Este día nos levantamos con calma, Jordi había estado tosiendo bastante y, por
desgracia, empezó a notar mucho dolor en las costillas (después supimos que
sería un esguince intercostal. Y sí, te lo puedes hacer tosiendo).
Así que decidimos tomarlo con calma, hasta donde llegáramos.
Hira y Laura querían enseñarnos la zona de Teramachi, y la primera
parada fue la zona del río Nakashima, con el famoso Megane bashi (el puente de
las gafas).
Este puente, que se construyó en 1634, es famoso porque su reflejo en el agua
recuerda al de unas gafas.
El puente actual fue reconstruido, tras su destrucción en una riada de 1982,
con las piedras que recuperaron del original.
Éste fue el primer puente de piedra del río, pero a lo largo del S.XVII fueron
construyendo otros con la finalidad de unir la otra orilla con la zona de los
templos.
Así, si uno se fija, después de cada puente hay una callecita que sube y
finaliza en alguno de los templos de la zona.
Aquí teníamos dos misiones.
1: Encontrar la piedra corazón que hay en una de las laderas del río. Y
tocarla para que nos traiga buena suerte.
En la misión no venía incluido el pasar por las piedras pero oye, aquí hay una
generación que no olvida las zamburguesas. jeje Por suerte, ninguna se
movía.
2: Probar el famoso helado del carrito Chirin Chirin, que ya es toda una
institución en Nagasaki. El sabor es normalito, de vainilla (comparado con la
variedad de sabores de los helados tipo softcream), pero lo curioso es ver como va
pegando, con la espátula, uno a uno los "pétalos de helado" hasta formar una
bonita flor. (300¥)
Justo enfrente del Megane bashi se encuentra la famosa pastelería Shokando,
proveedora oficial de kasuteras de la Casa Imperial.
El kasutera (castella) es un bizcocho cuya receta trajeron los barcos
portugueses en el S.XVI: el bizcocho de Castilla.
La versión japonesa es muy dulce y muy esponjosa. Ahora bien, en el caso del proveedor
oficial de la Casa Imperial, aparte de bueno (suponemos), no podemos decir que también sea barato. Pero si alguien
quiere comer el mismo bizcocho que el emperador, ya sabe.
Aquí, Laura y Hira nos hablaron que hay otro tipo de kasutera aún más "único"
de Nagasaki. Tomamos buena nota de ello y fijé mi objetivo en probarlo.
Nosotros optamos por comprar el kasutera en otras tiendas, y donde sí compré
fue en una pequeña tiendecita de té donde nos atendieron de maravilla,
explicando la procedencia del té, los tipos, etc. Y acabé con un Houjicha
buenísimo. (ver mapa)
Después nos fuimos paseando por la calle comercial, paralela al río, llena de
tiendecitas, dirección al barrio Chino Shinchi, que es el barrio Chino
comercial. Por cierto, que Nagasaki fue la primera ciudad de Japón en tener
barrio Chino, ya que precisamente por su cercanía a este país, fue el puerto de entrada del
comercio extranjero.
Fijaros que decimos que es el barrio comercial, puesto que en esta zona (que
antaño también era una isla ganada al mar) se encontraban los almacenes del
comercio con China, y hoy en día está lleno de restaurantes y tiendas.
Todo muy colorido y con sus míticas puertas, señalando el enclave. La
verdad es que la fachada del Donguri Garden (tienda Ghibli) es preciosa.
Sin embargo, supimos por Laura y Hira que la zona de viviendas, donde también
estuvieron recluidos los inmigrantes procedentes de China en el periodo Edo, era otro distrito cercano, hoy en día
apenas visitado, pero al que nos llevarían al día siguiente.
Aquí vinimos a lo que vinimos: ¡A comer! Y estuvimos picoteando shoronpos,
rollitos de gambas y sobre todo la especialidad de la zona, kakuniman
(bollitos bao rellenos de costilla de cerdo marinada). ¡Deliciosos!
Después de comer, las sensei tenían que regresar a trabajar y Jordi se
encontraba muy dolorido por la tos, así que prefería ir a descansar porque no
estaba disfrutando del paseo.
Yo dudé que hacer, pero él me animó a aprovechar la tarde y mostrarle después
lo que hubiera visitado, así que, me dejaron en la zona de los templos y
empecé mi visita en solitario.
Primero visité el Sofukuji, un templo precioso construido en el 1629 para la
comunidad China. Y, sin duda, su aspecto es peculiar y muy llamativo.
