13 de septiembre de 2018

Castillo de Himeji, hanami y Miyajima

Este sería sin duda uno de los días top del viaje: Visitar el mayor castillo de Japón, y además conservado de origen, rodeado de hanami en todo su esplendor y disfrutar de la noche en la mágica Miyajima... ¿Que más se podía pedir?
¿Estar sin hordas de gente? Eso ya era un sueño imposible jeje y por eso nos armamos de paciencia y madrugamos.

Himeji

Tras aprovechar el desayuno tipo buffet del hotel, el único que nos entraba en nuestro viaje, dejamos las mochilas en una taquilla de la estación (300¥), para no tener que desviarnos a la vuelta, y pusimos rumbo al castillo.

Nuestra idea era hacer fotos con calma en la explanada exterior llena de cerezos en flor y ponernos con tiempo a la cola para entrar. Fuimos, en teoría, una hora antes, pero resultó que en época de hanami el castillo abría a las 8:30h en lugar de las 9h y ya había bastante cola. 
Así que, mientras Jordi y mi hermana hacían fotos, los otros dos nos pusimos a la cola. 

Himeji
Himeji

En nuestro viaje anterior, visitamos Himeji en una temporada bastante alta (momiji), pero nada que ver con lo que viviríamos o sufriríamos en pleno hanami. (Ver post del viaje anterior para comparar las fotos y la afluencia de gente). El castillo de la Garza Blanca quedaría literalmente invadido por unas hordas que empuñaban cámaras de fotos. 

Tesoro nacional, Patrimonio de la humanidad, el castillo más impresionante de Japón y uno de los doce que se conservan de origen. Entre los ilustres habitantes y reformadores del recinto estuvo Toyotomi Hideyoshi, uno de los unificadores del país, pero todo eso quedaba ensombrecido por los cerezos en flor que hacían destacar la imponente construcción. 

Himeji
Himeji

Esta vez compramos solo la entrada al castillo (1000¥), porque no nos daría tiempo a ver nada más. Aunque si se dispone de tiempo recomendamos coger la combinada con el jardín Kokoen (1040¥) ya que es muy bonito. 
Al entrar vimos que no dejaban tomar el camino que quisieras, unas vallas dirigían el tránsito de visitantes en todo momento y había montados dispositivos para ir cortando la afluencia. ¡La que se iba a liar ahí ese día! Así que todos como ovejas, subiendo por las calles defensivas del castillo, hacia la torre principal. 

Himeji
Himeji

Al llegar a la puerta tocaba sacarse los zapatos y empezar el ascenso por las escaleras de inclinación vertiginosa de la torre. 
Como teníamos a gente detrás, hicimos pocas fotos de subida, solo donde había algún rellano para apartarse. Pero vimos que de bajada, por otras escaleras, era cuando uno podía caminar más por la estancia y disfrutar del espacio, así que decidimos subir casi del tirón y ya tomarnos con calma la bajada. 

Himeji

En la planta superior se encuentra un pequeño santuario consagrado a la deidad de esa tierra, Osakabegami, considerada guardiana del castillo. Y unas magníficas vistas a la ciudad y al recinto del castillo. 

Himeji

De bajada nos fuimos parando y alejando de las escaleras para poder explorar con calma cada recoveco y buscando los detalles que salían mencionados en el folleto que nos dieron al entrar (lo hay en español): Plataformas para lanzar rocas, escondites para los soldados, estantes para las armas, puertas dobles, etc. 

Himeji
Himeji

Y además, la mayoría de la gente parecía no tener el menor interés en ello, así que bajaban directos y nos dejaban casi solos en esas dependencias. 

Himeji
Trampilla para lanzar piedras, aceite etc, vista desde dentro.
Himeji
Aquí se pueden ver las trampillas desde afuera, los huecos horizontales. 

Al contrario que un museo, el castillo no tiene mobiliario ni piezas decorativas expuestas. Por dentro está vacío y eso hace que algunas personas se decepcionen. 
Pero a los cuatro nos fascina la historia y las construcciones como esa, así que disfrutamos observando los detalles, leyendo la información e imaginando como funcionaba todo en la época de los samuráis. 

