22 de noviembre de 2024

Visita a Kawagoe (y paseo por Ikebukuro)

Este día visitamos Kawagoe, conocida como "la pequeña Edo". 
Que fue un importante enclave comercial en la época Edo, por su estratégica ubicación, y se llenó de ricos comerciantes con sus almacenes y tiendas al estilo Kura. 

Una visita cultural que tenía ganas de realizar aunque no fuera el mejor día de la semana: un domingo. 
Y es que es una excursión cercana a Tokyo con bastante fama, incluso entre los japoneses. Así pues, ir en fin de semana, sobre todo un domingo, es mentalizarse del bullicio que habrá a cierta hora. 
Por suerte era temporada baja. Hemos visto imágenes en temporada alta y resulta hasta agobiante. Un detalle a tener en cuenta cuando se planifique la visita. 

Kawagoe

Para llegar a Kawagoe se puede hacer desde Shinjuku (con la JR si se tiene el pase, o con la línea Seibu) o bien desde Ikebukuro (con la línea Tobu). (Ver info de acceso y mapa)
Esta última opción es la más barata y además ofrecen unos pases turísticos que pueden salir a cuenta. 
Así pues, nosotros nos fuimos hasta Ikebukuro y a las 8h, hora en que abría la oficina de turismo, compramos el Discount Pass Premium (1050¥). 

La diferencia con el normal (710¥) es que, además del tren i/v y descuentos en algunas tiendas, también entran unos autobuses turísticos que hacen un trayecto circular. 
Como el día estaba lluvioso optamos por el premium, no fuera que cayera más fuerte y no apeteciera caminar. Finalmente el día despejó y acabamos caminando, así que con el básico nos habría bastado. 


Otra ventaja de la Tobu es que puedes bajarte en la estación Kawagoe (donde también para la JR) o en Kawagoe-shi, que está mucho más cerca de la zona centro a visitar. Y como había parado de llover, decidimos bajar en la más cercana y ya después bajar a pie a la central, por la calle comercial. 
Por cierto, con la línea Seibu también se llega a una estación más cercana al centro: Hon-Kawagoe. 

Llegamos a Kawagoe-shi sobre las 9h y en un pequeño paseo nos acercamos al Santuario Kawagoe Kumano, que está vinculado al santuario de Kumano Hongu, un lugar que visitamos en 2016 y que nos encantó. 

Kawagoe
Nada más llegar, te encuentras con Yatagarasu (el cuervo de tres patas) por todos lados. Se considera un mensajero de los Dioses y está relacionado con Kumano. 

Kawagoe
Dentro del recinto hay varias zonas, entre ellas una donde hay que seguir un ritual para entrar (según si vas solo o en pareja).

Kawagoe
Y cuando llegas al final, al escoger uno de los cristales pulidos que hay en el altar, el propio Yatagarasu te manda un mensaje. 

Kawagoe
Como Kumano, para mí, fue un lugar especial. Aproveché para comprarme aquí el omamori (amuleto) de salud que siempre compro en los viajes (800¥). 

Kawagoe
Hay templos más famosos en Kawagoe, pero este santuario me encantó, uno de esos rincones que te acaban gustando más que los de renombre. 

Kawagoe
Nada más salir, enfilamos la Taisho-roman street. Una calle llena de edificios de la época Taisho (1912-1926) mezclados con antiguos Kura tradicionales (almacenes).

Kawagoe
¿Alguien más está viendo Gringotts?

Kawagoe
Y al poco llegamos a la zona antigua, Kurazukuri, que es donde se conservan más almacenes transformados en tiendas, restaurantes y puestecillos de pinchos y comida varia para degustar de pie.

Kawagoe
En el pasado, las ciudades japonesas estaban formadas casi exclusivamente por edificios de madera, lo que las hacía vulnerables a los incendios. La construcción de kurazukuri se utilizaba tanto para hacer que una estructura fuera ignífuga como para protegerla de los intrusos. Su construcción era muy costosa, pero gracias al lucroso comercio con Edo, los comerciantes de Kawagoe prosperaron y muchos mostraron su riqueza construyendo una estructura lo más bonita que podían permitirse.
Por cierto, en esta ciudad son mayormente de color negro. Y, parece ser, que ese color los salvó de ser bombardeados durante la II G.M.

