Este día tomaríamos rumbo a la aldea onsen de
Ureshino, en la prefectura de Saga, cerca de Nagasaki.
Para nosotros, no hay viaje a Japón sin onsen. Y, a poder ser, en un ryokan
bonito para pasar una noche especial.
En este viaje nos quedaban dos aldeas onsen en ruta:
Takeo y
Ureshino. Ambas muy bien conectadas por tren, en especial la primera donde, de
hecho, tendríamos que hacer trasbordo para ir a Ureshino o Nagasaki (Es la
población hasta donde llega el Shinkansen hoy en día, que acabará conectando
con Fukuoka).
¿Por qué Ureshino? Pues porque, al comparar ambas zonas, vi que es famosa
por sus plantaciones de té.
Y justo encontré un ryokan cuya estancia giraba entorno a los dos productos
locales: el propio té verde y el yudofu (el tofu hervido en aguas termales,
originario de esta zona).
Así pues, acabó gustándome tanto este ryokan, sus baños al aire libre, etc. que
nos decidimos por él. Tanto que acabamos modificando un poco el orden de la ruta, porque el día "ideal"
no tenían disponibilidad. Este tema lo comentamos en el post de
Preparación del viaje.
Como nos esperaba un trayecto larguito en tren, con dos transbordos, nos
equipamos para un desayuno en el shinkansen. Tocaba estrenar el pase regional
de tres días.
Llegamos sin contratiempos, a la estación de Ureshino, y nos acercamos a la
Oficina de Turismo para que llamaran a nuestro ryokan, puesto que la estación
está algo retirada de la zona centro y del alojamiento.
Fueron muy amables, llamaron en nuestro nombre y a los 15 minutos ya estaban
recogiéndonos con una minivan. De hecho, vimos otros ryokans viniendo a por
sus clientes, ya deben tener controlados los horarios de los shinkansens.
Nuestro ryokan era el "Chashin no yado Warakuen" y en el
post de alojamientos
escribimos todos los detalles, tanto de la reserva como de las instalaciones.
Como llegamos antes del check in, nos guardaron las mochilas y, muy
amablemente, se ofrecieron a llamar a un restaurante para ver si estaban
abiertos.
Jordi tenía ganas de volver a comer un buen niku udon, como el
del año anterior en esa misma región, y nos recomendaron uno, regentado por una abuelita,
pero querían asegurarse que no era su día de cierre (muchos locales cerraban
los miércoles).
Hubo suerte y, además, entendí como le decían (en japonés) que irían dos
extranjeros que se alojaban con ellos.
El local se llama
Ninki-tei y está a algo menos de 10 minutos a pie desde el ryokan.
Es un restaurante muy pequeño, con una barra y 3 mesas en una zona de tatami.
Pero al ser casi las 14h enseguida quedó hueco para nosotros, en las
mesas.
Y unos lugareños, que salían en ese momento, nos sonrieron con los pulgares hacia arriba e
intentando decir en inglés: ¡Buena elección! ^_^
Al vernos entrar, la señora me dijo: ¿Venís del ryokan verdad? Con una
sonrisa y en perfecto japonés, por supuesto. jeje (La verdad es que en estas
zonas le saqué mucho partido al japonés aprendido).
Yo, feliz por estar en un pequeño restaurante de tatami, sabiendo que la
comida casera estará buenísima (además de barata).
Jordi, feliz porque ese Niku Udon estaba tremendo. jeje (Los dos bols
1300 ¥ en cash solo)
Estos pequeños restaurantes son los mejores. Producto local y cocina casera. Salimos muy contentos y con energías renovadas para caminar un poco por
Ureshino. Además, todos los lugares que visitamos están muy cerca unos de otros
y fuimos paseando.
Aunque hay algunas calles bonitas y con casas tradicionales (en especial
cerca del río, donde hay muchos ryokans), hay otra parte que es población
normal con sus carreteras transitadas. En ese sentido, es diferente a la
pequeña aldea de
Kurokawa, en las montañas.
Aunque tiene rincones con detallitos muy kawaii.
El primer lugar al que nos acercamos fue el Santuario Toyotama Hime, dedicado
a la Princesa Toyotama, conocida como la "Diosa de la piel Hermosa".
Y es que, las aguas termales de Ureshino onsen tienen un alto contenido de
bicarbonato de sodio y cloruro de sodio, sintiéndose extremadamente suaves en
la piel, lo que da lugar a su popularidad como "Bihada no Yu" (aguas para una
piel hermosa). De ahí este santuario.
En un lateral se encuentra el Bagre-sama (pez gato) que es el mensajero de la
princesa. Ha sido adorado desde la antigüedad porque se cree que ayuda con
las enfermedades de la piel.
Después visitamos el templo Taineizan Zuikoji, cuyo precioso terreno está
lleno de árboles.
Fue construido hace 620 años, aproximadamente, y durante el periodo Edo fue
utilizado como alojamiento para los señores feudales.
