así que no sabemos
si está actualizado.)
Enseguida llegamos al recinto del castillo, de acceso gratuito, y fuimos
paseando por el parque, sacando fotos, de camino a la entrada de la
torre.
Justo enfrente, se encuentra una estatua dedicada al famoso duelo entre
Miyamoto Musashi y Sasaki Kojiro, que se llevó a cabo en un islote
cercano.
Se dice que, enfadado porque Musashi llegó horas tarde (probablemente para
desestabilizar mentalmente al oponente) y, seguramente, tras algún cruce
verbal que acabó de cabrearlo, Kojiro desenfundó su katana en vez de la
espada de madera con la que se supone que se llevaría a cabo el duelo.
Hay varias versiones, y mucha parte de leyenda, sobre lo que sucedió pero el
resultado no cambia: Musashi acabó con la vida de Kojiro con su espada de
madera.
Para acceder a la torre, optamos por la entrada combinada con los jardines,
cuyo recinto pasamos al entrar al parque, que cuesta 560 ¥.
Al preguntar por el Gojoin (sello del castillo) me dijeron que lo vendían en
la tienda que estaba abajo, de camino a los jardines. Así pues, tocaría pasar
por ella al salir.
El castillo original era de principios de la época Edo, pero la versión actual
es una reconstrucción moderna y por dentro es un museo normal, no simula como
era antaño.
Aún así, tanto las exposiciones como el entretenimiento interactivo nos
gustaron mucho.
Tiene maquetas donde explican la vida en el periodo Edo, de las diferentes
clases sociales, algunos eventos históricos...
Y lugares donde hacerte fotos o vídeos mientras experimentas la vida del
clan:
Aquí en una reunión importante.
Siendo trasladado en palanquín:
Practicando el tiro con arco a caballo...
La verdad es que es muy divertido y si vais con niños les va a flipar.
Esos días estaban haciendo un evento con la mascota del castillo: Torachan
(Tora es tigre). Si rellenaba una encuesta, me regalaban una tarjeta de
Torachan con su información detrás (Nombre, lugar de residencia, que le gusta
hacer, plato favorito... XD).
Los que ya me conozcan sabrán que no dudé en rellenarla. jeje
Después de ver el museo, regresamos a la zona baja del parque para ir a por
el Gojoin.
Atención al dato: Venden varios, pero hay uno que es únicamente para la gente
que haya subido a la torre y lo demuestre enseñando la entrada del castillo.
Y justo ese me compré yo. ^_^
Y de ahí al jardín japonés, que es pequeño pero nos gustó mucho.
Tiene una reconstrucción de la casa del lord del castillo con una zona de
tatamis y balconcito hacia el estanque, donde poderte sentar
relajadamente.
A Jordi le gustó mucho la perspectiva de esta foto donde la casa se ve tradicional pero el reflejo moderno. (El edificio moderno es el centro comercial que levantaron detrás.)
Por no decir que las vistas al castillo son preciosas.
Aunque yo me quedo con mi momento matcha. jeje.
Hay la posibilidad de tomarse uno que te preparan con una ceremonia
del té "rápida", pero en la entrada no me quedó claro el horario y lo
descarté.
Paseando por el jardín vi un pequeño edificio de madera entreabierto y, al
asomarme, me encontré con un par de japonesas que vestían kimono y estaban
con los utensilios de la ceremonia, un abuelillo sonriente que estaba tomando
su matcha y una samurái risueña, haciéndome gestos que entrara.
Me disculpé diciendo que no había comprado ticket y me comentaron que lo podía
pagar ahí (800 ¥) sin problemas. Incluso podía entrar Jordi y sentarse a
observar. ^_^
Y ahí pasamos el rato, con un abuelillo y una samurái preguntándonos por
nuestro viaje. jeje. Todos fueron muy amables y nos reímos con alguna anécdota
del hombre mayor. ^_^
Al salir nos pasamos por el santuario Yasaka, que está justo al lado del
castillo.
Su símbolo es un halcón porque, cuenta la leyenda que, el señor del clan
Hosokawa entró en el santuario mientras estaba de caza y un halcón le lastimó
los ojos. Pensando que era una señal de la furia divina, decidió ampliar el
santuario para pedir perdón a los dioses.
Para regresar a la estación, lo hicimos caminando y pasando por el Mercado
Tanga, conocido como la "Cocina de Kitakyushu". Comenzó a funcionar a
principios del siglo XX en su ubicación actual, junto al río Kantake, que
proporcionaba un medio conveniente para que los barcos entregaran fácilmente
ingredientes frescos.
Es una calle comercial cubierta principal y varias callecitas laterales,
llenas de tiendas de alimentación y pequeños restaurantes.
Por desgracia, en 2022 hubo un par de incendios graves que destrozaron una
parte de los locales. Ahora los están reconstruyendo y han dejado un pequeño
memorial del suceso.
Aún así, hay muchas tiendas abiertas y merece la pena pasarse. Además que se
pueden probar y picotear diferentes productos.
Después del mercado más tradicional viene otra calle comercial cubierta más
moderna, pero donde también había habido un incendio reciente (esperemos que
tengan mejor suerte a partir de ahora).
Nosotros decidimos merendar unos taiyakis, y de paso colaborar un poquito
con el lugar. El mío era de anko y el de Jordi de crema (580 ¥ los dos). Ni
que decir que estaban deliciosos.
Al llegar a la estación nos fuimos a hacer fotos con las estatuas del
Capitán Harlock, una serie de anime mítica y de la cual es muy fan un compi,
al que dediqué las fotos. jeje.
Y es que Matsumoto Leiji, el autor de la serie, es de la zona. Además, en
un edificio colindante, se puede visitar un museo del manga, donde está
expuesta su vida y obra, aparte de la de otros artistas de la región.
Nosotros no íbamos a ir al museo, pero sí a las diferentes tiendas frikis
que hay en el mismo edificio, al estilo Nakano Broadway de Tokyo.
Estuvimos un buen rato buscando y mirando las Ichiban Kuji de Evangelion, y
Jordi me encontró la del Mark.06 por tan solo 2600 ¥. ^_^
Yo dudé por el tamaño: ¿Entraría en la maleta? Jordi no dudó: ¡Te lo llevas! Y si no entra ya nos apañaremos. xD
¡¡La verdad es que era una ganga!!
Después de nuestro ratito friki, decidimos regresar a Fukuoka y cenar en la
misma estación de Hakata, en el Go Go Curry. Una cadena de curry muy buena,
pero aquí sí que pica algo el curry (a mi me gustó pero tenía que
beber agua para mitigar ya que no aguanto mucho mucho el picante). Los dos
platos nos salieron por 1700 ¥ y era el tamaño normal.
Pero ojo a los tamaños que se gastaban los restaurantes de la zona (en cada
plato pone los gramos de pasta. 400, 600...).
Y ahora ya sí, a dormir porque menudo tute de día y al día siguiente tocaba
otra excursión.
Habíamos madrugado y nos cundió mucho, además que nos encantaron las
visitas, pero estábamos muy cansados.
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