Kawagoe
Como eran sobre las 10h y recién estaban abriendo, no había todavía mucha gente y pudimos disfrutar de la zona. Porque el gran inconveniente es que la calle no es peatonal. Así pues, las aceras acaban abarrotadas a mediodía. 
Nuestro consejo es empezar por esta zona, como hicimos nosotros. 

Kawagoe
Subimos por la acera de la izquierda, mirando las tiendecitas y parando a por un matcha bien calentito para mí, en un lugar especializado (324¥). Y es que pegaba frío ese día, unos 5º.

KawagoeKawagoe

Finalmente llegamos a la zona del Candy Alley o callejón de los dulces. 

Kawagoe
Como su nombre indica, allí se encuentran puestecillos con dulces tradicionales y caramelos. Además de alguna tienda con juguetes de antaño y ambiente de épocas pasadas.

Kawagoe
Por lo visto, a principios de la época Showa existían muchas más tiendas. Y es que, tras el gran terremoto de 1923, hubo una escasez en Tokyo de dulces y Kawagoe se volvió el principal proveedor. 

Un snack típico, y que llama la atención, es el Fu: unos sticks largos de 95 cm, de color marrón, y que están hechos de gluten de trigo y recubiertos de azúcar negro (celíacos... manteneos alejados). 
Es curioso ver a niños pequeños cargando con estos palos que son más largos que ellos. 

Kawagoe
Aquí Jordi optó por tomarse un helado de boniato y boniato lila. Sí, a pesar de los 5º. jeje (400¥)

Kawagoe
Volvimos a la calle principal, para bajar por el lado derecho, pasando por una de las tiendas de Ghibli. 

Kawagoe
Y giramos en la calle donde se encuentra la torre de la campana, todo un símbolo de la ciudad. La estructura actual es de 1894 y suena 4 veces al día (6h, 12h, 15h y 18h).

Kawagoe
Kawagoe
Desde allí nos acercamos al Castillo de Kawagoe, pasando primero por la zona donde se conserva una zona del antiguo foso. 

Kawagoe
Del castillo solo queda el Honmaru, el palacio interior, pero es una visita que nos gustó mucho y en la que estuvimos casi solos. La gente se queda en las calles principales.

Kawagoe
El castillo de Kawagoe se construyó originalmente en 1457. Cuando Tokugawa Ieyasu asumió el mando, nombró a un importante súbdito leal como señor debido a la importancia de Kawagoe como ciudad comercial y punto estratégico de defensa al norte de la capital.

La estructura actual se añadió al castillo en 1848, poco antes del fin de la era feudal, y servía como residencia y oficinas del señor.

Kawagoe
La entrada cuesta solo 200¥ y allí me compré mi primer Gojoin por 300¥ (sellos de castillos, que empecé a coleccionar).

Kawagoe
Pasear descalzo por sus pasillos, las salas de tatami y contemplar el precioso jardín, sin apenas gente fue increíble. 

Kawagoe
Kawagoe
Pequeño recordatorio: la madera no se pisa, ni siquiera el escaloncito tipo palet de la entrada. Y para el baño te pones unas zapatillas de goma que hay en el lugar. 

Kawagoe
Kawagoe
Al salir, seguimos caminando hasta una zona donde hay varios templos. Pasamos por el Naritasan...

Kawagoe
... pero nuestro objetivo era el Kita-in, el templo más importante del lugar. 

Kawagoe
Y, aunque tiene diferentes edificios y curiosidades, nos llamaba la atención el saber que es el lugar donde se conservan los únicos edificios del Castillo Edo, que han sobrevivido hasta el día de hoy. 

