Para nuestro último día en Kyoto teníamos dos opciones: seguir visitando la congestionada capital imperial o escaparnos con el JR-Pass a algún otro lado.
Entre las diferentes excursiones que llevaba como planes B destacaba una: El festival de Inuyama.
Aunque sabíamos que al ser un festival habría mucha gente, el desfile de las carrozas con las linternas al anochecer y el poder visitar otro de los castillos que se conservan de origen en Japón acabó inclinando la balanza a su favor. Poníamos rumbo a Inuyama, "montaña de perros" literalmente.
Busqué información sobre el festival y sus horarios, pero en la web en inglés solo pudimos sacar las fechas (primer sábado y domingo de abril).
Así que tocaba tirar de su versión japonesa con traductor Google, donde sí que ponía horarios para cada día y, además, venía con un mapa de la población donde indicaba los horarios, las calles de acceso cortado para los coches y la zona donde dirigían el tránsito de gente para evitar aglomeraciones. Todo en perfecto japones claro está.
Mi profe de japonés me acabó de ayudar a interpretar el mapa, y al menos sacamos algo en claro: Las carrozas desfilaban por la mañana para llegar al castillo, estarían hasta mediodía y de ahí desfilaban por varias zonas, se dividían en grupos y esperarían en un par de lugares hasta el anochecer. Entonces encenderían las lámparas y a desfilar de nuevo.
Bien, al menos parecía que teníamos lo básico. Una vez allí ya miraríamos de informarnos sobre la marcha.
Tienen oficina de turismo en la estación de Inuyama, pero nosotros nos bajaríamos en Inuyama-Yuen, porque quedaba más cerca del castillo (ver mapa con acceso), así que, tocaba espabilarse por nuestra cuenta.
Tras mandar las maletas a través del Lawson al hotel de Tokyo (el chico del hostel nos ayudó a rellenar el formulario), compramos el desayuno y tomamos el tren hasta Nagoya, que entraba en el JR-Pass.
Después, en Nagoya tuvimos que cambiar a la estación de la linea Meitetsu (está al lado de la JR) y comprar el ticket especial donde entraba: i/v en tren desde Inuyama a Nagoya, la entrada al castillo y unos descuentos en las tiendas tradicionales de Inuyama por 1340¥, con lo que te ahorras 410¥. (ver información del ticket descuento)
Llegamos a la estación de Inuyama-Yuen sobre las 12 del mediodía (nos lo tomamos con calma), y al salir ya vimos el paseo que transcurría al lado del río Kiso y desde donde se vislumbraba el castillo en lo alto de la montaña.
Para acceder a la zona tuvimos que dar un rodeo, siguiendo las indicaciones, por unas calles atestadas de gente. Por lo visto aún estaban tramos cortados por el desfile de las carrozas y, por tanto, el sentido de la circulación estaba delimitado.
Por suerte, al llegar a la explanada donde descansaban las carrozas había sitio suficiente y la situación dejó de ser agobiante.
Una vez allí pudimos contemplar varias carrozas, la gente de "las cofradías" (por llamarlas de alguna forma) con sus trajes tradicionales, el ambiente festivo... (¡alguno ya iba muy torcido por la bebida y solo era mediodía!)
Mientras el grupo sacaba fotos a los detalles de las carrozas y a una curiosa familia de Shiba-inus, que resultó ser la sensación del lugar, yo decidí acercarme a preguntar por el desfile de la noche a un señor mayor de la carroza más cercana.
Muy sorprendido de que me dirigiera a él en japonés, me explicó pacientemente y con una sonrisa como iría el tema: En ese momento la mayoría de carrozas se retiraban, desfilando, hacia su zona del pueblo. Allí esperarían al atardecer para montar los farolillos y a las 18h los encenderían para empezar el desfile nocturno. Pero algunas carrozas iban a hacer alguna que otra actuación con unos autómatas que llevan en la parte superior (y que en ese momento estaban tapados con telas).
