Hoy tocaba visitar la atracción principal de Kagoshima: el volcán Sakurajima, que es uno de los volcanes más activos de Japón.
De hecho, suele ser normal verle echar humo/vapor por la parte derecha. Y es
que está compuesto por 3 picos y el más activo es justo el de la derecha.
Para llegar a la zona, lo más rápido es en ferri. A pesar que, desde la gran
erupción de 1914, Sakurajima ya no es una isla, el acceso por carretera da
mucha vuelta.
Nosotros nos acercamos a la terminal del ferri en tranvía y empezamos a
utilizar el pase de día de la ciudad, en el cual entran también los
transportes en la zona de Sakurajima.
En este tipo de pase hay que rascar la fecha en que lo usas y después lo vas
mostrando a los conductores o en las taquillas.
La zona del embarcadero no es que oliera muy bien pero nos emocionamos al
ver que el volcán sacaba un poco de humo. ¡No teníamos ni idea de que iría a más!
Después descubrimos que es algo normal. jeje.
El trayecto en ferri dura 15 minutos, hay salidas cada 30 minutos y se paga (o enseña
el pase) en el lado de Sakurajima, al entrar y salir de la zona de embarque.
Y algo curioso es que, en el ferri venden unos udon típicos de la zona, para
que te los comas en lo que dura el trayecto. Y sí, son solo 15 minutos pero da
tiempo. Van súper rápido sirviéndolos (además, tienes más minutos de margen si
subes al ferri nada más llega).
Para los japoneses es como una tradición el comer esos udon. Nosotros decidimos comerlos a la vuelta (por la tarde), porque era muy pronto y no nos
entraban para desayunar.
Al llegar a la terminal de Sakurajima me acerqué a la oficina de información, para confirmar algo que ya había estado mirando: Y es que, hoy en día, dar la
vuelta entera a la península en transporte público es complicado.
Los buses turísticos hacen una ruta circular cercana al volcán y a la terminal
del ferri (círculo rojo/azul a la izquierda del mapa).
Para ver el resto de la zona es mejor llevar coche de alquiler. Los autobuses
regulares pasan cada mucho y, entre algunos puntos, hay que hacer trasbordo.
Así pues, optamos por no agobiarnos y ver con calma la zona accesible (nos
quedó pendiente la famosa torii enterrada por la lava de la erupción de
1914).
Justo en frente de la terminal se encuentra el pequeño santuario
Tsukiyomi.
Un rincón precioso que muchos de los visitantes se saltaban.
De ahí, nos acercamos caminando hasta el centro de visitantes. En él hay una
exposición, gratuita, sobre los volcanes, su funcionamiento... Y también sobre
la vida en la isla y las diferentes erupciones importantes que ha habido,
sobre todo la última gran erupción (con bastantes víctimas) de 1914.
De hecho, en la entrada tienen un contador de los días al año que ha habido
"una erupción" o "una erupción explosiva" (con explicación de que es
considerado cada una). Pues estábamos a 6 de febrero y ya llevaban unas
cuantas. De hecho, pocos días después de nuestra visita, hubo otra erupción.
Vamos, que no mienten cuando dicen que es de los más activos.
En el centro venden algunos productos, como unas piedras volcánicas redondas
(pulidas) por 100 ¥ que compramos a modo de souvenir, ya que la entrada es
gratis y creemos que es interesante que se mantengan lugares con ese tipo de
información.
Justo al lado se encuentra un onsen y una zona con baños de pies termales.
¿Consejo? Llevarse siempre una toallita a estos destinos con aguas
termales.
Los baños de pies son gratis, y ahí nos sentamos a tomar unos onigiris,
relajados, con vistas al volcán.
Por cierto, en la zona hay muchos gatos. La mayoría super simpáticos y
tranquilos, que se acercan a la gente y a las zonas de baño.
Desde la zona de aguas termales empieza un sendero, de unos 3km, que recorre la
costa: El sendero de lava de Nagisa.
A lo largo de su recorrido atraviesas una zona que se creó con la lava de la gran
erupción. Y se puede ver como ya ha ido creciendo la vegetación.
Nosotros decidimos recorrer los 3km (la mayoría de gente solo caminaba unos
metros) y disfrutar con calma de los paisajes.
Al final del sendero se encuentra una parada del bus turístico, con gato
incluido. jeje
Los buses pasan cada 30 minutos y justo faltaba poco para el siguiente. Así pues,
lo tomamos rumbo al observatorio Yunohira, que es el mirador más cercano al
cráter.
Desde él hay unas vistas muy bonitas. Y sabiendo que el bus pasa cada media
hora, uno puede organizarse un poco en cuanto al rato a estar allí.
A parte del observatorio, hay una mini tienda/cafetería, así que nosotros
hicimos las fotos de rigor, con calma y bajamos en el siguiente bus.