¿Y que hacen en Kawagoe en vez de en Tokyo?
En 1638 un incendio destruyó la mayor parte de Kitain. Para ayudar a reconstruirlo, el tercer shogun Tokugawa, Iemitsu, ordenó que se trasladaran varios edificios del palacio del castillo de Edo a Kawagoe. Y, debido a los daños que sufrió Tokio durante el Gran Terremoto de Kanto de 1923 y la Segunda Guerra Mundial, estos son los únicos restos que se conservan del castillo.

Kawagoe
Aprovechando que el tiempo nos respetó, regresamos caminando hasta la calle principal con la idea de comer algo. Para cuando llegamos, las 12:30h, la zona estaba llena de gente y las aceras abarrotadas de colas en los lugares donde vendían pinchitos. 

Kawagoe
Nosotros preferíamos sentarnos a comer tranquilamente y tenía apuntados dos restaurantes, que además tenían un pequeño descuento con el pase, donde cocinaban productos de la zona: el Yamaya (un restaurante en un edificio precioso y con bonitos jardines) y el Torokko (donde sirven comida kaiseki basada en el boniato). 
Pues bien, el primero solo aceptan bajo previa reserva los fines de semana y el segundo ya había vendido todos los menús kaiseki a esa hora... Nuestro gozo en un pozo. 

Pero Jordi recordaba haber visto el cartel de restaurantes en un pequeño callejón llamado: el callejón de la felicidad.
A pesar que estaba al lado de la calle principal, ¡la gente apenas se adentraba en él! Con lo cual, sus 4 restaurantes eran muy buena opción. Hay uno de tonkatsu (cerdo rebozado), de sushi, de udon y de soba. 
Nosotros nos decidimos por el de soba, que estaba ubicado en una casa tradicional preciosa, en la que hay que descalzarse, y con un jardín bonito (ver ubicación).

Kawagoe
Jordi se pidió el kamo soba (con pato) y yo el menú caliente, con tempura y warabi mochi de postre. 
Estaba todo delicioso y en total costó 4290¥. Además, se estaba muy tranquilo. 

Kawagoe
Kawagoe
Al regresar a la calle principal, decidimos que ya había demasiada gente y fuimos bajando hacia la estación central, por la calle comercial Crea Mall. 
Hay una caminadita (fue un acierto hacerla de bajada) y es una zona comercial moderna. En ella, además, nos cruzamos con el festival del lugar y un montón de comparsas al más puro estilo carnaval. 

Había un ambiente muy guay y, como no, nos dijeron que nos hiciéramos fotos con ellos. ^_^

Kawagoe
Tomamos el tren hacia Ikebukuro con la sensación que Kawagoe ganaría mucho más si hiciera su zona antigua peatonal, porque hacia mediodía resulta algo agobiante, pero nos gustó lo que visitamos. 

Y una vez en Ikebukuro a mí me da por decir: ¿Porque no nos acercamos al Bandai Cross, y pasamos por la tienda de gachapon más grande, frikeamos un rato, etc.?  
Gran idea un domingo, siendo una de las principales zonas para salir de tiendas. jaja Estaba a petar, como Akihabara el sábado. 

Ikebukuro
Ikebukuro
En fin, dimos una vuelta por las tiendas frikis y dijimos: Mejor regresamos al parque Ueno para tener un poco de paz.
¿Y que había en el parque Ueno? Un festival con música y cocktails. jajaja Jordi se partía al ver mi cara de "No puede ser verdad".

Ueno
Por suerte, el parque es enorme y en la zona más cercana al hotel había paz y tranquilidad. ^_^

Ueno
Regresamos al hotel para organizar las maletas, que teníamos que enviar rumbo a Nagasaki y Fukuoka (para nuestras primeras paradas iríamos solo con mochila) y esa noche optamos por ir pronto al Sushiro a cenar (3400¥).

SushiroSushiro

Con una buena ración de sushi en el cuerpo, tocaba ir a dormir. Al día siguiente tomaríamos un vuelo interno rumbo a Kyushu. 
Por cierto, enviar una maleta grande y otro pequeña a Kyushu nos costó 4500¥.

Ueno

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