22 de julio de 2019

Safari Tanzania: Parque Nacional Serengeti

Si hay un lugar de África famoso por su fauna es, sin duda, el Serengeti. 
Las imágenes de miles de ñus y cebras cruzando la sabana y ríos durante la migración es, quizás, una de las imágenes del continente africano que más nos ha llegado a través de los documentales. 

Y sus amaneceres, con las acacias a contraluz, en medio de la sabana... Un motivo más para no faltar a la cita con este maravilloso parque cuando se va de safari a Tanzania.

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Como comentamos en el post de preparación, decidimos ajustar el itinerario por recomendación de Udare y en vez de dormir en la zona de Ngorongoro, tras realizar el safari, tomamos rumbo a Serengeti donde haríamos dos noches. Ese cambio nos daría un par de horas de esa tarde, todo el día siguiente y la mañana posterior para intentar avistar animales en la zona.

Y la verdad es que mereció la pena. Con sus mas de 14.000 km cuadrados, Serengeti alberga una gran densidad de depredadores, pero como decía nuestro guía masai: "Es cuestión de paciencia y salir a buscarlos". Así que, cuanto más tiempo se disponga, mejor. A veces podía pasar una hora sin ver más que algunas gacelas, y de repente... ¡Sorpresa! 
En Serengeti nunca se sabe. Además, es una extensión enorme a cubrir y, aunque es conocida por su sabana (su nombre masai significa "llanura sin fin"), a medida que nos moveremos por el parque descubriremos diferentes paisajes con diferente concentración de fauna. 
Aquí la radio y un conductor que entienda las indicaciones que se dan por ella son básicos. Además de las ganas que le ponga, porque muchas veces estás en una dirección y las indicaciones te llevan a la otra punta. Obviamente tu no las entiendes, y por tanto, si te lo pierdes ni te enteras, pero en nuestro caso no fueran pocas las veces que Bruno y Lázaro nos dijeron: ¡Nos vamos! Y sabíamos que íbamos en busca de algo ¡TOP! No dudaron en cruzarse el parque de lado a lado, dar media vuelta donde fuera, hacer los kilómetros que hicieran falta... de eso sí que nos dimos cuenta y se lo agradecemos mil, porque vimos cosas sencillamente alucinantes. 

La entrada al parque la marca un sencillo cartel en mitad de la nada. 

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Después, llanura y más llanura (ya sabéis... ¡"sin fin"!) hasta que llegamos al punto de control, donde de nuevo los guías tramitan los papeles de entrada, pagan las tasas... y nosotros aprovechamos para subir a una pequeña colina, por recomendación de Lázaro, desde la cual tienes vistas a esa infinidad que sobrecoge...

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Entre las rocas de esta colina pudimos observar unos ejemplares de agama, un lagarto cuyo macho muestra un colorido rosa y azul precioso. 
Jordi les hizo un book entero, porque además, si te acercas con cuidado, ellos no se escapan, se quedan tomando el sol.

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Después tocaba tomar rumbo al alojamiento. Tras el safari por Ngorongoro y el tiempo invertido en llegar a Serengeti, Bruno ya llevaba muchas horas al volante. Aún así, no dudó en dar un pequeño rodeo, para invertir un rato en la búsqueda de algunos animales. Y de hecho, fue gracias a su vista de lince que pudimos disfrutar de una visión increíble: ¡Un león macho a la sombra de un árbol!

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El mismísimo Rey de la sabana ahí al lado, descansando .Y que pelazo tenía. Estábamos fascinados. 

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Después empezamos a divisar una zona con pequeños montículos de rocas con árboles, donde Lázaro nos explicó que solían servir como refugio para grupos de leonas con sus camadas. Y así fue, tras dar unas vueltas, encontramos un grupo de leonas con unos pequeños cachorros resguardados a la sombra. Una imagen muy bonita para redondear el día, aunque estaban bastante escondidos.

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Leoncito panza p'arriba

Antes de llegar al campamento, entre los diferentes grupos de herbívoros que nos cruzamos y que ya conocíamos (gacelas e impalas), apareció uno nuevo: ¡Los topis! Un tipo de antílope.

