9 de julio de 2018

Tokyo (Yanaka, Ueno y Akihabara)

Amanecía en nuestro primer día en Tokyo del Japón 3.0. Un día en el que mi hermana y cuñado podrían disfrutar tanto de zonas tradicionales como de la modernidad de Akihabara. 
¿Y lo mejor? ¡Pillábamos la ciudad en pleno Hanami! Los cerezos en flor nos acompañarían toda la mañana. 

Ueno

El día empezó bastante bien porque, a excepción de mí (que me desperté un par de horas antes), el resto pudieron descansar. 

Aún así, por si acaso, había planeado ese día como periodo de adaptación: paseos tranquilos, disfrutando de los barrios. 
La primera parada fue el Family Mart, donde cogeríamos cada día el desayuno. Como era su primera vez en un combini, nos lo tomamos con calma, examinando los diferentes cafés (acabó ganando un Georgia con leche y toque de caramelo), los onigiris (bolitas de arroz rellenas de muchas cosas, la mejor el tuna-mayo), sandwiches.... y lo más importante: buscar bebidas sin lactosa para el desayuno de mi hermana. 
Hay unas bebidas a base de soja, con diferentes sabores, pero ella no es muy fan. Así que se fue directa a los zumos y acabó eligiendo uno que estaba MUY bueno (luego leí que era un zumo con manzanas de D.O. No se, la caña vamos jeje). Ese zumo pasó a ser su elección principal de cada día. 

Con el desayuno comprado (ya pararíamos a comerlo más adelante), empezamos a mostrarles una zona del barrio de Yanaka. 
Esta zona es una de las pocas de Tokyo que no fue devastada por las bombas y los incendios de la II. G.M. y por tanto, es como pasear por un casco antiguo, con aires a la época Edo. 
Hay una calle comercial, llamada Yanaka Ginza, muy curiosa y llena de tiendas de barrio tradicional, pero como siempre nos levantábamos temprano y regresábamos de noche, no las pudimos ver. 

Cruzamos la estación y nos adentramos en el cementerio de Yanaka, que está totalmente integrado con el barrio: tiene alguna avenida, hay viviendas, una escuela justo al lado... Es otro concepto de cementerio el que tienen en Japón.

Yanaka

Justo en la entrada se encuentra el templo Tennoji, un pequeño remanso de paz, con detalles en su jardín muy bonitos. La entrada es gratis. 

Yanaka

Yanaka Yanaka
























Enfrente del templo, la gran avenida llamada Sakura-dori (calle de la flor de cerezo). Su nombre lo deja claro: ¡Los cerezos estaban en su mejor momento!
Llegar y ver eso... Tuvimos mucha suerte. 

Yanaka

Fuimos callejeando por el cementerio, observando pequeños detalles, viendo casas antiguas... y acabamos llegando a la tumba de Yoshinobu Tokugawa, el último shogun, que perdió delante de la restauración Meiji

Yanaka
Yanaka

Justo al salir del cementerio, vimos una calle residencial con cerezos en flor y con unos lugares donde poder sentarnos a desayunar, así que allí nos plantamos con nuestro mini picnic. 
¡Eso sí! Hay que recordar que en Japón apenas hay papeleras en la calle, así que nada de dejar la basura por ahí. A la bolsa hasta que encontremos donde soltarla. Siempre destacamos lo limpias que suelen estar sus calles, así que colaboremos con ello. 

Yanaka

Tras reponer fuerzas, y echarnos unas risas al ver pasar mini hormigoneras y camiones de la basura, todos cromados (¿porque tanto cromado en camiones?) pusimos rumbo al parque Ueno, que estaba allí al lado. 
Este gran parque fue originalmente terreno del templo Kaneiji, que pertenecía al clan Tokugawa. Tras las guerras Boshin, donde derrocaron al Shogun finalizando así el periodo Edo (1868), quedó arrasado, puesto que fue el lugar de la capital donde se libraron las últimas batallas antes de la rendición de la ciudad. 
Después de la batalla, los terrenos del templo se convirtieron en uno de los primeros parques de estilo occidental de Japón y se abrieron al público en 1873. Actualmente alberga varios museos, templos y el zoo entre otros.

Ese día entramos a la altura del zoo y lo flipamos: ¡Una de gente brutal! 
Vale que era Hanami pero eso no era normal, no podía serlo. Y según nos acercábamos vimos que de la entrada del zoo salía una cola descomunal de gente, esperando para acceder a él...
Ahí pasaba algo sin duda, así que me fui a preguntar a una de las chicas que organizaban la cola: ¡Había nacido un bebé panda! Y claro, eso allí es todo un acontecimiento. 
Hanami (el parque tiene más de 1000 cerezos) + Bebé panda = Parque Ueno a reventar de gente. Tocaba tener paciencia y pasear con calma, contemplando lo que se pudiera. 

