9 de septiembre de 2018

Hida no Sato y Hanami nocturno en Himeji

En 2012 Jordi y yo visitamos Hida no Sato en vez de Shirakawago, y pudimos disfrutarla a solas, bajo la nieve. Nos pareció realmente espectacular y nos gustó que, al ser aldea museo, pudimos aprender mucho sobre como se vivía en la zona en la época Edo.

En este viaje tocaba decidir de nuevo entre ambos lugares. Shirakawago en bus resultaba caro, así que pensamos en hacerlo en coche de alquiler y, de paso, ver otras aldeas cercanas que no están tan masificadas como Shirakawa (Ainokura y Suganuma). La idea la sacamos del blog "A proposito de mi". ¿Problema? Ellos fueron en verano, nosotros a finales de marzo y, consultando por mail, desde la oficina de turismo nos advirtieron que en esas fechas podría: o estar nevado (como nos pasó en 2012) o como mínimo haber hielo en las carreteras de montaña por la mañana y podría resultar peligroso conducir en esas condiciones sin estar acostumbrado. Con esa información desechamos la idea de la ruta en coche.

Entonces: ¿Shirakawago o Hida no Sato? Para nosotros, pagar los más de 4000¥ de bus solo estaba justificado si el paisaje estaba en una fase bonita (nieve o verde), pero este año ya no había nieve y estaba todo marrón (previo al verde de primavera/verano). Si le sumamos lo masificado, el que no tienen tantas explicaciones (un punto que mi hermana y cuñado también valoran mucho como nosotros) y que hay que pagar en cada casa que sea visitable...
Pues como a Jordi y a mí no nos importaba repetir, Hida no Sato fue la elegida.

*Nota: Unos amigos que fueron en agosto, me comentan que si se va en el primer autocar del día a Shirakawa, en esa época se puede disfrutar sin gente durante un tiempo (hasta que empiezan a llegar más autocares). El truco es dejar el mirador para el final e ir directos a la aldea. Y reservar en la web el autocar con antelación, porque al llegar ya no quedaban plazas. 

Hida no sato

Tras dejar las mochilas en la recepción del hotel y comprar el desayuno, fuimos a la estación de buses y compramos el billete combinado para ir a Hida no Sato (930¥ bus i/v más entrada).
Cogimos el primer bus del día, a las 9h (ver horarios), y poco antes tocaba que saliera uno hacia Shirakawa. Bien, en el nuestro solo íbamos nosotros y una señora, que resultó trabajar en la aldea museo. Para Shirakawa no salió un autocar no, ¡salieron dos! (Si cuando decimos que en temporada alta se masifica...).

Como curiosidad, de camino a Hida no Sato (se tarda 10 minutos en llegar), a las afueras de Takayama, se puede contemplar un templo enorme, algo raruno (con una mezcla de simbologías y arquitectura de diferentes religiones).
El Mahikari-kyo es un templo dedicado a una nueva religión llamada "Luz verdadera". Y por lo visto se puede reservar visitas guiadas (ver información).

Hida no sato

Al entrar en la aldea, nos dieron un mapa con las rutas marcadas (nosotros escogimos la larga, para ver todas las casas) y una breve explicación, que se vería ampliada en cada casa.

Hida no sato

Hida no Sato es un museo al aire libre que exhibe más de 30 casas tradicionales de la región de Hida.
Las casas fueron construidas durante el Período Edo (1603 - 1867) y fueron reubicadas de sus lugares originales para crear el museo en 1971. Entre ellas, varias granjas gassho-zukuri de Shirakawago.

Hida no sato

Así que, en una sola visita podemos comparar diferentes estilos de casas, según el estatus de la familia, de la actividad comercial que tenían, etc. Y todo bien dispuesto, como si caminaras por un pueblo real.