De bajada cometimos un "novatada", y es que como el final de línea del bus
era en la terminal del ferri, nos bajamos. Pensando que sí o sí te tenías que
bajar.
Y por no esperar al siguiente, nos fuimos a pie hasta el último lugar que
queríamos visitar. Sin recordar que: ¡El bus es circular! Podíamos habernos
quedado y bajar en la parada del propio lugar al que íbamos jajaja En fin... Hicimos un poco de piernas, no pasa nada.
¿Y a dónde íbamos? Pues a "Hinoshima Megumikan Rest Stop", es decir: una
estación de servicio.
En Japón, estos lugares son una maravilla: con restaurantes y cafeterías donde
ofrecen platos locales, tiendas de productos típicos de la zona, baños limpios, etc. Merece la pena pasarse por ellos.
Y justo en el de Sakurajima promocionan dos de los productos famosos del
lugar: La mandarina más pequeña del mundo y el nabo más grande del mundo.
¡Tierra de contrastes!
En el exterior incluso tienen un pequeño campo de nabos.
Eso sí, la mandarina no la vimos porque no era temporada de cosecha (había
otros cítricos), pero pudimos probar un zumo (350 ¥) y un helado (300 ¥) hechos
con ella. Todo muy bueno.
Y aquí dimos por finalizada nuestra visita al volcán Sakurajima. Regresamos a
pie hasta el ferri, que además justo llegaba y no tuvimos que esperar, y nos
tomamos nuestros Satsuma Udon (500 ¥ cada uno) en el camino de vuelta.
Bueno, yo tomé el udon, Jordi prefirió la versión con fideos soba, que le
gustan mucho. La verdad es que están muy buenos y son baratos. Una experiencia
que hay que probar. ^_^
Para la tarde, se nos planteaba un dilema:
- Plan A: Ir a ver los jardines Senganen: un jardín paisajístico, que alberga edificios de la época Edo y Meiji. Un lugar con mucha historia, pero suponíamos que mucho por ver y que cerraba a las 17h. Eso nos dejaría una hora y media para ver todo el complejo y supusimos que no sería suficiente (No queríamos ir corriendo, sin disfrutar del museo, las explicaciones...).
- Plan B: Ir en busca del Gojoin del castillo, con calma, y después subir hasta un mirador desde donde hay unas vistas muy guapas de la zona. Por último, paseo por otra zona histórica de la ciudad.
Lo dicho, nos supo mal renunciar a la visita de los jardines, pero
preferimos no ir corriendo. Así que tomamos rumbo a los terrenos del antiguo
castillo, para entrar al museo y preguntar por el sello.
¡Peeeeeeeeeero resulta que ahí no lo tenían! Sino que lo venden en la
Oficina de Turismo, que está justo al lado de la estatua de Saigo Takamori.
Por suerte está ahí al lado, así que: ¡Conseguido!
Además, justo enfrente pasa el bus que nos subiría al mirador de Shiroyama.
Un lugar que, si está el día despejado, tiene unas vistas increíbles.
Para bajar decidimos hacerlo a pie, siguiendo uno de los senderos que tiene
el parque, hacia la zona de la estatua de Saigo. Es 1 km, por un camino
amplio y pavimentado, fue fácil de recorrer, tranquilo y relajante. Parece
mentira que estés en una ciudad.
Al llegar a la carretera, nos subimos al tranvía rumbo al
lugar de nacimiento de Saigo Takamori, donde seguiríamos aprendiendo mucho sobre historia.
Ese lugar está al lado del río, donde han hecho un paseo lleno de
monumentos y explicaciones sobre la vida de los samuráis que vivieron en
ese barrio, la época Edo, la Restauración Meiji... Y lo han llamado:
Way of Kotsukigawa History Road Ishin Furusato.
También han construido un Museo dedicado a la Restauración Meiji (que estaba
cerrado esos días y no pudimos visitar) y una réplica de una casa antigua
del barrio samurái.
Es un agradable paseo, donde ir parando a leer los carteles, que están disponibles en
inglés. A nosotros nos encantó.
Y al finalizar, estábamos en el puente que da a la estación, con lo cual fue
ideal para ver la noria iluminada, acercarnos a mirar algunas tiendas, la
zona de las recreativas...
Y ya que no habíamos merendado... pues a cenar otro Tonkatsu, esta vez de
cerdo normal en vez del kurobuta y bien prontito ya que el restaurante cierra
a las 20h (2596 ¥ los dos).
Después, de nuevo tranvía hasta el hotel, comprar el pudding de postre de rigor en el
conbini y a descansar. Al día siguiente cambiábamos de zona y nos
esperaba nuestra noche en ryokan con onsen. ^_^
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