Sin duda, éste fue el día que más madrugamos. A las 5:30h estábamos en pie para intentar ver sin mucha gente uno de los Must que tiene Kyoto: el Kiyomizudera, templo del agua pura. (Abre a las 6h)
Aunque lo habíamos visto de noche (un evento que hacen tres veces al año) en el primer viaje, esta vez queríamos disfrutarlo a la luz del día, poder observar sus detalles... y el madrugón bien mereció la pena.
Además, con tantas horas por delante, el día acabó cundiendo mucho.