Himeji

Salimos de la torre sobre las 9:45h y, a esa hora, la cola que había para entrar era enorme e iban regulando el acceso. ¡Suerte de haber ido tan pronto!
De ahí nos hicieron ir hacia la explanada inferior que da a la torre principal, un lugar precioso para hacer fotos a los cerezos y donde había de diferentes tipos y colores. 

Himeji
Himeji

Después tocaba ir a ver el Nishi no Maru, donde se ubicaban las tropas y el conjunto residencial de la princesa Senhime y las sirvientas. 
En sus pasillos y dependencias pudimos leer sobre la historia de amor de Senhime, nieta del gran shogun Ieyasu Tokugawa, y Honda Tadaoki, el señor que más ampliaría el recinto y le daría la imagen actual al castillo. Y es que poderse casar por amor en aquella época era todo un logro.

Himeji
Himeji

Desde el patio que da al Nishi no Maru hay unas vistas preciosas a la torre principal del castillo y es otro rincón rodeado de cerezos. (El vídeo lo grabé para la familia, pero me gusta porque se ve bien la cantidad de cerezos que había).

Himeji


Estuvimos mucho rato fotografiando la estampa de postal y al salir al exterior, a eso de las 12h, alucinamos: Una cola enorme para acceder al castillo, donde avisaban que había una hora de espera para poder entrar a la torre principal, y la explanada llena de las típicas lonas azules para hacer el picnic y familias disfrutando del hanami.

Himeji

Por cierto, quien quiera los sellos del castillo y calcar en una hoja, con carboncillo, los símbolos de dos clanes, hay que entrar en la caseta de información y reserva de guías que hay a la izquierda antes de las taquillas.

Saliendo nos tomamos unos helados de sakura y black sesame (300¥), como siempre muy ricos, y nos fuimos a recoger las mochilas de la taquilla. Compramos unos sandwiches para comer en el tren y rumbo a Hiroshima.
La verdad es que me quedé con ganas de visitar el monte Shosha, pero ninguna de las dos veces que hemos ido nos ha dado tiempo. Para ello tendríamos que dedicar el día entero a Himeji.

Como queríamos ver la marea baja en Miyajima (web para ver las horas de las mareas), dejamos Hiroshima para el día siguiente y fuimos directos a la isla.
Así que,tomamos el tren hasta Miyajimaguchi, cogimos el ferry que entra en el JR-Pass (ver horarios) y nos quedamos en cubierta para poder ver la aproximación a la isla y la Torii de lejos.

Miyajima
Miyajima

Esta isla sagrada, en la que antaño no se podía morir ni nacer, en realidad se llama Itsukushima, nombre del santuario principal. Pero todo el mundo la conoce por Miyajima, literalmente "isla del santuario".
Y para nosotros es uno de los Top de Japón, en especial cuando cae la noche y solo quedan las personas que se alojarán en ella.

Nada más salir del ferry nos empezamos a cruzar con los habitantes más llamativos del lugar: los ciervos. ¡Ojo, que son sagrados! Mensajeros de los dioses.
En la isla, a diferencia de Nara donde venden galletas especiales, está prohibido darles de comer, así que por favor, respetemos las normas. Por desgracia vimos algún turista dándoles vete a saber que y pueden caer enfermos.

Miyajima
Miyajima

A esas horas la isla aún estaba llena de gente, pero ya empezaba a irse la mayoría (eran las 16:20h y, aunque el último ferry sale sobre las 22h, mucha gente se va entre las 17 y 18h para llegar a tiempo a casa o al siguiente destino).

Miyajima

Como la marea baja no duraría mucho, nos fuimos con las mochilas directos a la gran Torii del santuario Itsukushima, Patrimonio de la Humanidad y conocido como el santuario flotante por quedar cubiertos sus pilares al subir la marea.

Miyajima
Miyajima

En la zona se mezclan los turistas buscando las fotos más bonitas de este símbolo de Japón, junto con los mariscadores que remueven la arena antes de que la marea se la tape de nuevo.

