Para nuestro último día en Kyoto teníamos dos opciones: seguir visitando la congestionada capital imperial o escaparnos con el JR-Pass a algún otro lado.
Entre las diferentes excursiones que llevaba como planes B destacaba una: El festival de Inuyama.
Aunque sabíamos que al ser un festival habría mucha gente, el desfile de las carrozas con las linternas al anochecer y el poder visitar otro de los castillos que se conservan de origen en Japón acabó inclinando la balanza a su favor. Poníamos rumbo a Inuyama, "montaña de perros" literalmente.