Este día lo íbamos a tomar con calma ya que tocaba encontrarnos con Laura y Hira a
la hora de comer. Decidimos realizar algunas visitas, hasta donde
diera tiempo.
La primera fue cerca del hotel y del centro comercial Canal City: el jardín
tradicional
Rakusuien.
Supe de este jardín poco antes del viaje, gracias a la cuenta de
Instagram de la prefectura. No lo había visto antes en las guías y me pareció un bonito rincón dentro
de la ciudad.
Originalmente era el emplazamiento de una villa construida en 1906 por un
comerciante rico de la zona. Y, en 1995, la ciudad de Fukuoka lo transformó en
un bonito jardín tradicional, donde las salas de ceremonia del té se
inspiraron en las salas originales construidas allí hace más de cien años.
Entrar cuesta 100 ¥ y hay la opción de tomarse un matcha con un dulce por 500 ¥
más.
En el exterior se puede contemplar un muro de estilo único conocido como
“Hakatabei”.
Este tipo de muros, en su inicio, se construían con partes de edificios
que resultaban dañados durante la guerra, como tejas y piedras, cuando
Toyotomi Hideyoshi reconstruyó la ciudad, allá por el s. XVI.
El jardín no es muy grande, pero es un remanso de paz dentro de una gran
urbe. Y lo mejor: apenas conocido. A primera hora éramos muy pocos los que nos
habíamos adentrado para pasear entre su estanque...
O tomarnos un matcha tranquilamente, observando el jardín.
Después nos acercamos, en metro, a las ruinas del castillo de Fukuoka. Ahora es parte del parque Maizuru, donde estaban floreciendo los ciruelos y preparando
unos pocos puestecillos para el festival de dicha floración.
El castillo de Fukuoka fue construido a principios del siglo XVII por Kuroda
Nagamasa, quien fue nombrado señor del dominio feudal por su apoyo a Tokugawa
Ieyasu durante la batalla de Sekigahara. El clan Kuroda gobernó desde el
castillo durante más de dos siglos hasta la abolición del sistema feudal en
1870. Por desgracia, tras la Restauración Meiji, el castillo fue demolido.
Actualmente se conservan algunas zonas del foso y se han reconstruido algunas
puertas y torres de vigilancia.
De la época Edo se conserva en pie una Yaruga (edificio de defensa y almacén
de armas).
Y, a pesar que la torre principal no se ha reconstruido (al menos por ahora),
han puesto una plataforma donde poder subir para admirar las vistas de la
ciudad y del parque Ohori, que está justo al lado.
Ese parque, con su gran estanque, nos quedaría pendiente de
visitar.
En lugar de dirigirnos al parque, decidimos acercarnos a la oficina de
información para comprar un par de Gojoin. (Algunos castillos que solo
conservan ruinas también los venden.)
Y de paso visitar un museo que hay justo enfrente, que es gratis, y de mucha
relevancia histórica: Korokan ruins museum.
En este lugar se encontraban las casas (o palacetes) donde se recibían a los
emisarios que venían del extranjero (del resto de Asia). Y, a día de hoy, se
puede visitar las ruinas de las excavaciones y ver una pequeña
reconstrucción.
Además, se pueden aprender detalles sobre la diplomacia en esos días y la organización
alrededor de esas comitivas. Por ejemplo, una carretera conectaba este lugar
con Dazaifu, la población que albergaba el órgano administrativo del gobierno,
y que justo habíamos visitado el día antes.
A esas horas ya estábamos pendientes de la llegada de nuestras amigas, así
que, optamos por no ir al parque Ohori y nos acercamos al santuario Gokoku,
muy cerca del castillo.
Allí nos encontramos con un mercadillo de segunda mano enorme, y mucha gente.
Por suerte, el resto del recinto es una explanada muy grande, donde evadirse
del agobio de los puestecillos abarrotados.
Este santuario, de aspecto bastante moderno, se construyó, por orden del
emperador, para honrar a los caídos por la restauración Meiji.
Después de recibir la localización del restaurante de ramen donde íbamos a
comer con ellas y el tiempo que tardarían en llegar, optamos por acercarnos hasta allí dando un paseo.
El restaurante lo eligió Hira sensei, tras hacer una buena búsqueda de los
mejores restaurantes de ramen de Fukuoka, que estuvieran abiertos ese
día.
Se llama
Menya Gaga Tenjin
y os adelantamos que suele haber bastante cola. Toca apuntarse y esperar
pacientemente. Nosotros aprovechamos para ponernos al día. ^_^
Aquí sirven Hakata ramen (900 ¥), con su intenso caldo de huesos de cerdo que
tanto nos gusta. ¡Y estaba muy bueno! Además de, como no, acompañarlo con unas
gyozas (450 ¥).
