Tras la sorpresa de San Valentín, este día nos habían preparado otra. Y es
que, ¡tocaba una excursión sorpresa!
Nos pusimos en marcha con calma, con parada en el conbini de confianza para
pillar cafés y desayuno, puesto que nos esperaba una horita y poco en
coche.
Laura sensei me dijo que intentara no leer los rótulos de la carretera para saber por donde íbamos y así hice.
Pero, con el tiempo de trayecto, empecé a hacer mis conjeturas. Una lista de
posibles destinos apareció en mi mente hasta que, sin poder evitarlo, casi
llegando vi un cartel donde salía un ferry anunciado.
Estábamos llegando al lado del mar y había un ferry... ¡No podía ser! ¿Sería
el que conectaba la zona de Shimabara con Kumamoto? ¿Nos llevaban a ver el
castillo de Shimabara?
Empecé a mirar hacia donde señalaba Laura sensei y ¡ahí estaba a lo lejos! ¡Que ilusión!.
La península de Shimabara se encuentra en la prefectura de Nagasaki, al este,
pero en transporte público hay que invertir unas dos horas (con trasbordos si
se opta por el tren) y por eso la había dejado fuera de nuestro
itinerario.
Además, la zona es famosa también por el Monte Unzen, un volcán activo, cuyas aguas termales se puede visitar y de paso alojarse en algún hotel con
onsen.
Nosotros solo lo contemplamos de lejos, rodeado de niebla, pero si queréis
saber más, Laura y Hira sensei tienen un
vídeo en youtube sobre el volcán de Nagasaki.
Ese día nos centramos en la visita al castillo y una zona llamada "la ciudad
de las carpas nadadoras", que se encuentra en sus alrededores.
Si bien el castillo no es de los que se conservan de origen (fue destruido
durante el periodo Meiji), este es famoso por la "Rebelión de Shimabara"
(1637-1638), una gran revuelta de campesinos que puso en jaque al señor feudal
de la zona y necesitó la ayuda de las tropas enviadas por el shogunato, desde
otros dominios, para sofocarla.
Se suele hablar de una rebelión de cristianos, dada la gran represión que
sufrieron en esta zona, cuando el shogunato Tokugawa prohibió el cristianismo.
Pero esa no fue la única causa o el desencadenante.
El castillo de Shimabara, en aquella época, era enorme y abarcaba mucho
terreno. Mucho más que los castillos de otros señores del mismo nivel. Y para
construirlo, el Daimyo de la zona ahogó en impuestos a los campesinos, que ya
no aguantaron más. Eso, junto las persecuciones que recibían los que eran
cristianos, acabó logrando que el pueblo se uniera y creara una rebelión sin
precedentes, bien organizada.
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Aunque no lograron hacerse con el castillo de Shimabara, se atrincheraron en
las ruinas de otro castillo cercano, el de Hara, y resistieron varios meses
antes de ser derrotados por las fuerzas del shogunato.
Eso sí, al señor feudal se le acusó de ser el causante de la revuelta, fue
ejecutado y su dominio entregado a otra familia.
Hoy en día no se ha reconstruido todo, porque abarcaría parte de la población,
pero se puede entrar en la torre principal (una reconstrucción de hormigón de
1964) y ver las diferentes colecciones del museo, en especial la del 1er piso,
dedicada al tema del cristianismo (700¥).
Y en una de las torres de defensa hay un museo dedicado a Kitamura Seibo, el
escultor que hizo la estatua del Parque de la Paz de Nagasaki. Fuera de ella,
en el patio, también se pueden ver algunas de sus obras.
¡Y por cierto! Compramos un Gojoin precioso, troquelado. ^_^
Para comer, nos llevaron al restaurante que hay justo en frente del castillo:
Himematsuya.
Hira sensei se pidió un plato típico del lugar: Shimabara gu-zouni (1450¥). Un
caldo con diferentes vegetales y mochi (pasta de arroz), cuyo origen se cree
está en la rebelión. Cuando lo rebeldes habrían añadido esa pasta de arroz al
caldo para tener unos buenos nutrientes en los meses de
atrincheramiento.
Me dio a probar el caldo y a verdad es que estaba muy bueno, aunque nosotros
nos decidimos por un menú de zaru-soba (fideos soba fríos) con tempura
(1150¥).
Estaba todo delicioso y muy bien de precio.
Con las barrigas llenas, nos llevaron a pasear por "la ciudad de las carpas
nadadoras", la antigua zona residencial de los comerciantes de la ciudad,
donde se conservan algunas casas antiguas y los canales de agua corriente que
le dan nombre. Porque carpas hay, y ¡nadan por esos canales!
Resulta que, desde el monte Unzen, hay un flujo constante y muy abundante de
agua de manantial, que los comerciantes aprovecharon para sus casas y
jardines.
Además, se pueden visitar un par de esas casas y Laura y Hira sensei tenían
una en mente a la que llevarnos: Shimeiso (ver mapa)
Perteneció a un médico de la época Meiji, que se hizo construir la vivienda
sobre uno de los surtidores del manantial, de la que brota sin parar agua
cristalina.
Entrar a la casa cuesta 400¥, con un té verde incluido que te puedes tomar
tranquilamente, observando el estanque del jardín con sus carpas.
Paseamos tanto por el pequeño jardín, como por el interior del salón. Y la
señora que atendía a las visitas, al ver que algunos éramos de fuera, nos trajo unos panfletos en inglés.
Cuando nos sentamos en el espacio abierto, la señora nos trajo los tés y se
ofreció a hacernos unas fotos chulas con el estanque. Fue muy amable y nos
hizo todo un photobook la verdad. jeje
"Relax" definiría ese rato que estuvimos allí, tanto que alguno, tras la comilona previa, casi se
duerme. jeje.
Por la tarde regresamos a Nagasaki, y mientras Laura sensei daba una de sus
clases de español (a una alumna de allí) el resto dimos una vueltecita por la
calle comercial a la que fuimos la noche anterior.
Allí, Hira sensei nos mostró una placa que señalizaba el nivel que alcanzó
el agua durante la riada de 1982, donde hubo bastantes víctimas y varios
puentes, entre ellos el Meganebashi, fueron destruidos. 172cm... Como veis,
ambas quedamos por debajo de la riada. Una barbaridad. (Localización)
Seguimos paseando hasta pasar por una tienda tradicional de kasuteras (el
bizcocho típico de Nagasaki). Se llama Iwanaga Baijuken y es una
recomendación de las sensei para quienes quieran comprarlo (eso sí, cierran
prontito).
Después nos reecontramos con Laura sensei y nos llevaron a echar unas risas
a las recreativas del centro comercial.
Y debo decir que el dichoso juego del taiko se me da fatal. jajaja. Mejor os
dejo el vídeo de la pareja "pro" de la noche.
Para cenar decidimos redimir la fatal noche del okonomiyaki del
viaje anterior y celebrar otra okonomi-party.
Pero ésta acabó muy bien, disfrutando hasta el final del cocinado y la
última noche del viaje en Nagasaki. ^_^
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