Este día tocaba realizar una de las excursiones más famosas desde Fukuoka:
Dazaifu.
La que fue el centro administrativo de la región durante más de 500 años, es
ahora una de las poblaciones más visitadas de la zona.
No tuvimos más opción que ir en sábado, pero recomendamos evitar los
fines de semana puesto que aumenta la afluencia de personas, ya de por
sí alta.
Para llegar, se puede hacer en tren o bus.
La estación de tren más cercana es de la compañía Nishitetsu, que no entra en
el JR Pass. De ahí que optáramos por gastar el último día del pase en la
excursión a Kokura, el día anterior.
Si se quiere ir con el JR Pass habrá que caminar unos 15 minutos hasta una
estación de Nishitetsu para acabar de llegar a la estación Dazaifu, la más
cercana a la zona principal de visitas.
Por otro lado, hay un bus que lleva directo desde la estación de Hakata hasta
la de Dazaifu. (ver horarios y precio)
Tras analizar las opciones y ver que en tren, desde nuestro hotel, había que
hacer trasbordos, decidimos ir en el bus directo, que costaba solo un poco
más. (700 ¥ billete sencillo, y se puede pagar con las IC card)
El primer bus era a las 8:15h (andén 11 de la estación de Hakata), pero fuimos
un rato antes porque siendo sábado sabíamos que habría mucha gente, y cuando
llegamos ya había algo de cola.
Por suerte, pudimos subir en el primer bus y llegar a Dazaifu a las 9h. Las
tiendas aún no estaban abiertas pero ya había bastantes visitantes yendo y
viniendo.
Y es que hay que contar con los autocares de tours guiados que también van al
lugar de visita. El día prometía ser un tanto agobiante.
Como comentamos, este fue un importante punto de interacción diplomática y
comercial entre Japón y el resto de Asia desde el s.VII.
Además de los edificios de las oficinas del gobierno, de los cuales solo se
conservan las ruinas, había varios templos y santuarios importantes, entre los
que destaca el santuario Dazaifu Tenmangu.
Para llegar a él, hay que cruzar la típica calle comercial, llena de
puestecillos de dulces y artesanía, pero muchos de ellos aún estaban cerrados a esa hora.
Por suerte, una de dulces ya estaba abierta y pudimos probar el
Umegae-mochi típico del lugar: Un pastelito de arroz glutinoso, relleno de
anko y con forma de flor de ciruelo (ideal para la época en que viajamos).
Nos costó 150 ¥ y estaba muy bueno.
Muy cerca encontramos la entrada al recinto del santuario.
Entre los cientos de santuarios Tenmangu que hay en todo Japón, este, junto con el Kitano Tenmangu de Kioto, son los más importantes. Los santuarios
Tenmangu están dedicados al espíritu de Sugawara Michizane, un erudito y
político del período Heian. Debido a su gran erudición, Michizane ha sido
asociado con Tenjin, una deidad sintoísta de la educación, y es popular entre
los estudiantes.
De ahí que lo visiten muchos estudiantes y también se le asocia la figura del
buey, estatua que se encuentra en estos templos y a la que es típico tocarle la
cabeza.
Justo a la entrada se encuentra dicha estatua y ¡había una cola increíble! Pero en fin, nos pusimos en ella y esperamos un ratito.
Nos fijamos que no paraban de llegar grupos guiados enormes, que iban y venían
deprisa (de los que se paran poco a ver lo que visitan, vamos), y que era
cuestión de dejarlos pasar para no ser arrollados y ya después
continuar.
El recinto es bonito y amplio, con estanques, puentes y ciruelos que
empezaban a florecer desprendiendo su agradable olor.
Por lo visto, a Michizane le gustaban muchos los ciruelos y en todos los
santuarios dedicados a su persona los plantan.
El motivo de la importancia del santuario de Dazaifu radica en que fue donde murió
Michizane, tras ser desterrado de la corte de Kyoto (dicen que por envidias de
los Fujiwara, clan que controlaba el cotarro en esa época).
Después de morir, el país fue azotado por varias desgracias y el pueblo creyó
que era a causa de su espíritu enfurecido, por el trato que recibió. Así pues,
le dedicaron un gran santuario para calmarlo.
Por desgracia, el edificio principal se encuentra en obras hasta 2026. A
cambio, para paliar las vistas tapadas del recinto, han hecho delante una sala de ofrendas con un techo lleno de plantas. No me
acaba de convencer pero bueno, es inevitable pillar algo en obras.
A la derecha del salón principal se encuentra el Tobiume (ciruelo volador)
protegido por una valla.
Cuenta la leyenda que su semilla voló desde Kyoto para acompañar a Michizane
en su exilio.
El recinto es muy bonito pero había mucha gente y nos estábamos agobiando, así pues, decidimos
salir por la zona trasera, donde hay un jardín lleno de ciruelos, para ir al
santuario Tenkai-Inari. (En
este mapa
se pueden ver los diferentes templos y santuarios, además de la antigua zona
administrativa y los transportes cercanos a cada uno).
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Como buen santuario Inari: tocaba subir escaleras.
Es un pequeño lugar, muy tranquilo, al que los turistas ya no se acercaban. Nos
encantó una pequeña cueva que hay en un lateral.