Miyajima

Estuvimos un buen rato admirando la torii y haciendo mil fotos desde todos los ángulos. Y es que sus casi 17 metros de altura imponen.
Suerte del calzado impermeable porque en algún momento tuvimos que saltar tramos de agua que empezaba a rodearnos. Y es que al ser llano la marea sube rápido.

Miyajima
Miyajima

Después aprovechamos que las tiendas aún estaban abiertas para comprar unos momiji manju para el desayuno del día siguiente, ya que estas estarían cerradas todavía cuando nos levantáramos.
El momiji manju es un bizcocho típico de la isla, con forma de hoja de arce y relleno de diferentes cosas: chocolate, anko, té matcha, queso, crema, etc.
Los venden en todas las tiendas, y en algunas puedes ver como los hacen en unas máquinas con moldes. Pero los precios varían y los más baratos están en las tiendas que quedan cerca de la torii (90¥) y los más caros cerca del ferry.
Aunque pueda parecer raro el sabor, nuestros favoritos son los de queso. jeje

Miyajima
Miyajima

Con el tema del desayuno solucionado, nos fuimos a hacer el check in en el ryokan (ver post), donde la mujer nos recibió con el mismo entusiasmo y amabilidad de la primera vez.
Tras confirmarme que había reservado la habitación Gunjo, la más bonita, para mi hermana y cuñado (una pequeña sorpresa que les tenía reservada y que les gustó mucho), nos dio el mapa con la información sobre que visitar y los restaurantes, donde nos remarcó que la mayoría cerraban pronto, como ya sabíamos.
Nos mostró los dos ofuros (baños tradicionales) y, como vimos que no había nadie en ese momento, decidimos dejar las cosas e ir cada pareja a uno de ellos a relajarnos. ^_^

Miyajima

Como el restaurante que nos interesaba cerraba a las 21h, nos fuimos a cenar sobre las 19:45h y estaba bastante lleno, así que no pudimos sentarnos en las mesas con tatami que tanto nos gustan.
Aún así mereció la pena, porque la comida está muy buena y bien de precio. Se llama Yosakoi y está en el paseo marítimo, cerca del Starbucks, y tiene unas escaleras en la entrada (ver mapa).
Nos pedimos unos Okonomiyakis (900¥), plato típico de la zona junto con las ostras, y estaban de vicio. Mi hermana se pidió un menú Oyakodon (1200¥) y también le encantó. (Ver post sobre comida japonesa)

Miyajima
Miyajima

Lo bueno de cenar pronto es que te permite estar un buen rato haciendo fotos nocturnas a la torii iluminada y al paseo con los farolillos.

Miyajima
Miyajima

En ese momento la marea estaba alta. Lo bueno es que la torii iluminada y rodeada de agua es preciosa. Lo malo es que hay un barco de turistas que va pasando por debajo de la torii cada poco. Así que hay que plantar trípode y paciencia.

Miyajima

A esas horas el ambiente de paz y tranquilidad que se respira en la isla es increíble. Hay a quien le parece aburrido, a nosotros nos encanta.

Miyajima

Por detrás del ryokan se veía una zona, a lo alto, con cerezos y farolillos encendidos de color rosa, así que decidimos acercaros para cotillear y también a hacer algunas fotos.
Aunque allí estuvimos poco rato, porque en uno de los extremos, que tenia unas preciosas vistas al mar, había una parejita joven hablando y decidimos no interrumpir por más tiempo su intimidad. jeje

Miyajima
Miyajima

De vuelta al alojamiento, nos hicimos unas fotos divertidas en yukata, y mientras Jordi decidió bajar de nuevo al ofuro, los demás nos tomamos unos tés en la habitación mientras mandábamos las fotillos de ese día tan bonito a la familia.
Habíamos visto el hanami en su máximo esplendor en dos lugares muy emblemáticos: El castillo de la garza blanca y Miyajima.
Al finalizar nuestro viaje los cuatro estuvimos de acuerdo, éste fue el gran día. ^_^

Y con ese sentimiento de felicidad por los objetivos cumplidos, nos fuimos pronto a dormir. Al dia siguiente tocaba madrugar para disfrutar la isla antes de que se volviera a llenar de gente.

Himeji




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...