A pesar de estar al lado de una carretera, la paz y tranquilidad que se
respira dentro es increíble.
Después nos fuimos a hacer la ruta de los 3 onsens de pies que hay en la
zona. Se encuentran en la calle, abiertos al público y gratuitos. Como
siempre, con nuestra toalla en mano, aunque vimos que en algunas tiendas alrededor de los baños te vendían también toallas pequeñas, por si acaso.
El primero fue el Yushuku Hiroba. Donde, a parte del baño de agua termal, hay
otro de vapor a modo de sillas.
Nosotros optamos por el tradicional de agua y nos cruzamos con algún vecino,
que justo salía del de vapor, y que nos saludó amablemente.
Al lado se encuentra la tienda Yococho, donde se originó el Yudofu (tofu
hervido en aguas termales). Pero justamente cerraba los miércoles, así que no
pudimos entrar a probar.
Seguimos con la ruta en el baño de pies Siebold, rodeado de piedras y con un
tejado al estilo europeo. Aquí nos sentamos un rato a descansar también.
¡Ah! Y justo enfrente hay una tiendecita de té donde compré un té de la
zona, buenísimo, y unos productos de belleza hechos con agua
termal.
El té es el Tama Ryokucha (típico de Kyushu) y estaba buenísimo. Me lo dieron
a probar y tuve claro que necesitaba comprarlo. jeje. Además, son muy amables y
nos atendieron super bien.
A parte del onsen de pies Siebold, también hay un onsen público con ese
nombre, ahí al lado y cuyo edificio también es de estilo occidental.
Y es que están nombrados en honor a un médico alemán que se bañó en esa
población, a finales del periodo Edo. La vida de este doctor es muy
curiosa, pero aún más la de su hija. (Os dejamos el enlace a un
vídeo de youtube, donde mis sensei explican sobre ellos).
Por último, nos acercamos al Yutsura Hiroba, de aspecto más moderno y que no nos
llamó tanto la atención como para meternos en él.
Como ya era la hora del check in, decidimos regresar al ryokan y aprovechar
antes de la cena para disfrutar de los onsens públicos.
Pasamos por la habitación, donde me tomé el té que te dejan de cortesía y unas
galletitas.
Nos enfundamos los yukatas, cogimos la bolsa de "ir al onsen" (que lleva la
toallita para lavarse) y a disfrutar de las aguas calentitas.
En el de las chicas no había nadie, así que aproveché para tomar alguna
foto.
Como siempre, dejamos toda la ropa y pertenencias en las taquillas.
Nos duchamos bien primero (la toallita puedes usarla para frotarte bien, pero
no se ha de meter en el agua del onsen).
Y, si no se quiere pasar frío yendo al rotenburo (baño exterior), el truco es
meterse primero en el interior. Al entrar en calor, sales afuera y ya no pega
tanto el contraste de ir desnudo (recordemos que era febrero).
El jardín exterior es precioso.
El agua sale de una fuente con forma de tetera donde habían metido bolsas de
té. Además, había un cesto con bolsas de té al lado y un cubo.
Esa parte me intrigó, así que fui a preguntar en recepción y el señor (el mismo señor
mayor que había llamado al restaurante por nosotros) me explicó que debía
mojar una bolsita en el agua, frotarla por el cuerpo y después desecharla en
el cubo. Por lo visto, las vitaminas que suelta el té van muy bien para la
piel.
Así pues, tras darle las gracias por la explicación, regresé al onsen y a
frotarme con el té. ^_^
Al salir, aproveché para hacer unas compras de productos típicos de la zona
(dulces) en la tienda del ryokan. Donde de nuevo, muy amablemente, vino el
hombre a explicarme todos los productos y a destacarme los más tradicionales de
la zona. ^_^
La cena, de estilo kaiseki (con platillos de productos de temporada y de la zona), la teníamos a las 19h. Y, por supuesto, fuimos al comedor con nuestro
Yukata.
A Jordi le gustó más la de Kurokawa, porque en Ureshino hay más texturas
gelatinosas (como el tofu, almejas...) o sabores basados en el té, que no son su gran
pasión.
Pero a mí me encanta probar cosas nuevas y descubrir platillos de cada lugar.
Además, de postre había un pudding de fresa buenísimo, acompañado con más Tama Ryokucha.
Después de la cena nos fuimos al onsen privado, donde pasamos algo de frío
hasta meternos dentro, porque sales directo al exterior, pero la bañera de madera nos encantó.
¿Y al salir del onsen? ¡Más té! Y es que, en muchos lugares tienen leche
fresca (además de agua), para hidratarte al salir. Pero no en Ureshino, tierra
de té. Aquí hay que beber el producto típico. jeje ¡Y yo feliz, claro! (Jordi no tanto)
Ahora bien, ¿quien durmió esa noche, tras tanta teína? Yo no. jajaja En fin... Que me quiten lo disfrutado. jeje
Y eso que el futón era cómodo. ^_^
No hay comentarios:
Publicar un comentario