De ahí, queríamos acercarnos al Santuario Kamado, que está algo alejado.
Decidimos ir dando un paseo, pero la verdad es que no compensó.
Los primeros diez minutos fueron por bosque, hasta ahí todo bien.
Pero los otros 20 minutos fueron básicamente seguir una carretera sin nada particular que destacar. Sinceramente, es mejor pillar el bus de la ciudad, que para frente la entrada misma al
santuario.
Además, al ser febrero, estaba bastante deslucido el recinto. Tiene muchos
cerezos, pero estaban solo con la rama (aún les faltaba para la floración) y
los estanques los tenían secos. En hanami y con los estanques fluyendo tiene que ser muy bonito, eso sí.
Quitando la curiosidad de que su tienda de amuletos es de un diseño moderno,
la verdad es que no nos acabó de llamar la atención en ese estado.
Creemos que merece la pena ir en floración o cuando todo esté verde. Pero no
justo en ese momento.
Para bajar, esta vez sí, usamos el bus y consulté planes con Jordi:
1: ¿Nos acercábamos a ver las tiendecitas abiertas?
2: ¿Nos acercábamos en bus a la zona de las ruinas del antiguo gobierno?
3: ¿Tomábamos el tren para salir de ahí e ir a comer a nuestro siguiente
destino?
Se nos quitó las ganas de la opción uno al ver la afluencia de gente. No se podía caminar apenas por la zona, siendo como era hora punta a mediodía. Aunque la opción dos, probablemente, habría resultado más tranquila y sin mucho
turista, confesamos que la zona centro de Dazaifu nos agobió y optamos por
retirarnos.
Tras consultar con Google Maps, pillamos el tren hasta la estación de Ohashi, para
después enlazar con un bus que nos llevara al centro comercial Lalaport.
Por esa estación pasan muchas lineas de buses y nosotros nos confundimos de línea (por
horario) y tuvimos que bajarnos y regresar a pié a la parada de la estación (por suerte, nos dimos cuenta que al girar la esquina iba en dirección contraria y bajamos en la parada inmediatamente siguiente, que, por suerte también, estaba muy cerca de la primera). El bus que llevaba al centro
comercial pasó poco después y llevaba el destino escrito claramente en alfabeto latino:
LALAPORT.
La principal razón para ir a ese centro comercial era ver la estatua de Gundam más grande del mundo.
La parte más alta, la punta del escudo que tiene detrás, mide 24 m y supera al de Odaiba y al que estuvo
en Yokohama hasta el año pasado.
Cada hora hace un mini espectáculo en el que mueve un poco los brazos y la
cabeza.
Tras ver la estatua, nos fuimos a comer a una zona del centro comercial llamada food court, donde
hay muchos restaurantes y una zona central con mesas y fuentes de agua gratis
para sentarse a comer. Así cada cual puede escoger lo que prefiera y comer juntos igualmente.
Además, tienen una zona para familias con niños pequeños, donde hay tatami, se
descalzan y las mesas son bajitas. Sin duda ese centro comercial está muy
adaptado para las visitas familiares.
Para comer, Jordi escogió una hamburguesa de wagyu (1360 ¥) que le gustó
mucho, aunque no era muy grande.
Yo probé los famosos Naporitan que salen en todos los doramas románticos,
con una hamburguesa japonesa (1180 ¥). Son espaguetis con salsa de tomate tipo
ketchup, verduras y salchichas. Perdonadme italianos del mundo, jaja, pero
están muy buenos. xDD
Después nos paseamos por el Gundam Base, donde está una pequeña exposición de
la saga y la tienda de merchandising.
E hicimos compras de chorraditas en el Daiso (tienda barata tipo 100¥), como pequeños souvenirs. Justo
al salir, nos encontramos, para alegría de Jordi, una tienda dedicada a
productos de Hokkaido (de la misma cadena que encontramos en Odaiba el año
anterior).
¿Y qué hizo? Pues de cabeza a por su helado favorito del mundo: el de melón de
Hokkaido jeje (350 ¥).
También aprovechamos para comprar unos chocolates, hechos con la leche de
Hokkaido, para regalarles a nuestras amigas unos días más tarde. Y es que se
acercaba San Valentín, día en que se regalan chocolates, entre ellos el
Tomochoco (entre amigos).
Con las compras hechas, tomamos un bus que nos dejaba directamente en la
estación de Hakata.
Nos fuimos al hotel para hacer lavadoras, escribir a la familia y descansar un poco y volvimos
a salir para cenar takoyakis, en un local cercano de la famosa cadena Gindaco.
Por tres raciones de takoyakis y una de karaage nos costaron 2660 ¥ y la verdad es
que estaba todo muy bueno. Nosotros no bebemos cerveza, pero nos fijamos que
tenían de tirador y había varios grupos de jóvenes que iban a picar takoyakis
mientras se tomaban unas birras.
El ambiente era bueno y la comida estuvo muy bien.
Ahora tocaba descansar, tras varios días de excursiones. El día siguiente lo
tomaríamos con más calma. Por fin íbamos a reencontrarnos con Laura y Hira
sensei. ^_^
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