Este día haríamos varias visitas llenas de historia. La primera, sin duda,
la más dura: El Parque de la Paz de Nagasaki.
Pero antes de ponernos en marcha, decidimos pillar fuerzas con un buen
desayuno, haciendo cata del kasutera normal y del momo kasutera que había
comprado
el día anterior.
Ambos estaban buenos, pero Laura tenía razón: el momo kasutera (con forma de
melocotón, pero que no sabe a la fruta) me gustó mucho más. Encontré el bizcocho
menos dulce, de forma que compensa la capa superior de glaseado. Y además era
mega esponjoso.
Mientras que el kasutera normal me pareció excesivamente dulce.
Así que ya sabéis, si venís a Nagasaki, buscad también el momo kasutera, que
es algo muy tradicional y fusiona varias culturas. jeje
- Castilla: Aunque lo trajeron los barcos portugueses, recordemos que era el bizcocho de Castilla (Castella en portugués).
- China: por el símbolo del melocotón, que significa longevidad.
- Japón: que ha adaptado la receta.
Tras el desayuno, Jordi y yo nos fuimos a la zona por la cual la ciudad,
desgraciadamente, es famosa. Y es que el 9 de agosto de 1945 se convirtió en
la segunda ciudad, y última por ahora, en ser víctima de una bomba atómica.
Justo tres días después de Hiroshima.
A diferencia de la primera, en Nagasaki el parque de la paz en realidad está
dividido en dos, uno justo al lado del otro.
Nosotros fuimos primero al Parque Conmemorativo o Área de la Paz. Donde se
encuentran varios memoriales, entre ellos:
La Fuente de la Paz, cuyos chorros recuerdan a las alas de una paloma.
La Campana por la Paz Mundial, donde no pude evitar emocionarme y casi no
logro controlar las lágrimas. El motivo fue el ver las ofrendas de botellas
de agua, porque sabía que muchas víctimas murieron arrastrándose hasta el
río o lanzándose a él, en busca de un poco de agua que les aliviara. No
iba preparada para encontrarme con esas ofrendas, y al darme cuenta del
significado me impactó.
Por cierto, le preguntamos a Hira si está bien visto que los extranjeros
dejemos también ese tipo de ofrendas y nos dijo que sí y que está muy bien
visto el implicarse. Por si alguien quiere participar de ello.
Pero sin duda, entre muchos de los memoriales de la zona, lo que destaca, a
parte del silencio que impone semejante lugar a los visitantes, es la gran
estatua de la Paz, con sus 10 toneladas de peso.
La verdad es que me resultó imponente, muy bonita. La mano que señala al
cielo lo hace indicando la amenaza de las armas nucleares. La del brazo
extendido simboliza la tranquilidad y paz mundial. La pierna doblada
simboliza un estado de meditación y tranquilidad, mientras que mantiene la
otra pierna preparada para alzarse en caso de que la humanidad necesite
protección. Además, tiene sus ojos cerrados orando por las almas de las
víctimas.
Tras recorrer, con calma, esta zona nos dirigimos al Parque del Epicentro:
justo el lugar donde cayó la bomba, que está indicado con un cenotafio
negro.
Justo al lado se encuentra uno de los pilares de la Catedral de Urakami, de
lo poco que quedó de ella (hoy en día la han reconstruido cerca de allí,
pero no nos dio tiempo a acercarnos).
También podemos bajar, por unas escaleras, hasta el borde del río.
Nuevamente aquí mis pensamientos me llevaron a todas las víctimas que
perecieron en él...
Pero además, al bajar, podremos contemplar una especie de cristalera, en una
de las paredes del margen del río, a través de la cual se observan las
diferentes capas de sedimentos que hay bajo la superficie del parque,
resultado de la bomba de aquel día: cristales, ladrillos y tejas rotas, etc.
De ahí nos acercamos al museo, pasando por varios memoriales más y por la
llama de la Paz. Aunque nos chocó porque no logramos ver que estuviera
encendida (la de Hiroshima se ve perfectamente) y recordemos que, en teoría, no se apagarán hasta que no queden armas nucleares en el mundo.
Entrar al museo cuesta 200¥ y la audioguía en español 157¥. Es un precio MUY
simbólico, pero que ayuda a conservar el museo, los memoriales y hacer que
todo lo que sucedió no caiga en el olvido.
Por eso, aunque nosotros ya vimos el de Hiroshima, quisimos colaborar y de
paso profundizar en lo sucedido en Nagasaki, aunque haya muchos paralelismos
en los eventos de ambas ciudades.
El museo es más pequeño que el de Hiroshima, pero sobrecogedor también.
Además, la audioguía está bien y te resume los sucesos básicos, por si uno
no quiere tener que leer en inglés toda la información escrita. A mí,
personalmente, me gusta que estos temas me los narren, mientras paseo
observando los objetos y fotos, sumergida en mis pensamientos sobre lo
acontecido.
Justo desde el interior del museo se puede acceder al interior del Pabellón
Nacional de Paz, del que destaca su Salón con columnas de cristal y una
estantería enorme, donde están recopilados los nombres de las víctimas de
las bombas.
