Nuestro segundo día en Tokyo coincidía con el Setsubun, la festividad en que
se celebra la llegada de la primavera, así pues, planifiqué el pasarnos por
alguno de los templos donde hacían eventos.
Como todavía arrastraríamos algo de jet lag, escogí el Sensoji en Asakusa, que
nos quedaba cerca de Ueno y, además, podría ir a desayunar a un local
tradicional que tenía fichado.
Así pues, nos levantamos sin prisa alguna, puesto que el acto central del
festival sería hacia mediodía, y nos fuimos a un conbini a por el desayuno de
Jordi y los eho-makis que comeríamos a la noche (1417¥ los dos). El mío con gambas, atún,
surimi, etc y el de Jordi con ternera, huevo, etc.
Aunque la palabra Setsubun, antiguamente, hacía referencia a cada cambio de
estación (teniendo cada uno un nombre específico), hoy en día se utiliza para
referirse específicamente al paso entre invierno y primavera, el 3 de
Febrero.
Y una de las actividades que se suele hacer este día es comer el eho-maki: un maki ancho y bastante largo, que suele llevar 7
ingredientes (en honor a los 7 dioses de la fortuna) y se ha de comer en
silencio, tras pedir un deseo, y mirando en la dirección que se considera "de buena suerte" ese año.
Otras de las tradiciones gira entorno a las semillas de soja para atraer la
buena suerte. En las casas se lanzan hacia afuera para echar a los "demonios"
(mientras alguien de la familia lleva una máscara de Oni puesta, una especie
de demonio/ogro japonés) y después hacia dentro para hacer entrar la buena
suerte. Finalmente, se comen tantas semillas como años tengas.
(Las sensei de
Japonés con Nipponismo
nos muestran todas las tradiciones de este día en su vídeo.)
Pues bien, lo de comerlas no tenía muy claro si lo lograríamos, pero spoiler:
fue posible gracias a nuestra visita al Sensoji.
Nada más llegar, ya vimos carteles por todos lados representando a los
Oni.
Y en un puestecillo iban repartiendo paquetitos de semillas de soja fritas y máscaras de Oni gratis. ^_^ (Las chicas del puesto insistieron
en hacerme la foto de recuerdo. jeje)
Al lado del salón principal del templo había muchas paraditas de comida, típicas de los
festivales, y un puestecillo donde los monjes iban vendiendo paquetitos de
semillas de sojas (suponemos que bendecidas) aparte de amuletos especiales de
ese año.
Me acerqué a preguntar y logré entender que hacia las 11h habría uno de los
eventos (el lanzamiento de habas de soja), información que después confirmé en
un cartel con el horario de eventos (Google Translate en mano).
Como todavía quedaba cerca de una hora, me fui a desayunar a la confitería
Umezono, una tienda de dulces tradicional justo al lado de Nakamise dori en el
Sensoji (dato: abren a las 10h y se paga en efectivo).
Esta tienda fue fundada en 1854, a finales del periodo Edo, y su repertorio de
dulces es una maravilla.
Tienen una vitrina para poder ver las opciones, después pides en la entrada
y pagas, te dan un ticket y te sientas dejando ese ticket en la mesa.
Enseguida vino una mujer con un té verde calentito (es gratis y te lo
rellenan) y se llevo la mitad del ticket de mi pedido.
¿Qué me pedí? Pues el "osusume" (la recomendación). Y me sirvieron el awa-zenzai (825¥), que es su especialidad y entra muy bien cuando hace fresco.
Es un platillo que lleva, por un lado, koshi-an (pasta de judía roja
dulce) y por otro una pasta de mochi kibi (como una especie de mochi con mijo,
de textura pegajosa).
La textura y consistencia me pareció rara, era la primera vez que comía mochi
kibi, pero el sabor me encantó. Y el local es un remanso de paz, cerca del
bullicio del Sensoji.
Además, tienen tienda en la zona exterior del local, donde puedes comprar
diversos dulces para llevar.
Tras el desayuno, regresamos al Sensoji con la intención de buscar sitio cerca de la
zona del evento. Y la verdad es que pensé que habría mucha más acumulación de
gente (creo que muchos turistas ni sabían que se iba a celebrar el evento y no
se quedaban).
Pues bien, tocó esperar pacientemente, porque no empezaron a prepararse hasta
las 11:30 y el acto de lanzar las bolsitas con habas no empezó hasta las
12h.
¿Sabéis la que se lía en España con los caramelos de los Reyes Magos? Pues más
o menos lo mismo. De repente era un "tonto el último" y a lanzarse a por las
bolsitas al suelo. xD
Yo opté por no jugármela, pero Jordi consiguió hacerse con dos: Una la recogió
y la segunda, cuando ya nos dábamos por satisfechos, literalmente se le
estampó en la cara. xD (designios de Buda oye).
Cabe decir que tenían una zona delimitada para niños y gente muy mayor, donde
poder controlar que no hubiera posibles empujones y que pudieran recogerlas
tranquilos.
Pues nada, con nuestros paquetitos de semillas de soja, decidimos retirarnos e
ir a comer unas gyozas al barrio de Kameido, a unas pocas paradas de tren de
Asakusa.
Justo al lado de la estación, que lleva el mismo nombre, en un callejón se
encuentra el "Kameido Gyozas", un pequeño local especializado en este tipo de dumplings y con fama de ser
de las mejores de Tokyo.