También nos mostró las sandalias tradicionales, los trajes, nos dijo que podíamos sacar fotos a los niños que les acompañaban (siempre da más reparo ese tema) y lo más importante: ¡Remarcó varias veces que ellos eran de la zona sur, que les fuéramos a ver! Jejeje
Nos despedimos agradeciéndole toda la información y prometiendo que iríamos a verles por la tarde. En ese momento les tocaba irse a ellos y alucinamos al ver como giraban las carrozas: ¡Derrapando! ¡Madre mía! (Disculpad, porque el vídeo lo grabé en vertical)
Como todavía no teníamos hambre, decidimos ir a ver el castillo, que estaba allí mismo.
Al llegar vimos que había cola para entrar, tuvimos que esperar unos 20 minutos. Y es que es un castillo pequeño donde no puede entrar mucha gente de golpe, y sumado a la afluencia de ese día... Pero bueno, nos lo tomamos con calma y aprovechamos para sacar unas cuantas fotos del exterior.
El castillo de Inuyama se construyó en 1537, está entre los doce que se conservan de origen y es uno de los cinco que han sido designados como tesoros nacionales (junto con el de Himeji, Matsumoto, Hikone y Matsue, solo nos queda este último por ver de los cinco).
Dentro, sus escaleras son muy inclinadas, hay que ir con cuidado (y más al ir descalzo). Subimos sin detenernos hasta arriba, desde donde hay unas magnificas vistas al río Kiso.
Y de bajada ya fuimos parando en cada piso para ver los detalles y alguna que otra armadura que tenían expuestas.
Una vez abajo, pasamos por el santuario que está justo al lado y pudimos contemplar diferentes grupos de sacerdotes y sacerdotisas shinto preparados para desfilar.
Justo entonces llegó una de las carrozas y, mientras preparaban los autómatas, un grupo de un canal de TV japonesa nos "asaltó" preguntando si podían hacernos una entrevista. Nos quedamos a cuadros pero accedimos. jeje Querían saber si conocíamos esa celebración, si habíamos visto unos autómatas como esos (nos comentaron que tenían 400 años de antigüedad y nos sorprendimos al ver la actuación porque uno de los muñecos empezó a hacer piruetas sin hilos ni nada que lo sostuviera).
Con la emoción de la entrevista ni nos acordamos de pedirles una foto... en fin. Igual salimos algún día en uno de sus documentales. jeje
Una vez visto el espectáculo ya sí corría el hambre, así que nos fuimos a explorar los múltiples chiringuitos de comida que había. Nos quedamos en una zona cercana al castillo, pero luego vimos que había otras zonas con comida a lo largo del pueblo, imposible quedarse con hambre.
Unos yakisobas, unas patatas asadas con mantequilla y mayonesa (muy buenas la verdad), heladitos (de arándanos y melón) y taiyakis, por unos 1000¥ cada uno. No es la mejor comida del mundo, pero estaba buena y en mitad de un festival, no se puede pedir más. Además era más barata que la comida de los tenderetes que ponen en Kyoto cuando hay festivales.
Con calma empezamos a bajar por la calle principal, entre tiendas tradicionales.
Hasta que llegamos a la zona sur, donde las carrozas empezaban la ardua tarea de montar los farolillos y después encenderlos con velas.
Al rato empezaron a llegar los niños subidos a hombros de los adultos. ¡Ya faltaba poco!
Según iba oscureciendo la imagen de las linternas se hacía cada vez más bonita.
Empezaron a desfilar y les acompañamos un tramo, hasta la esquina de la calle que daba a la estación de Inuyama. Allí decidimos que era mejor ir regresando porque nos quedaban un par de horas de tren hasta Kyoto (eran las 19h) y, si esperábamos a que acabara del todo, igual luego habría congestión de gente para alcanzar el tren.
Llegamos a Kyoto justo para cenar (fuimos al Mc para ir a lo rápido) y a dormir pronto. Al día siguiente tocaba pegar uno de los grandes madrugones del viaje para vivir uno de los días TOP de la ruta: La excursión a los cinco lagos y el Fuji, si se dejaba ver...
Aunque podríamos haber seguido visitando Kyoto, todos coincidimos que acercarnos a disfrutar con calma del festival en Inuyama había sido todo un acierto. Una celebración especial, en una población no tan conocida, acaba siendo fácilmente un bonito recuerdo. ^_^
Me encantan las últimas fotos, con los farolillos...
ResponderEliminarGracias!!! como siempre... es cosa de Jordi ^_^
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