Este día cambiaríamos la paz y relax de Ureshino Onsen por el ajetreo de
Fukuoka, donde asistiría a una exposición de una de las serie de mi infancia
(y no tan infancia jeje).
Como teníamos el desayuno a las 8h, nos levantamos bien temprano para disfrutar un
poco más del rotenburo. Eso sí, estábamos a -1ºC, así que, en cuanto salí al exterior, me metí rápido en el
agua caliente.
Unos masajitos con las bolsitas de té... y a por el desayuno
tradicional.
Siempre salimos rodando de tanto platillo que ponen (además del pedazo bol de arroz). Aunque a Jordi el yudofu (tofu hervido en agua termal) y las
ochazuke (arroz con té) no le convencieron. Pero el chupito de vinagre con
té (según la señora mayor, para coger energías) y el yogurt estaban
buenísimos.
Muy a nuestro pesar, tocaba irse pronto. Aunque en la zona hay una plantación
de té que se puede visitar, sus horarios eran incompatibles con los nuestros,
puesto que tenía entrada para la exposición de Sailor Moon en Fukuoka.
Además, no hay transporte público para llegar hasta la plantación, teníamos que ir en taxi (que por suerte no
es caro) o a pie, pasando de paso por unas pequeñas cascadas, pero hacía demasiado
frío para esta última opción.
Si hubiera sido temporada de cosecha, me lo habría pensado, por tener la
experiencia de recolectar, pero siendo febrero priorizamos mi frikismo y me
limité a comprar té, el día anterior, en las tiendas del pueblo.
Así pues, nos despedimos del ryokan, donde el señor mayor nos dedicó un "Buen
viaje, gracias por venir" en español, que me dejó con la lagrimilla.
Ellos mismos se encargaron de acercarnos a la estación a tiempo para nuestro
shinkansen hacia Hakata.
Al llegar a Fukuoka dejamos las mochilas en las taquillas de la estación,
cosa que costó un poco porque había muchas ocupadas, y tomamos rumbo al Museo de la
Ciudad de Fukuoka, lugar que albergaba la exposición temporal de Sailor Moon, que conmemoraba el 30 aniversario de la serie.
Era una exposición pequeña pero llena de detalles, explicando los procesos de
creación de la série, mostrando vestidos de representaciones teatrales...
merchandising de diferentes épocas, posters donde hacerte fotos...
y una peculiar zona de creaciones de diferentes artistas, anuncios... pero ahí
no dejaban hacer fotos.
Por último, como no, una tienda donde dejarse los yenes. jeje (A parte de para
mí y regalitos varios, llevaba algún encargo de alguna amiga mega fan. ^_^)
¿Y dónde se metió Jordi, mientras?
Pues, como la Torre de Fukuoka y la Playa de Momochi estaban muy cerquita, se
fue para allí a pasear y hacer fotos.
Ahora bien, no se atrevió a pasear por la playa poniendo de fondo la bachata
que Juan Luis Guerra le dedicó. No es coña, dejamos el enlace al videoclip.
jeje
Tocaba desandar el camino, recoger las mochilas en la estación e ir a
nuestro hotel
a dejarlas antes de comer.
Ese día comeríamos tardecito, sobre las 14h. Pero es que me apetecía ir a un
restaurante especial, cerca del hotel, y que cerraba a las 16h (es decir, que
no podíamos dejarlo para la cena).
El local se llama
Shungetsuan Jotenjimae
y supe de él gracias a mi compi Gloria, de la
Maleta de Glo,
que lo vio en internet y pensó rápidamente en mi. ^_^
¿Por que es especial? Pues resulta que siguen elaborando los fideos udon y soba al estilo antiguo, de cuando llegaron a Japón.
Y este local se encuentra justo al lado del templo que fundó el monje que
trajo, en el s.XIII desde China, los métodos de elaboración de los udon, los
soba, los manju y el yokan. ¡Casi nada!