Ueno
Ueno

Eso sí, increíble la limpieza y lo bien organizado que lo tienen, con muchos lugares donde dejar la basura y reciclar.

Ueno

También pudimos contemplar la típica estampa de la gente durmiendo o pasando el rato sentados, mientras guarda el sitio para que su grupo (empresas, amigos, etc.) pueda celebrar una comida debajo de los cerezos: la celebración llamada Hanami. 

Ueno

A pesar del gentío pudimos desviarnos a ver la tumba dedicada a los shogitai (guerreros del shogun que perdieron), la estatua de Takamori Saigo (uno de los generales más importantes de las filas del Emperador y que acabó protagonizando una revuelta contra él, que inspiró la película del último samurai) y el pequeño santuario Gojo-Tenjin, cuya entrada recuerda a un mini Fushimi Inari (están dedicados a la misma divinidad) y que es un rincón del parque que me encanta. 

Ueno
Ueno

Por último, nos acercamos al estanque Shinozabu, lleno de puestos de comida y con mucho ambiente, en especial en la zona del templo Bentendo (dedicado a una de las divinidades de la fortuna), de donde salía toda una avenida de cerezos... ¡Precioso!

Ueno
Ueno

Nos tomamos un tiempo para disfrutarlo e intentar hacer fotos lidiando con los chinos. Y es que ésta sería la dinámica en mucho lugares: batallar con las hordas de chinos que les da igual la gente que estuviera esperando para hacer una sola foto. Ellos se pondrán en medio y se tirarán media hora de sesión fotográfica. Y los que lo han vivido como nosotros (que ya van dos veces, la primera en el momiji de 2016) ya sabrán de lo que hablamos.

Pero bien, con paciencia y meditación logramos las fotos. jeje 
Al regresar a los puestos de comida no pudimos evitar que cayeran unos kakigoris (hielo picado con sirope) (300¥), que ayudan a combatir el calor. Y es que nos estaba haciendo un día increíble y pegaba calor. 


De ahí nos fuimos a la estación de Ueno y de camino fuimos corroborando que es el barrio de los pandas.

Ueno
Ueno

En la estación hicimos básicamente tres cosas importantes:
1-Recargar las IC cards y sacarles dos más a mi hermana y cuñado.
2-Ir a cambiar el voucher por el JR Pass, además de hacer las reservas de los trenes. Esto lo han cambiado un poco, ahora hay un mostrador donde cambias el JR Pass (en la cola te dan para que vayas rellenando datos) y solo te dejan reservar Shinkansens para uno o dos días (no recuerdo exactamente, pero no todos). Si quieres reservar más, como fue nuestro caso, pues hay que ir a los mostradores de reserva normales.
3-Empezar nuestra maratón de "estampitas" japonesas ^_^ (en las estaciones, los monumentos, oficinas de turismo... allá donde hubiera estampita nosotras íbamos jeje Y si no la encontrábamos, pues a preguntar). Nos hemos vuelto con una buena colección. Y lo de maratón... Bien, por alguna de ellas literalmente corrimos. jajaja Pero eso ya llegará.

Con los deberes hechos, salimos a pasear por Ameyoko, un mercadillo al aire libre, bajo las vías del tren. El nombre viene de "America Yokocho" (callejón de América), porque muchos productos estadounidenses solían estar disponibles allí, cuando la calle era el sitio de un mercado negro en los años posteriores a la II. G.M.
Ahora hay desde calzado, ropa, souvenirs, cosméticos, dulces, pescado seco, etc... Y entre callejones, muchos chiringuitos de yakitoris (brochetas de pollo) para comer algo.

Ueno

Nosotros optamos por comer en el Sukiya y así mostrarles una de nuestras cadenas favoritas. ¿Resultado? Acabó siendo también su cadena favorita. jeje Y es que, por su calidad-precio, está muy bueno.
Además, le pregunté en japonés si uno de los platos podía ser sin cebolla (que a mi hermana no le gusta) y, tras un momento de reconfirmación repetitiva en plan "Sin cebolla, pero con cebollino" (la chica quería asegurarse de haberlo entendido bien) pudimos disfrutar todos de nuestros Gyudon (arroz con carne de ternera), unos con cebollino y huevo y otro con queso, al que acabé echándole el extra de huevo porque descubrí que quedaba más bueno todavía jeje.
Lo mejor es que puedes pedir el tamaño que más te apetezca. Normalmente Jordi, mi hermana y yo pedíamos el mediano (con hambre normal) o el pequeño (sin mucha hambre) y mi cuñado estaba entre el grande o XL (según el hambre que tuviera). Entre 420¥ y 760¥ es el rango de precio en el que nos movíamos, y por ejemplo Jordi y yo comimos ese día por 860¥ los dos y ellos por 900¥ los dos.
¡Barato y rico rico ! ^_^  Para colmo el primer día nos dieron unos pequeños vales de descuento para las siguiente visitas. jaja ¡Más ahorro todavía!

