8 de abril de 2024

Kurokawa Onsen y rumbo a Beppu

Si tengo un ritual en Japón, es el levantarme pronto en los ryokan para ir a los baños termales antes del desayuno. 

Kurokawa onsen
Y la estancia en Kurokawa onsen no iba a ser una excepción. ^_^
La sorpresa fue que también Jordi se sumó a baño termal matutino. ¡A pesar que la temperatura exterior era de 0 ºC a las 7 de la mañana!
El truco está en pasar antes por el onsen interior (previa ducha), para entrar en calor y ya de ahí atreverse a salir a fuera. jeje. 

Tras el bañito relajante, nos fuimos a desayunar con nuestros yukatas puestos. Tocaba desayuno tradicional, otra experiencia gastronómica, que sin embargo a Jordi no termina de convencerle (suele desayunar poco y desde luego no cosas tipo pescado o sopa. jeje).
Tuvimos la oportunidad de probar el natto (la soja fermentada) con tartar de caballo, y la verdad es que no estaba malo. A mí me encantó ir probando todo y la leche de la zona está espectacularmente buena.
 
Kurokawa onsen
A la hora del check out, dejamos las mochilas en recepción y preguntamos por nuestros planes, ya que el bus hacia Beppu salía a las 15h. 
Podríamos haber cogido otro bus a las 10h y hacer parada en Yufuin (la otra aldea termal más turística) y después llegar a Beppu en tren, pero no queríamos correr. Preferimos tomarnos esta estancia con calma. 

Yo tenía dos opciones pensadas: 

1- Comprar la tegata e ir a otros dos onsen + un refrigerio (tenía fichados el del Fumoto y el del Shinmei-kan).
2- Una excursión al mirador Hiranodai.

Jordi decidió que tenía suficiente experiencia termal para un día, así que optamos por la caminata. La señora del ryokan fue muy amable de marcarnos el recorrido en el mapa y comentarnos los diferentes caminos para volver. 
Además, al ver que llevaba una bolsa de plástico para el agua, la crema solar (ojo que aunque hacía fresco, la excursión apenas tiene sombra y te puedes quemar)... nos entregó una bolsita muy cuqui (y cómoda) para que usáramos en la excursión. Todo un detallazo. ^_^

Kurokawa onsen
Según la información que encontré, se tardaba unos 90 minutos entre subir y bajar del mirador. Finalmente nosotros estuvimos unas 2 horas. Fuimos con calma (aunque Jordi se sintió algo mejor esos días, seguía con dolor en las costillas al toser) y además decidimos volver por el Seiryu no mori, dando un poco más de vuelta. 

La primera parte de la caminata fue por una zona verde de bosque y campos colindantes a la aldea. 

Kurokawa onsen

Pero después fue por carretera amplia, rodeados de paraje abierto y, por desgracia en esta época, totalmente pelado y quemado. Esto ya lo sabíamos, yo lo había leído de antemano y en el bus nos los explicaron. Esa es la época en que, para limpiar los bosques, hacen quemas controladas. Así que no es la más bonita en cuanto paisajes (en otras épocas está todo verde). 

Kurokawa onsen

El mirador se encuentra en lo que se conoce como "la colina de los enamorados" y se dice que las parejas que toquen la campana juntos podrán jurar amor eterno. 
Pues oye que no sea dicho. Eso sí, la campana resuena de lo lindo por el valle. 

Kurokawa onsen

Localizamos en un lateral la señal que marcaba el camino hacia el Seiryu no mori y emprendimos el descenso. 

Esta zona resultó ser muy bonita, con un pequeño río. 

Kurokawa onsen
Kurokawa onsen

Y zonas boscosas. 

Kurokawa onsen
Kurokawa onsen

Al rato llegamos a un pequeño lugar llamado "Suzume no jigoku" (infierno de los gorriones), que es un lugar por donde se filtran gases volcánicos y se acumula el azufre. 

Kurokawa onsen

El último tramo es carretera, pero boscosa, y te vas encontrando con los alojamientos más apartados de la zona. 