Por suerte a esa hora había sitio, ya que el local es muy pequeño, y nos trajeron una carta en
inglés donde explicaban:
- El tipo de platos que tienen.
- El precio según si lo eliges con fideos soba o udon.
- Los gramos de fideos que lleva cada tamaño (y ¡ojo! porque cuesta lo mismo pidas el pequeño que el grande).
- Que puedes pedir fideos extras (okawari) cuando te los acabas y la primera tanda extra es gratis.
Nosotros nos pedimos la ración pequeña (220g) con soba. Y Jordi al acabar
se pidió el extra de fideos, dejándome alucinada (en ningún viaje había
comido tanto y en éste estaba disfrutando como nunca jeje).
Yo me pedí el Kitsune (830¥), con tofu rebozado y frito, y Jordi el Niku
(1030¥), con carne. Ambos estaban muy buenos, pero reconozco que el de él
era más sabroso.
Al salir nos fuimos a visitar el Jotenji, el templo que fundó el monje que comentaba anteriormente, que está ahí al lado. Pasamos por la puerta Sennen-no-mon, que da acceso a toda
una zona de templos, que forma parte de la "old town" de Hakata.
Dentro del templo hay varios monumentos, uno de ellos dedicado, precisamente, al
udon.
Después, seguimos paseando por esa zona antigua, donde nos fijamos que muchos
templos tienen un QR para escuchar audioguías en varios idiomas.
Me chocó que estuvieran tan preparados, especialmente por la poca gente que vimos en la
zona, ya que estuvimos prácticamente solos. Y eso que son unas callecitas
preciosas y no muy lejos de la zona concurrida.
Paseamos hasta llegar al Shofukuji, el que se considera primer templo zen de
Japón.
Sus terrenos son una maravilla, muy tranquilos y lleno de vegetación.
Después regresamos a la vía principal, donde nos encontramos el Tochoji, un
templo llamativo, con pagoda y, ahora sí, turistas.
A nosotros no nos acabó de gustar, por un detalle que vimos de su arquitectura: los edificios modernos, de color beige y marrón que se ven detrás, no es que estén
detrás, es que SON parte del templo.
Nos parece que lo afean muchísimo. Y más después de ver toda la zona
antigua de la que veníamos.
Nos pareció increíble que solo unas pocas calles separen el bullicio de los
turistas con una zona preciosa, llena de historia y solitaria.
Seguimos paseando por las tranquilas calles que rodeaban el hotel, hicimos
el check in y nos fuimos a ver la zona del río con los puestecillos
Nakasu Yatai de comida. Aunque ese día era solo para cotillear ya que volveríamos para probarlos con nuestras amigas, otro día.
Como el centro comercial Canal City estaba al lado, nos fuimos a frikear un rato por sus tiendas (ya que la vez anterior Jordi las vio enfermo y no disfrutó nada).
Y cenamos ramen en el Ichiran que hay en este centro comercial, a pesar que,
no muy lejos, se encuentra la main store de esa cadena (ya que su origen es, precisamente, de
Fukuoka).
¿Por que en la de Canal City? Pues porque es una de las pocas tiendas donde
ofrecen un ramen especial, diferente al clásico que sirven normalmente en todos sus restaurantes.
De sabor más intenso (de hecho el color es más fuerte que su ramen estándar) y con un chasu mucho más jugoso. Estaba buenísimo y nos lo
sirvieron en un bol rectangular (2240 ¥ los dos).
Tras la cena, regresamos al hotel pasando por el Santuario Kushida, donde
observamos una decoración especial para el setsubun, la festividad de inicio de la
primavera. Se trataba de la máscara Otafuku más grande de Japón. Y
pasaríamos a través de ella un par de días más tarde, en buena compañía y recibiendo
las explicaciones de su simbología. ^_^
Tocaba descansar, porque al día siguiente acabaríamos de sacarle jugo al
último día de JR Pass Kyushu con un par de excursiones.
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