14 de febrero de 2025

Últimos paseos por Nagasaki y vuelo a Tokyo

Nos quedaban unas horas para tomar el vuelo de regreso a Tokyo y las sensei quisieron pasarlas con nosotros, paseando por otras zonas históricas a las que no va casi nadie.
Unos de esos muchos rincones que, gracias a ellas, pudimos visitar y aprender su historia: los barrios de Shianbashi y Maruyama (uno al lado del otro).

El barrio de Maruyama era el antiguo barrio rojo de Nagasaki durante la época Edo, cuando la prostitución era legal. Esos eran barrios cerrados, donde los clientes tenían que entrar a los locales del lugar para recibir los servicios. Aunque en, Nagasaki, las prostitutas también podían ser requeridas en la isla de Dejima o el Barrio Chino, de donde los clientes no podían salir. Así pues, iban ellas. 

En cuanto a Shianbashi era, y aún lo es hoy, el barrio de tabernas y ocio nocturno. Eso sí, algunos de sus estrechos callejones tienen "solera" y aire decadente... al igual que muchos de los pubs, bares y tabernas que vas viendo. 
Digamos que es un ambiente un tanto retro. jeje. 

NagasakiNagasaki

Pues bien, en el lugar donde se juntan los barrios, resulta que había un puente al que llamaban "el puente de la reflexión". 
Porque tras comer y, sobre todo, beber, los hombres se paraban allí a decidir si seguían la juerga en el barrio de prostitución o si tiraban para casa. Esa decisión normalmente la acababa tomando la cartera, puesto que los servicios de las señoritas baratos no eran. 

Nagasaki
Aparte de los callejones destartalados, nos llamó la atención el edificio de la comisaría. Lo dicho, ¡zona retro sin duda!

Nagasaki
El barrio de Maruyama, actualmente, es residencial y una zona muy tranquila. Y visitamos el santuario Umezono Tenmangu, que es justo al que acudían las prostitutas para pedir protección. 

Nagasaki
Aquí nos encontramos con un señor haciendo de guía a otros japoneses, que se paró a hablar con nosotras. Preguntó de donde veníamos y nos entregó uno de sus dosieres con los lugares interesantes del barrio que mostraba. Fue súper amable. 
Siempre digo que visitar estos barrios menos conocidos, con ambiente tranquilo y lugareño, acaba dándote momentos muy bonitos. 

NagasakiNagasaki

Tras el santuario, nos mostraron dos edificios históricos de la época Edo. Uno, el restaurante Kagetsu, por el que pasaron gente del calibre del samurai Sakamoto Ryoma y que, hoy en día, es un restaurante tradicional de lujo. Carillo, vamos. 

Nagasaki
Y el otro edificio se trata del Nagasaki Kenban, que es la oficina que gestiona la contratación de las  geishas de Nagasaki. (Recordad que las geishas no fueron, ni son, prostitutas).
¡Por cierto! Laura y Hira sensei tienen un vídeo hablando sobre esta zona donde podéis verla más al detalle.

Nagasaki
Después nos fuimos a comer, muy pronto, porque les hacía ilusión llevarnos a un lugar muy especial: el restaurante Tsuruchan Classic.
Otro local con mucha solera y años a la espalda, quizás los mismos que las abuelillas que lo regentan y los de los relojes que cuelgan en la pared, todos parados en las 11:02h (hora en que cayó la bomba atómica en la ciudad).

Nagasaki
En este modesto local, una señora super amable y risueña nos mostró su libreta con cuatro platos escritos en japonés, a mano. ¡Ese era el menú! Pero no hay que sufrir si se va, porque ahí lo que hay que pedir es: Toruko raisu, su plato estrella y típico de la ciudad. 
¡Ojo! Nada que ver con un plato turco. Se trata de un plato combinado de aprovechamiento, post II Guerra Mundial, que suele llevar arroz, espaguetis, ensalada y hamburguesa o cerdo empanado.

Nagasaki
La combinación puede sonar rara, pero estaba delicioso y al finalizar te traen unas tacitas de café. (1100 ¥ todo)


Y con esta entrañable comida despedimos Nagasaki, de nuevo. Nuestras amigas nos llevaron al pequeño (porque es muy pequeño) aeropuerto de la ciudad donde, tras facturar las maletas, nos pudimos tomar un último café juntos.


Esperamos a que faltaran 30 minutos para el embarque para entrar, porque de verdad que no hay nada una vez pasas el control, que tardas dos minutos. Menos mal que nos avisaron ellas, sino hubiéramos estado aburridos adentro. 
Tras unos abrazos y alguna lagrimilla contenida (no lo negaré) tocaba despedirnos de nuevo... pero con alguna que otra promesa para el futuro. jeje. Porque, para nosotros, Japón ya es igual a ir a encontrarnos con ellas. ^_^


Esta vez el vuelo fue muy bien, con buen clima y sin turbulencias. Las maletas salieron rápido y nos pasamos por el mostrador de Kuroneko para mandarlas al hotel de Ueno, donde estaríamos las últimas noches, tras un desvío a la zona de Hakone. (Ojo que solo aceptaban efectivo en la oficina de la terminal de vuelos domésticos de Haneda)

Ésta era una noche puente. Dormíamos en la zona cercana a la estación JR de Shinjuku para madrugar y coger el tren desde allí a Odawara y Hakone. 
Ese fue el único motivo por el cual nos alojamos en una zona que no nos gusta nada (ojo esto es muy personal, que conste).
Como comentamos en el post de alojamiento, aunque el hotel estaba en una calle tranquila, la zona de Shin-Okubo (barrio coreano) estaba a reventar de gente. Viernes noche, zona de locales de fiesta, bares, restaurantes... el choque con la tranquila Nagasaki fue brutal. 

Shin okubo
Para cenar decidimos ir a lo fácil y no agobiarnos: Mc Donald's. Solemos ir una vez durante los viajes, para probar las burgers especiales. (1670 ¥)
Y nos atrevimos a adentrarnos en un Donqui gigante, con mil entradas, ruidoso y petado de gente. jajaja Madre mía que horror. 

Shin okubo
En fin, tras eso nos retiramos a descansar. Los dos próximos días iríamos a la famosa zona de Hakone.


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