Kurokawa onsen
Kurokawa onsen

De vuelta en la aldea decidimos picotear cosillas. Uno de mis objetivos fue la tienda Dora Dora, especializada en Dorayakis.

Kurokawa onsen

Compramos unos dorayakis (de matcha y café con leche) rellenos de mochi, un pastelito de boniato y lo acompañamos con la leche y zumo de otra tiendecita (todo producto local). Los pastelitos nos costaron 740¥ todo y las bebidas 550¥.

Kurokawa onsenKurokawa onsen

En un pequeño local, me compré un yomogi dango con kinako (el yomogi es una planta que llamamos artemisa y el kinako es harina de soja) por 150¥.

Kurokawa onsen

Y Jordi disfrutó de un producto famoso en el pueblo: el choux creme de la Patisserie Roku (no es raro que haya cola) 300¥.

Kurokawa onsen

Y para finalizar, yo le había echado el ojo a un local de té con unos dulces tradicionales que lucían impresionantes: Shirotamako japanese sweets and tea shop.
 
Kurokawa onsen
Jordi no disfruta nada de este tipo de sets dulces, así que, se fue a por un helado de miel (350¥) y se lo comió al solecito mientras yo disfrutaba de mi té matcha con sopa zenzai (de judia roja dulce) en un ambiente relajado (950¥).

Kurokawa onsen
Kurokawa onsen
Anécdota: Recuerdo, con mucho cariño, el momento en que probé la sopa zenzai. Estaba MUY buena y se me reflejó la emoción en la cara. Tanto que, al levantar los ojos, vi como la dependienta me miraba sonriente (supongo que contenta de que me gustara tanto). Nos miramos, sonriendo, hicimos ambas una leve reverencia de entendimiento y seguí disfrutando del plato. 

Ya se iba acabando nuestro tiempo en Kurokawa, pero tuvimos un ratito para pasar por un onsen de pies a relajarnos. 
Pertenece a uno de los hoteles y hay un cartel que ponía que entraras a pagar la tasa de uso (100¥). Y como siempre: llevad toallita a mano. jeje.

Kurokawa onsen
Ahora sí, fuimos a buscar el equipaje y nos despedimos del ryokan y su amable personal. Nos acercaron a la parada del bus con tiempo suficiente y tomamos rumbo a Beppu con la sensación de que Kurokawa se había catapultado a uno de nuestros lugares TOP de Japón. 

Dos horas y media después, llegamos a la ciudad de Beppu. El autocar paraba cerca de nuestro hotel, en la zona de la estación JR, así que no tuvimos que caminar mucho. 
Tras hacer el check in, nos fuimos a pasear por la zona que resultó ser el barrio rojo. Todo eran callecitas estrechas, con locales pequeños (algunos de dudosa reputación), restaurantes (muchos de ellos cerrados) y todo con un aire bastante decadente. 

Beppu
Beppu
Aún así, no sentimos inseguridad. De hecho, justo allí está uno de los onsens más famosos de la zona: Takegawara onsen, la casa de baños más antigua de la zona.

Se veía a personas en yukata (que venían de los alojamientos colindantes) ir hacia él. Y, aunque es barato (300¥), a nosotros las fotos de los baños interiores no nos llamaban. Digamos que eran un tanto acorde con el barrio en el que se encuentra. 

Beppu

Seguimos paseando, barajando los pocos locales de comida que veíamos abiertos (y que no fueran muy caros). 
Tras ser rechazados en uno de los yakiniku (restaurantes donde te haces tu la carne, y de los que hay muchos en la zona), optamos por probar suerte en otro de enfrente y pudimos cenar un set de carne y verduras, más una sopa enorme (que Jordi pidió sin valorar el tamaño jaja) por 3920¥.

BeppuBeppu

Después paseamos cerca de la torre de Beppu, iluminada. Y regresando al alojamiento fichamos un pequeño chiringuito de takoyakis como candidato para cenar al día siguiente.

Beppu
 
Además nos pasamos por un conbini a por los postres. A mí me flipa el pudding de leche de Jersey (161¥)


Y hasta aquí nos dió el día. El siguiente lo dedicaríamos con calma a Beppu y sus infiernos. 



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