Tienen un par de locales nuevos cerca de Ryogoku (la zona del sumo), donde
además hacen otros platos aparte de gyozas. Pero este es el local original
regentado por la familia desde hace años y aquí solo te sirven gyozas (aparte
de bebidas).
El local es muy pequeño y no es raro tener que hacer algo de cola, aunque va relativamente rápido. Dentro hay una barra y unas pocas mesas en tatamis, que es justo donde
pudimos sentarnos nosotros.
Nada más entrar te ponen un plato de 5 gyozas. Y cuando aún no las has
acabado, te ponen otro sin tú pedirlo. Y es que el mínimo son dos platos por
comensal, de ahí a que ni pregunten.
Lo único que tendrás que pedir es bebida, en caso que quieras algo que no sea
agua, y los siguientes platos de gyozas (aunque muchas veces ellos mismos te
van preguntando).
¿Veredicto? Están muy buenas, sin duda. Un buen sitio donde venir a pegarse un
atracón de gyozas. Ahora bien, desviarse solo por ello igual no lo haría. Ya
que se viene hasta aquí, que sea para pasear por el barrio. Y eso es justo lo que hicimos, tras zamparnos 7 platos (2100¥).
El propio callejón es muy curioso, con vistas a las partes traseras de
restaurantes/tabernas con... digamos solera. jaja Y es que Kameido es un
barrio tradicional, lleno de edificios retro. En algunos de estos locales
sirven "horumon" (entrañas a la parrilla), aunque nosotros seguimos
prefiriendo las gyozas, la verdad.
Pasear por esas callejuelas, sin duda, te transporta a otra época.
Después nos fuimos paseando tranquilamente hasta el santuario Katori,
supuestamente el más antiguo de Tokyo (del año 665).
Este santuario estaba asociado a la victoria en batalla, antiguamente, y hoy
en día es popular entre los deportistas, de cara a buscar la victoria en las
competiciones.
Y, como tengo un primo que compite en atletismo, me paré a dedicar unas
oraciones a los kamis. ^_^
Después, seguimos callejeando rumbo al santuario Kameido Tenjin, el más
famoso de la zona.
Como todos los santuarios Tenjin, están dedicados al éxito en los estudios y
es muy visitado por los estudiantes.
La entrada es muy bonita, con puente sobre el estanque, donde debería haber
tortugas (Kame significa tortuga y vendría a ser el símbolo del barrio, cuyo
nombre significa "puerta de las tortugas") pero no las vimos (quizás hacía
demasiado frío para ellas).
El recinto está lleno de ciruelos o ume, a los que les faltaba muy poco para
estar en flor 100%. Sin embargo, las pocas flores que ya asomaban nos
sorprendieron: ¡Huelen muy bien!.
Sabíamos que a mediados de febrero es la época de floración del ciruelo, antes
que los cerezos que lo suelen hacer hacia finales de marzo, menos el
Kawazuzakura que florece al mismo tiempo que los ciruelos.
Pero no sabíamos que olían tanto ni tan bien. De hecho, este fue un rasgo que
ayudaba a diferenciarlos de los sakuras que florecen antes.
Otro rasgo son las flores. Las de ume (ciruelo) nacen directamente de la rama, creando
un patrón menos frondoso y con pétalos más redondeados. Los sakuras hacen más
como ramilletes y sus pétalos son puntiagudos (disculpad mi pobre descripción
pero las plantas no son mi fuerte).
Lo que no hay duda es: si te acercas y huele mucho y bien, es ciruelo. ^_^ Yo me
volví muy fan de esta floración durante el viaje.
Plum (ciruelo), Peach (melocotonero), Cherry (cerezo) |
Vistas de la Skytree desde el santuario.
De ahí regresamos al tren y rumbo al Mandarake de Akihabara. ¿Había
olvidado que era sábado hasta que llegamos y vimos el gentío? ¡Lo había
olvidado! En fin, no quedaba otra, paciencia.
Esta vez no compramos nada en el Mandarake y nos fuimos a pie hasta el hotel
en Ueno. Encontrando, de camino, una máquina gachapon con los Jizos que buscaba. ^_^
A lo largo del viaje, solo encontré dos de esas máquinas (la otra en Ameyoko) y logré sacarlos casi todos. Me quedó pendiente uno, pero ya
llevábamos 3 repetidos y Jordi me frenó. jaja
Nunca hemos coleccionado nada de estas máquinas, pero es que los jizos eran
MUY kawaii. ^_^
Al llegar al hotel, descansamos un rato y decidimos bajar a por unos takoyakis
a nuestro garito de confianza
(980¥), que comeríamos en el hotel junto con los eho-maki y las habas de soja.
Mezclamos las del templo con las "fritas" que nos habían regalado en el
puestecillo, y que estaban mucho más buenas obviamente. jeje. Se hizo un poco
pesado el acabarlas, que ya tenemos una edad y no eran pocas, pero cumplimos
con la tradición. ^_^
Acabamos viendo un poco la tele, mensajitos a la familia y a dormir, que al día
siguiente tocaba excursión.
Qué bien detallado está todo. Aunque no muchos comentemos seguro que muchos te leen. Sigue así, gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Eso me anima a seguir contando nuestros viajes 🤭
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