El rojo es el color predominante, y según leí, el salón de Buda fue construido
en China, desmontado y transportado hasta Nagasaki, para acabar de
ensamblarlo.
La entrada cuesta 300¥. Pero al llegar, la taquilla estaba cerrada y no logré
encontrar una cajita o lugar donde depositar el dinero. Así que me quedé
mirando las escaleras (el templo está en lo alto de la ladera), dudando si
podía pasar o no, cuando justo en ese momento se me acercó una pareja de
japoneses, que estaba abandonando el recinto y, muy amables y sonrientes, me
insistieron en que pasara que me iba a gustar el lugar.
Gracias a su insistencia acabé disfrutando de un templo especialmente bonito y ¡casi a solas!
Esto es algo que me dejó alucinada de Nagasaki, lo poco explotada
turísticamente que está. Estos templos están muy cerca del Megane bashi y
Chinatown, zonas muy concurridas. Y sin embargo, durante todo el recorrido
disfruté de un silencio y una tranquilidad alucinantes. ¿Número de extranjeros
que vi durante toda la tarde? 0.
Empecé a caminar por la calle de los templos, aquella que conecta con los
puentes, cuya ladera está llena de muros de piedra pertenecientes a los
recintos templarios.
De los muchos que hay, decidí entrar en otro templo destacado: el
Kofukuji.
Por lo que cuentan, es el templo de origen Chino más antiguo de Japón (el
actual es una reconstrucción), y en él se veneraba a la deidad del mar, para
que los comerciantes pudieran viajar a salvo.
Me sorprendió la amplia esplanada que hay delante del salón principal. Y como
no, los diferentes salones contienen también muchos detalles de la
arquitectura China, e incluso algunas decoraciones se trajeron desde
allí.
La entrada cuesta 300¥ y, nuevamente, estuve prácticamente sola todo el
rato.
De ahí decidí ir caminando hasta el Santuario Suwa, a unos 15 minutos bordeando
el río, así podría disfrutar de algunos de los puentes de piedra.
Lo que no me esperaba yo era tener que finalizar la caminata con semejante
subida de escaleras (son varios tramos).
A este santuario acudían las prostitutas para rezar, pidiendo que lloviera
para que los marineros no pudieran salir al mar y se quedaran "en su
compañía". Además, en él se celebra uno de los grandes festivales de la
ciudad, en octubre, en el cual se implican todos los distritos.
El recinto es grande e incluye un pequeño santuario Inari, eso sí, subiendo aun más escaleras. ¡Como no!
Una curiosidad del lugar, es que fue el primero en traducir los omikujis (los
papelitos que te auguran tu fortuna) al inglés, en 1914.
La parte posterior del recinto da a un parque en el cual hay una pequeña
cafetería con dulces tradicionales, a la que, por desgracia, llegué tarde
porque ya cerraban. 😭
Pero yo estaba decidida a hacerme con algo dulce ese día, así que tomé rumbo
a la estación, pero no por la calle principal, si no callejeando un poco.
Una vez llegado al destino, derechita al centro comercial (que tienen todas las
grandes estaciones) en busca de la sección de comida/dulces (normalmente en el
sótano o planta baja).
Allí me hice con unos kasuteras tradicionales y con los especiales de
Nagasaki: el momo kasutera.
Momo significa melocotón, y es la forma que le dan al bizcocho aunque realmente no sabe
a melocotón (Jordi dice que esto es publicidad engañosa jeje). En China simboliza la longevidad, y en Nagasaki se ha fusionado
ese símbolo chino con nuestro bizcocho para dar forma a un dulce tradicional
que se regala, sobre todo, el día de las niñas (3 de marzo) aunque se puede encontrar todo el año a la venta.
Decidí comprar unos grandecitos para compartir con Laura y Hira en el desayuno
del día siguiente y así hacer una cata. ¿Estaría más bueno el momo kasutera,
como afirmaba Laura?
Y ahora sí, pa casita a ver que tal iba Jordi y a disfrutar del mejor curry que
existe:
Se agradece todo el esfuerzo que pones en redactar al dedillo cada paso que das en Japón. Una pena lo de Jordi, pero bueno una "escusa" más para volver lo más pronto posible ;)
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Avanzo poco a poco, por diversas circunstancias, pero me gusta contarlo, sobre todo las zonas menos conocidas, por si sirve de ayuda.
EliminarSeguro que a la próxima Jordi puede disfrutar de la ciudad 😎
Gracias por leernos!