4 de agosto de 2023

Vuelo y llegada a Tokyo 5.0

Debemos confesar que nuestro viaje ya no empezaba del todo bien: Una semana antes habíamos empezado con síntomas catarrales y a mí, que por temas de salud tenían miedo me derivara a bronquitis, me habían mandado antibióticos. 

Pero bueno, con nuestros tests covid+gripe negativos, mascarillas (estaría bien seguir con la costumbre de no contagiar nada a nadie) y mi antibiótico p'allí que fuimos. Total: Esto en un par de días se pasa ya. ¡Ja!, dijo Murphy. Pero vayamos en orden. 

Intentamos llegar pronto a facturar para ver si lográbamos sentarnos juntos ya que, últimamente, las grandes compañías se han sumado a lo de: paga si quieres asegurarte el asiento (y no resultan baratos dichos asientos). Algo que, sinceramente, me pone de muy mala leche porque no son vuelos lowcost. Recordemos que éstos nos habían costado 1200€ cada uno! En fin... (ver post de preparación).

La chica hizo lo que pudo, pero en el vuelo largo nos dijo que iríamos separados, uno delante del otro... Pues nada, facturamos y hacia la puerta de embarque.

El primer vuelo con Lufthansa salía con retraso por las huelgas en Alemania. Por suerte, la escala era larga, así que no sufrimos en ese sentido. Al ser un vuelo corto no entra comida, pero nos dieron una chocolatina y una botella de agua. El avión correcto y el vuelo sin mayor percance que la hora de retraso.

Una vez en Frankfurt, nos hicimos con unas butacas cómodas, donde poder estirarte, con enchufe para mantener los móviles cargados, y a esperar que pasaran las horas. 

Una vez dentro del vuelo de ANA, un japonés que viajaba solo y a nuestro lado, nos dijo de cambiar asientos para que fuéramos juntos, cosa que le agradecimos mil (no éramos los únicos pasajeros en esa situación, y preguntando a las auxiliares de vuelo por posibles cambios de asiento. La verdad que no entiendo porque las grandes compañías se meten en este percal de los asientos). 

Como era de esperar de una compañía japonesa, el avión estaba muy bien, cómodo, los baños eran tipo washlet (de los de botoncitos) y buena atención. Nos dieron cena y desayuno (siempre con alguna opción japonesa), a parte de pasar varias veces ofreciendo bebidas y snacks, y el número de películas en español (latino) era bastante amplio. 

Al llegar a Haneda, nosotros fuimos pasando directos los controles, por aquel entonces aún había el control covid, mientras algunas personas, que no habían rellenado la documentación de la app visit japan, se paraban a realizar todos los trámites. 

Aunque ya no sea obligatorio, por que han eliminado el control covid, seguimos recomendando instalarla para los trámites de aduanas e inmigración. Porque resulta todo más rápido y ágil. 

Tras pasar el control de entrada, donde te toman la foto, fuimos a la sección de aduanas, cogimos la maleta, fuimos a las máquinas con el QR de la app y de ahí a las puertas automáticas de salida. Donde nadie nos miró la maleta y donde, a diferencia de la salida sin el tramite de la app, no había nada de cola. 

En poco más de una hora estábamos fuera y camino al monoraíl que nos llevaría hasta la estación de Hamamatsucho y de ahí la JR Yamanote hasta Okachimachi, donde teníamos el hotel (unos 40 min).

Aunque se puede usar la SUICA/PASMO (tarjeta prepago que llevábamos de años anteriores, ver post), al llegar en fin de semana podíamos usar el ticket descuento de "monoraíl+Yamanote" por 500¥. 

Se ha de pagar, o recargar las prepago, en efectivo. ¡Pero no hay problema! Justo al lado hay un cajero 7Bank para que podamos sacar dinero nada más llegar. 

A pesar que el hotel no estaba muy lejos, el trayecto se nos hizo largo. Yo apenas duermo en los vuelos, sumado a que iba aún arrastrando el catarro-principio de bronquitis... pero no solo era yo, Jordi me dijo que él empezaba a encontrarse también demasiado cansado. Bueno, nos dijimos que sería cuestión de descansar.

Llegar a la zona de Ameyoko me hizo mucha ilusión, siempre decimos que es nuestro barrio y, a pesar del cansancio, una sonrisa vino a mi cara de inmediato. ¡Volvíamos a estar ahí! (por cierto, a mi esa zona me huele siempre a comida jeje).

En el hotel el check-in fue muy rápido (ver post alojamientos). Como ya eran las 20h, salimos a por unos takoyakis en el puestecillo de siempre (8 takoyakis 500¥), pillamos un tamago-sando (sandwich de huevo que me encanta) y un agua en el conbini (356¥) y al hotel a descansar. Eso sí, con la decepción de que el puestecillo de taiyakis, al que iba desde 2012, ha cerrado. 😢


Tras la cena, Jordi seguía encontrándose peor y le vino algo de fiebre. Así que, antipirético y a esperar que fuera el cansancio y con dormir se le pasara. 
Decidimos no poner despertador, mejor recuperar fuerzas y ya sobre la marcha decidir que veríamos al día siguiente.


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