Jordi había pasado la noche con algo de fiebre hasta la hora del desayuno. Así
que, optamos por desayunar en la habitación (bajé al conbini a por unos
onigiris y bebidas) y seguir descansando hasta que se encontrara con fuerzas
para salir.
Hacia mediodía decidimos ir a dar una vuelta por el parque Ueno y así ver que
tal íbamos de energías.
Era domingo y, aunque no estaban todavía a full,
los sakuras empezaban a florecer, así que, había muchísima gente.
La zona donde más cerezos estaban en flor se encontraba llena de los típicos
plásticos azules con gente celebrando el hanami. Este año se había adelantado
en Tokyo y, contra todo pronóstico, podríamos verlo de nuevo.
Tras pasear un poco y acercarme al santuario
Hanazono Inari, mi rincón favorito del parque, nos pasamos por la estación de Ueno para
cambiar los vouchers de los JR Pass y, de paso, hacer las reservas de los
Shinkansen de largo recorrido que íbamos a usar en los próximos días (vídeo de como hacer las reservas).
Tocaba comer algo así que nos acercamos a un Sukiya a por nuestros clásicos
bols de arroz con carne (el mío con quesos y huevo y el de Jordi con
cebolleta). Allí descubrimos que ahora tenían tablets desde donde pedir en
la mesa. Los dos bols medianos costaron 1200¥ y, como siempre, bebimos el agua
gratis que ofrecen en los restaurantes.
Tras comer, Jordi se vio con fuerzas de ir hasta el Skytree, que siempre lo
habíamos visto de lejos, y de paso frikear un poco por las tiendas que hay en
el centro comercial Solamachi. Entre ellas, una Pokemon Store y un Donguri Garden (de Ghibli).
Al salir había oscurecido y pudimos contemplar sus 634 m iluminados, siendo
la estructura más alta de Japón.
Arriba hay un mirador, pero es de pago y no entraba en nuestros planes el
subir.
Antes de regresar al hotel, hicimos una parada para ver el Sensoji de noche.
Pero antes de acercarnos entramos en la oficina de información, justo en
frente, que tiene un mirador en la zona de la cafetería y cuyo acceso es
gratuito.
El que es el templo budista más famoso de Tokyo, y por tanto se llena de gente
durante el día, pasa a ser un recinto más tranquilo por la noche con todos
sus edificios iluminados.
Yo ya lo había visto así pero Jordi siempre había venido de día, así que
aprovechamos.
Para cenar nos acercamos a un Kura sushi, que tan de moda se están poniendo gracias a su minijuego.
El Kura es una cadena de kaiten-sushi (cintra transportadora), donde vas
pidiendo los platillos en la tablet y te llegan a tu mesa. El precio va de
115¥ a 350¥ aprox. según el producto. Cuando has terminado, pones los platos
a través de una ranura y cada 5 se activa un mini juego en la pantalla (en
verdad no has de hacer nada, es solo una animación). Si ganas te dan una
bolita de gachapon con alguna cosilla dentro (chapas, imanes, etc).
A veces hacen colaboraciones con animes (cuando fuimos estaban con El
detective Conan).
Nosotros no comimos mucho ese día, se notaba que no estábamos finos, sobre
todo Jordi (unos 1600¥ entre los dos) y no nos tocó nada.
Y, aunque repetimos otro día por lo del juego, he de decir que nos gusta más
la variedad de sushi que hay en la cadena kaiten-sushi Sushiro.
Pues nada, con nuestro primer sushi y Jordi notando que seguía sin estar fino,
nos fuimos a descansar. A ver como evolucionaba...
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