Estaba tan bueno y había tanta hambre, que Jordi acabó pidiéndose un okawari
(fideos extra) junto con Hira sensei. jeje
Con el objetivo principal del día cumplido, que era reunirnos y comer ramen
jeje, nos dirigimos al Santuario Kushida. Considerado el protector de la
ciudad y donde vimos, anteriormente, la gran máscara en la entrada.
Nos contaron que, en esa zona, la ponían para celebrar el Setsubun y que pasar
por ella traía buena suerte. Así que, ¡p'adentro de la boca!
Laura y Hira sensei nos comentaron que querían pasarse por un museo que estaba
justo allí al lado, el Hakata Machiya Hometown Museum (200 ¥), porque querían ver
una reconstrucción de una casa de la época Meiji y ver si estaban unos
artesanos.
Primero entramos en el edificio principal, el de exposiciones. Allí había
maquetas de cómo fue la transformación de la ciudad, hacia la época
Meiji.
Además, había muchos puntos interactivos, pero no pudimos entretenernos porque
cerraban pronto.
Arriba, en la zona de artesanos, pudimos ver una pequeña recreación de una
casa modesta. Sin embargo, ya no estaban los artesanos.
Al preguntar Hira sensei por el tema de la reconstrucción de una casa de
comerciantes, le dijeron que estaba en un edificio contiguo. Así que nos
fuimos corriendo a echarle un ojo, antes de que cerraran.
Es la reconstrucción de una casa de la época Meiji, con un bonito jardín, que pertenecía a un
comerciante rico.
Estuvimos cotilleando un poco pero no nos dio para más el tiempo. Sin embargo,
creemos que echarle un ojo, si se está cerca del santuario, merece la
pena.
Como había que hacer tiempo para la cena, las acompañamos a su alojamiento y
estuvimos charlando un rato.
Para la última aventura gastronómica del día, habían pensado en llevarnos a
uno de los Yatai de la zona del río Nakasu.
Estos carritos ambulantes son todo un símbolo de la ciudad y, por tanto, son
muy famosos. Así pues, recomendamos ir pronto a cenar y, a poder ser, no en domingo.
Adivinad qué día era. ¡Correcto! jajaja Nos tocó hacer cola un buen rato (solo
caben unas 8 o 10 personas, muy apretadas, en cada carrito), pero oye, había que probar.
En esos Yatai encontraréis platos famosos como las gyozas y el ramen de
Hakata, pero también hay otros con platillos no tan conocidos, aunque sí
típicos del lugar.
Laura y Hira sensei habían pensando que teníamos que aprovechar y probar cosas
nuevas, así que nos lanzamos, con mayor o menor acierto. jaja
Por ejemplo, el yakiramen (ramen hecho a la parrilla) estaba bueno, pero
preferimos el ramen tradicional.
Los yakitoris venían en un set de diferentes partes del pollo. Laura sensei y
Jordi no se atrevieron más allá del muslo de pollo, así que Hira sensei y yo
nos aventuramos con el resto. Confirmo que el yakitori de piel de pollo
con salsa, a mí, me gusta mucho.
Y otro plato que probé, gracias a Hira sensei, fue el Oden. Es un caldo donde
se hierven diferentes productos (huevos, mochis, pasta de pescado rebozada...)
y puedes pedir que producto quieres junto con la sopita.
Lo había visto en conbinis pero nunca me atreví a probar y debo confesar que ¡me gustó mucho! (Jordi seguía sin estar convencido.)
Eso sí, me advirtieron que el caldo del Oden varía según la zona. Por ejemplo,
en Kyushu es más dulce.
Pedimos algunos platillos más (incluido uno que no nos pudimos comer nadie, ni
siquiera Hira sensei jeje) y estuvimos charlando un rato.
En ese carrito pequeño, apretujados, con frío y con algún desacierto culinario
(sobre todo para Jordi y Laura sensei, que no acabaron convencidos) nos reímos
muchísimo.
Nos ha dado anécdotas que recordar. xD
Saliendo de la zona de los Yatai, cerca de Canal City, nos encontramos con
música en directo. ¿Conocíamos la canción? Nosotros no pero, al parecer, era
muy famosa y Laura sensei decidió que era hora de bailar.
Así que la noche acabó con nosotras 3 bailando (Jordi es un rancio), al lado de unos chicos que se
sumaron a la fiesta, para finalmente aplaudir a la cantante.
No llevábamos ni 24 h juntos y lo estábamos pasando en grande.
Tocaba retirarse al hotel, para salir al día siguiente de Fukuoka rumbo a un
yacimiento muy especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario