9 de noviembre de 2018

Kyoto (Castillo Nijo, cuesta Keage y canal de Okazaki)

Tocaba dejar Osaka, la ciudad macarra, y trasladarnos a la antigua capital imperial. 
Aunque la previsión era que el hanami ya estaba acabando en Kyoto, no teníamos dudas que luciría igualmente espectacular. Eso sí, llena de gente. 

Nijo Castle

Pero primero teníamos que abandonar Osaka, y para ello tuvimos que dejar pasar varios metros porque pillamos hora punta y no había quien entrara en ellos con las maletas. Al final, tras esperar desayunando tranquilamente en el andén, llegó uno ya medio vacío y pudimos ir hasta la estación de trenes a coger un shinkansen.
Y con el tren bala fue un corto viaje. En nada estábamos ya dejando las maletas en el hostel, muy cerca de la estación, y tomando el tren hasta nuestra primera visita del día: el Castillo Nijo (600¥). 

Nijo Castle

La construcción que ha sobrevivido es más bien un palacio, no el típico castillo con torre como el de Himeji. Se inició por orden de Ieyasu Tokugawa en 1603 (el primer shogun del periodo Edo y último de los tres unificadores de Japón), fue su residencia en Kyoto y, tras la caída del periodo Edo, pasó a ser usado como residencia imperial por un tiempo (1867). 
Es uno de los edificios de Kyoto que forman parte del Patrimonio de la Humanidad. 

Nijo Castle

Por toda su historia, su belleza y sus jardines, creemos que es una visita top en Kyoto. Además de un pequeño respiro a tanto templo y santuario.

Solo hay una pega, y es que ahora no se puede entrar en cada dependencia para admirar las pinturas de cerca. Las ves desde el pasillo. Nosotros pudimos hacerlo en el primer viaje, que también visitamos este palacio, pero suponemos que tras el aumento de visitantes han tenido que poner medidas. 
El pasillo tiene el famoso "suelo de ruiseñor", cuya leyenda urbana dice que el ruido que haces al caminar es obra de una técnica ninja para delatar a los intrusos. Lo cierto es que se trata de un defecto de construcción.

Nijo Castle

Como no pudimos llegar a primera hora había mucha gente, pero al tratarse de un recinto tan grande, la verdad es que pudimos realizar bien la visita y disfrutar de cada rincón así como de sus jardines. En los cuales, aún quedaban algunos cerezos en flor. 

Nijo Castle
Nijo Castle

Al salir no vimos gran cosa para comer, así que optamos por acercarnos hasta la cuesta Keage, en la zona del canal de Okazaki (ver mapa). Para ello cogimos el metro hasta la estación con el mismo nombre y al salir preguntamos al vigilante como llegar a la cuesta. Nos indicó que saliendo, a la izquierda, veríamos un caminito y por ahí que fuimos. 

keage incline

La cuesta Keage fue muy importante durante la industrialización de Kyoto, porque gracias a esos raíles los barcos que traían mercancía a través del lago Biwa podían superar un desnivel existente y llegar a la antigua capital. 

keage incline

Hoy en día resulta un bonito paseo, en especial cuando están los cerezos en flor, pero nosotros llegamos tarde. Supimos del lugar gracias a Japonismo, y en su web se puede ver como luce con el hanami. 

keage incline

Mientras recorríamos la cuesta, de bajada, vimos una pareja de novios haciendo sesión fotográfica. Les hicimos un gesto con la cámara, como pidiendo permiso para hacer fotos y, como siempre, obtuvimos un asentimiento. 
Las novias japonesas, con el traje tradicional, me siguen fascinando. No se como logran caminar con tantas capas de tela encima, pero los kimonos son preciosos. 

keage incline

Al llegar al canal, tuvimos que tomar una decisión: o bien acercarnos al paseo del filósofo o bien pasear por el canal hasta la entrada del Santuario Heian. Por suerte la elección fue fácil. La calle que iba hacia el paseo del filósofo estaba obturada de gente, masificada vamos, y sabíamos que no había ya cerezos en flor, así que... 

Santuario Heian

A todo esto seguíamos sin comer y lo que veíamos no nos convencía. Preguntamos a mi hermana y cuñado y, tras admirar la gigantesca torii del santuario Heian, decidimos ir hasta la zona del hostel y comer/merendar en el sukiya de la esquina (1100¥ los dos). Empezábamos a notar cansancio y no apetecía pagar por ver los jardines del santuario, que estarían sin los cerezos en flor. 

Tras comer, hicimos check-in y, mientras los chicos iban al Yodobashi Camera (Jordi no dejaba de quejarse de un fallo que tenía nuestro objetivo al enfocar), nosotras pusimos la lavadora y secadora (en Takayama lo hicieron ellos mientras fuimos al onsen, tocaba devolver el favor jeje).
Al finalizar, con la ropa ya seca, nos fuimos a buscarlos al centro comercial. Jordi había fichado un objetivo pero su lado ahorrador seguía dominando la situación (días más tarde la lógica del grupo se impuso y regresaría a por él jeje). 

La cena de ese día estaba muy clara: ¡Honke Daiichiasahi, nuestro ramen favorito de Kyoto! (ver mapa). 
A diferencia de los otros viajes, ahora ya tienen una carta en inglés y con fotos. La van pasando por la cola para que la mires y te toman nota antes de entrar. Cuando te toca el turno (suele haber cola) ya te traen casi al instante tu plato.

Ramen Kyoto

Nos sigue pareciendo uno de los ramens más top que hemos comido (es tonkotsu ramen), pero esta vez nos ubicaron en la mesa que da justo a las escaleras del baño y a veces nos venía un olor a rancio poco agradable... Queremos pensar que fue algo puntual, pero si se puede, evitar esa mesa. 
El ramen en sí sigue valiendo muuuuucho la pena y por solo 700¥ el bol de ramen y 250¥ unas gyozas muy buenas. Mi cuñado aprovechó a pedirse una cerveza, porque no estaba muy cara, 350¥.

Tras la cena, paseíto hasta el hostel y a dormir. El día siguiente iba a ser especial para mi hermana y para mí.




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