Ueno Ueno
























Bien, ya solo nos quedaba pasar la tarde en Akihabara, el barrio de la electrónica, videojuegos, maidos... Pasábamos de lo tradicional a la locura de luces y sonidos.
Decidimos acercarnos dando un paseo desde Ueno y lo primero que visitamos juntos fue un Mister Potato (tienda de videojuegos retro), después, al llegar al Animate nos dividimos. Era hora de la primera sorpresa del viaje para mi hermana, y no sería la última.

Akihabara

Los chicos seguirían dando vueltas por la zona, viendo tiendas y nosotras dos nos íbamos al Card Captor Sakura Café, serie de la que mi hermana es muy fan.

Akihabara

Este tipo de cafeterías son temporales y suele ser necesario reservar, incluso entrar en sorteo (ver la explicación en el post de preparación).
Al llegar comprobaron la reserva, nos sentaron en una mesa cuyos manteles eran imágenes de la serie, nos explicaron las normas que tenían también escritas en inglés (tiempo que teníamos para estar allí, mínimo de consumiciones a pedir, fotos ok pero no vídeos...) y nos trajeron el menú.
Bien, el menú estaba solo en japonés, pero entre mi poco japonés, su poco inglés y el traductor logramos entenderlo bastante y nos arriesgamos otro poco. jajaja
Después nos levantamos a dar una vuelta por la sala para hacer fotos a la decoración y cotillear la mini tienda.

Akihabara Akihabara
























Ahí nos dimos cuenta de dos cosas. La primera es que el resto de asistentes, todas chicas, iban hiper arregladas y nosotras con pintas de viajeras de trote. jajaja Y la segunda que les encanta gastar dinero en coleccionables sorpresa: chapas, pins, llaveros... Todo con personajes de la serie pero sin poder escoger, ¡al azar! Nosotras compramos un par como recuerdo, ya que estábamos, pero ellas entre 5 y 10 cada una e iban abriendo y abriendo, emocionándose cuando tocaba el personaje deseado.
La faceta consumista japonesa.

Cuando llegaron nuestras coloridas bebidas (Una de arándanos y otra de casis, MUY dulces) y el postre, que estaba muy bueno, nos entregaron también unos posavasos de regalo, también a escoger al azar.
La presentación era, sencillamente, exquisita.

Akihabara Akihabara
























Pasado el tiempo estipulado, y tras pasar un agradable rato entre hermanas, pagamos y fuimos a buscar a los chicos.
Las dos consumiciones, el postre y los dos llaveros costaron 3000¥. No es nada barato, pero al final pagas la ambientación y los detalles que le ponen a lo que tomas. Pagas la experiencia vamos. Y mi hermana quedó muy contenta, que era de lo que se trataba. ^_^

Al salir ya había anochecido, así que dimos una vuelta más por la zona, visitando alguna tienda más de videojuegos, los recreativos Sega, el Yodobashi camera con sus maquetas y figuras...

Akihabara

Y como no, alguna foto nocturna al cruce lleno de pantallas.

Akihabara

Para cenar volvía a apetecer ramen, así que volvimos a Ueno para llevarles al Ichiran, una cadena de tonkotsu ramen, nuestro favorito (el caldo es a base de huesos de cerdo) y que es muy peculiar porque comes sin ver al camarero y de forma individual en la barra (aunque si vas en pareja puedes quitar la división lateral y comer juntos). En el post de comida hablamos más sobre sus curiosidades y sobre como pedir el ramen personalizado.
Tuvimos que hacer cola y esperar un rato, además de separarnos dos y dos, porque para cuatro no había sitio, pero fue todo un éxito que repetiríamos sin duda.
En cuanto al precio, bol de ramen más el huevo, 1020¥ por persona.

Ueno

Tras una buena cena, tocaba retirarse al hotel a descansar. Era el primer día y ya nos habíamos pegado una buena caminata.
Pero antes de dormir tocaba hacer la mochila para las siguientes noches y bajar a recepción para enviar las maletas al hotel de Takayama, donde llegaríamos tres días después.
Yo llevaba toda la información del hotel, así que nos ayudaron a rellenar los papeles, nos midieron el equipaje, pagamos (1814¥ por maleta grande) y listo. Ya no teníamos que preocuparnos por nada más.

Nos íbamos a dormir con un buen sabor de boca, Tokyo no había decepcionado.
Al día siguiente empezábamos a mostrarles otro Japón, la parte rural...


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...