26 de julio de 2019

Safari Tanzania: Parque Nacional de Manyara

Aunque fue el parque más pequeño que visitamos y el que tiene menos diversidad y abundancia de animales, Manyara nos ofreció una variedad de paisajes preciosa y algún que otro encuentro sorprendente.

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Este parque, cercano a Arusha, vuelve a tener un clima muy caluroso y húmedo, como Tarangire. Además de abundancia de moscas Tse-Tse, de las cuales nos habíamos olvidado en Serengeti.

Pero como comentábamos, sorprende por la variedad de su ecosistema y por la visión del gran lago que cubre parte de su extensión.
Bosque tropical, otra zona de acacias, marismas... todo en una misma zona. Eso sí, hay que tener en cuenta que en época de lluvias gran parte queda impracticable. Y pudimos entender el porqué al llegar a la zona de las marismas: ¡La carretera está casi a nivel del agua!

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Aunque son famosos los leones trepadores de este parque, ya avanzamos que no vimos ninguno. El espesor de sus bosques hace que sea muy difícil la visión de felinos y, por tanto, no sería la mejor elección si queremos verlos.
Sin embargo, es un buen lugar para disfrutar de una variedad de aves muy amplia. Un paraíso para los ornitólogos, vamos.

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Nosotros no entendemos mucho de aves, pero Lázaro intentó que aprendiéramos un poco más sobre las diferentes especies y sus características.

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Uno que me llamó la atención fue el calao de mejillas plateadas (en especial por identificar que era un calao). jeje

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Otros animales que abundan son los monos. Entre ellos, grandes manadas de babuinos.

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Monos de cara negra (mono vervet).

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Y una nueva especie que pudimos contemplar en este viaje, los monos azules.

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Otros de los animales que pudimos observar fueron búfalos, hipopótamos (que sobresalen de la marisma cual rocas)...
Sorprende el como la marisma parece un prado a lo lejos... ¡Pero no! Es agua.

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Ñus, cebras, gacelas e impalas...

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Y tuvimos un par de encuentros con lagartos monitores o varanos. Uno de ellos estaba nadando. La verdad, no me esperaba ver especímenes de esa familia reptiliana. Toda una sorpresa.

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Pero, sin duda, el encuentro más sorprendente fue ver de nuevo una manada enorme de elefantes justo a nuestro lado.

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Empezaron a salir de entre los árboles, parándose a comer al borde del camino. Así que, detuvimos el coche para no asustarlos (había además muchas crías) y dejamos que ellos fueran a su ritmo, decidiendo por donde pasar.

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Es un animal majestuoso y que me sigue imponiendo mucho respeto. Tanto, que cuando uno de ellos decidió pasar casi rozando el coche (con tooodo el espacio del mundo para cruzar) creo que contuve la respiración.


Estuvimos un buen rato, en silencio eso sí, maravillados ante semejante visión. Conscientes de que posiblemente sería la última gran escena de nuestro safari por África.

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Puede que no fuera el parque más impresionante de los cuatro, pero nos regaló ese instante tan bonito.

Como comento en el post de Preparación, Manyara se recorre en poco tiempo y, por tanto, dispusimos de la tarde libre para descansar. Algo que necesité puesto que empecé a encontrarme mal por la fatiga, tal y como relato en el post sobre viajar a Tanzania con Esclerosis Multiple.
En teoría nos quedaba un día más para disfrutar de Arusha, pero los planes se torcieron (por culpa de mi salud) y Manyara resultó ser el último buen recuerdo del safari.

Para mí, la prioridad del viaje era disfrutar de los animales en libertad. De ahí que centrara todos los días posibles en visitar parques. Y todos y cada uno de ellos, en mayor o menor medida, nos acabaron regalando alguna bonita estampa.
Así que, a pesar de mi agotamiento final, puedo decir aquello de:

¡Sueño cumplido! ^_^


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