Por la parte exterior, nos encontramos un bonito estanque, lleno de luces
led (70000 luces que simbolizan cada una de las victimas de la bomba) que se iluminan por la noche. Por desgracia, no pudimos volver por la noche a verlas en este viaje.
Con esto dimos por finalizado nuestro recorrido por esta terrible parte de
historia de Nagasaki. Es duro pero muy necesario.
Laura y Hira pasaron a buscarnos y nos llevaron a comer a un restaurante muy
bueno, enfrente de la universidad, que por lo visto es famoso entre los
estudiantes. (ver localización)
No saqué fotos del interior pero es muy coqueto, lleno de estanterías con
libros, de esos rincones que probablemente por nosotros mismos no
encontraríamos. ¡Por no decir que tanto el curry como el estofado que nos
comimos estaban buenísimos! Y unas korokkes (croquetas) para picar.
Por cierto, allí nos contaron que otro plato típico es el Toruko Raisu
(arroz turco), que nos quedó pendiente probar.
Tras la comida, hicimos un descanso en casa, porque teníamos que grabar un
podcast
en el que colaboramos, tanto las sensei como yo, y justo decidimos hablar de
mi visita a Nagasaki.
Por la tarde, Laura y Hira quisieron hacernos una ruta a pie por el centro
de la ciudad y nosotros encantados de que nos acompañaran.
Empezamos cerca del templo chino dedicado a Confucio que, en teoría, debería
estar abierto a esas horas pero nos lo encontramos cerrado. Una lástima,
porque pudimos verlo desde arriba y parece impresionante.
Justo al lado se encuentra uno de los accesos a la "Cuesta Holandesa", la
zona donde, tras la apertura de Japón en 1859, alojaron a los comerciantes
extranjeros. Y como su nombre indica... la calle tiene una buena
pendiente.
Por cierto, que les llamaban "holandeses", porque eran los occidentales que
conocían en Nagasaki, pero en verdad eran de diferentes lugares de Europa y
EEUU.
De hecho, al fijarme en el estilo de las casas que se conservan de la época,
me recuerdan más a un estilo colonial de Florida, sureño, que no al
holandés.
En alguna de ellas se puede entrar, porque son museos, o incluso cafeterías.
Pero justo a esas horas estaba ya todo cerrado.
Seguimos paseando y, para llegar a nuestro siguiente destino, lo hicimos
callejeando por las cuestas residenciales de Nagasaki. Los barrios normales
del día a día. Nos seguía sorprendiendo que, a pesar de ser una ciudad
enorme, tenga en gran parte este aspecto de pueblo.
Al final fuimos a dar a la entrada del barrio "Tojin Yashiki", que es el
antiguo asentamiento chino y el barrio donde actualmente todavía residen
muchos de ellos, no muy lejos del barrio chino comercial que mostramos el
día anterior. (aquí un
mapa de la zona).
En él callejeamos, viendo las coloridas persianas de los negocios.
Visitamos (por fuera) sus 4 pequeños templos principales y que son
importantes de cara al gran festival chino que hacen en febrero. (Dojindo,
Kannondo,Tenkodo y Tekondo Fukken hall)
Y también entramos a un antiguo almacén, que actualmente es un mini museo
gratuito (Kura Museum), donde pudimos ver varias ilustraciones de como era
el barrio en la época Edo (la mayoría de la información solo está en japonés
aunque nos hicimos con un panfleto en inglés) porque, al igual que a los "holandeses" (occidentales), a la comunidad china la encerraron en esta zona, construyendo un
muro y foso que impedía fugas. Se dice que en su máximo apogeo, albergó
unas 2000 personas.
Los comerciantes podían salir, con un permiso y vigilancia, a la zona de los
almacenes en Shinchi.
Descubrir esta parte de la historia nos gustó mucho porque, de normal, se
habla de Dejima, el aislamiento de los occidentales, pero no de otras
poblaciones como la china, que también se vio afectada por estas
medidas.
Además, como ya venía pasando todos los días, en esta zona estuvimos solos.
El turista desconoce este barrio y su historia.
Nos alegramos de que Laura y Hira nos mostraran este pedacito de Nagasaki. ^_^
Para acabar el día, nos tenían organizada una Okonomiyaki Party. Haríamos
okonomiyaki al estilo Osaka (el que no lleva fideos), bajo la "estricta"
supervisión de "Hira Chef".
Visitamos de nuevo el supermercado local, nos pusimos a las órdenes de Hira chef y ¡A cocinar!
Bueno... no todo iba a ser seriedad en nuestra versión de Masterchef. 😂
¡El okonomiyaki estaba delicioso! Y lo pasamos genial.
Ahora bien, quien haya seguido nuestra aventura por Instagram, sabrá que
justo al acabar esta noche Chicha se puso muy malita y tuvieron que salir
corriendo a urgencias. (Ver
video de Nipponismo
donde lo cuentan).
Así que, la noche no acabó nada bien, nosotros mega, hiper preocupados sin
poder dormir, esperando noticias... en fin. Por suerte llegaron a tiempo y
todo acabó bien. ¡Pero pasamos muy mal rato, porque Chicha es de la familia
ya!
El día siguiente haríamos las últimas visitas en Nagasaki y nos iríamos
rumbo al siguiente destino. Pero eso, es otro día...
No hay comentarios:
Publicar un comentario