Hida no sato
Hida no sato

Todos los edificios están bien conservados, y cada día encienden los hogares porque el humo ayuda a conservar la madera y el tejado de paja. Este proceso, el de cambiar los tejados cada 40 años aproximadamente, el como se criaban los gusanos de seda y otras actividades que se realizaban en la zona son bien explicadas en paneles informativos que hay en cada edificio. En alguno de ellos incluso se puede coincidir con algunos artesanos elaborando productos con las técnicas tradicionales.

Hida no sato


En una de las casas más grandes, y donde coincidimos con un simpático artesano que nos explicó y mostró las zapatillas tradicionales, pudimos sentarnos cerca del fuego y tomar una sopa de setas calentita muy buena y gratis. Algo que agradeció nuestro cuerpo porque, a pesar de no haber nieve, el ambiente era frío y eso de descalzarse para entrar a las casas y pisar madera helada...

Hida no sato
Hida no sato

Otras de las casas tienen exposiciones con objetos de la vida cotidiana de la época, utensilios para trabajar en el campo, etc.

Hida no sato
Hida no sato

Un pequeño chasco nos lo llevamos con "la fuente de la juventud". En el primer viaje salía en el mapa y nos acercamos a ella, de donde acabé bebiendo.
Pero esta vez vimos que en el plano no salía ya indicada y al acercarnos a la zona comprobamos que ya no existía. ¡Estaba seca! Se ve que la fuente repartía juventud pero no se quedó un poco para ella. jeje

Hida no sato

Nos tomamos la visita con mucha calma. Aunque había más gente que en nuestra visita anterior (algo no muy difícil, las cosas como sean), la verdad es que podías estar completamente solo en las casas y sacar fotos tranquilamente. Una gozada de visita, a la que acabamos dedicando 4 horas.

Hida no sato
Hida no sato

Al salir, nos fuimos a ver la tienda de souvenirs de la aldea que se encuentra junto a la parada de bus y en ella compramos unos Sarubobos para la familia.
El Sarubobo (bebé mono) es un amuleto de la zona. Tradicionalmente era de color rojo y las abuelas los hacían como protección para la familia, que las hijas tuvieran un buen parto, etc.
Actualmente los hacen de más colores, según se quiera suerte en el dinero, amor etc. Nosotras compramos los tradicionales (490¥).
En Takayama también se pueden ver esculturas de este curioso "muñeco".

Takayama

Regresamos a la ciudad y, tras recoger las mochilas, compramos unos bentos para comer en el tren y nos despedimos de la bonita región de Hida. Nos esperaban bastantes horas de tren hasta Himeji, donde llegaríamos al anochecer.


Durante la hora que teníamos de enlace en Nagoya nos pudimos hacer unas fotos con nuestros personajes favoritos de anime. ^_^


Tras dejar las mochilas y hacer el check-in en el hotel de Himeji, cogimos las cámaras con los trípodes y nos acercamos al castillo, donde había muchísima gente con el mismo pensamiento que nosotros: disfrutar del hanami y de las vistas a la fortaleza iluminada.

Castillo de Himeji

Esa noche las personas no iban por la historia del lugar, si no por su belleza. Familias enteras estaban cenando a los pies de los cerezos y decenas de trípodes se apostaron en la explanada.

Castillo de Himeji

Nos tiramos un buen rato haciendo fotos y es que la fotografía nocturna gusta mucho en mi familia. jeje

Castillo de Himeji

Castillo de Himeji

Pasado un buen rato había que plantearse el cenar. Fuera del parque había muchos chiringuitos que vendían comida por el hanami, pero nos dio un poco de pereza salir para comprarla y volver a la zona del castillo. Teníamos que intentar descansar para madrugar al día siguiente, así que, tomamos rumbo al hotel y cenamos en un Matsuya que había en la misma calle.
El Matsuya es otra cadena de gyudon, y estaba bueno y muy barato (500¥), pero la verdad es que nos gusta más el Sukiya.


Con la bonita imagen del castillo iluminado nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente regresaríamos, esta vez sí, para adentrarnos en su historia.
Castillo de Himeji



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