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A mí, personalmente, este animal me causaba un poco de mal rollo. Y es que su cara me recordaba a algunas de las imágenes con la que se representa a la "bestia", con forma de cabra... No se, mi mente hizo esa asociación rara. jeje 
Estos animales, de lejos se nos parecerían mucho a otro antílope llamado alce o búbalo de coke, que nos encontraríamos al día siguiente. Pero aprendimos a diferenciarlos porque el topi tiene el cuarto trasero negro. 

Nuestra entrada en Serengeti no podría haber ido mejor, pero tocaba descansar y relajarse viendo el Hiena Channel desde las tiendas del campamento (ver post de alojamiento).

Tras una noche escuchando a diferentes aves y hienas, el amanecer en medio de la sabana nos anunciaba un nuevo día de safari lleno de sorpresas.

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Tras una hora de camino, viendo varios tipos de gacelas y antílopes, nos topamos con un grupo de leonas y algunos cachorros creciditos entre los matorrales, al lado del camino. 

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Y más adelante, ¡de nuevo un macho! Que además decidió ponerse a caminar a nuestro lado tranquilamente (podría haberse adentrado por la sabana y alejado del camino).

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La visión de un león adulto es siempre sobrecogedora. 

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Y si encima te regala un momento pantene... jeje.

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La cuestión es que se dirigía a una laguna cercana a beber, de donde salió corriendo un pobre chacal, nada más oler al gran felino. 

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Después nos acercamos a un montículo donde había una familia entera de leonas con sus cachorros.

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Habían dado el aviso por radio y había varios coches en la zona. Pero la mayoría llegaban, hacían cuatro fotos y se iban. Nosotros decidimos quedarnos con calma, disfrutando del momento, hablando con Lázaro sobre los leones, sus costumbres, fijándonos en detalles... Creo que pasamos como media hora allí. 

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Hasta que volvimos a escuchar a Bruno hablando por la radio insistentemente y Lázaro soltó un: ¡Chicos nos vamos! Sin dudarlo, volvimos a sentarnos y en marcha. 
Tardamos bastante en llegar al lugar (y no entendemos como se aclaran con las indicaciones, la verdad) y nos decían que al estar tan lejos no sabían si el animal seguiría allí. Pues bien, sí lo estaba. Y no era uno... ¡sino dos guepardos!

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¡Yo aluciné! ¡Mi animal favorito de nuevo! No me lo podía creer.

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Eran dos hermanos machos que estaban descansando tranquilamente a la sombra de un árbol. 

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En el momento de llegar éramos solo un par de coches (ole por nuestros guías, su rápida reacción y el no importarles la distancia sabiendo la ilusión que nos haría), así que disfrutamos mucho del rato relajado haciendo fotos y vídeos. 
No es que se movieran mucho, estaban descansando y acicalándose, pero yo estaba hipnotizada. ^_^

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Al poco de llegar, Lázaro hizo una llamada por teléfono (no por radio) y acabó apareciendo otro coche con una pareja de españoles y un guía amigo de los nuestros, al que avisaron para confirmarle que merecía la pena acercarse. Todavía no lo sabíamos, pero esa llamada acabaría teniendo una bonita recompensa al final del día. ^_^
Ellos también pudieron disfrutar de un rato sin mucho jaleo alrededor. Pero después ya sí empezaron a llegar más coches y, como el camino era estrecho, decidimos irnos (satisfechos con el tiempo disfrutado al lado de los guepardos) y dejar hueco para otros.

Decidimos que ya era hora de comer algo. El área de picnic estaba más hacia el norte, en un terreno más irregular y con más árboles y donde contemplamos más herbívoros grandes como algunos elefantes y las preciosas jirafas masai.

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O las grandes manadas de ñus y cebras que empezaban a juntarse para iniciar la migración.

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Pero la estrella del mediodía fue un pequeño y simpático animal llamado damán. Se encontraban a decenas en la zona de picnic y era muy gracioso ver como se subían a los bajos de los coches, o se resguardaban a su sombra. Además de acercarse sin ningún miedo a las personas.

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Lo curioso de estos animales es que, aunque se parezcan a un conejillo de indias, en realidad es un ungulado primitivo y se dice que sus parientes próximos son los elefantes. ¡Sí, nosotros también nos quedamos en shock! jeje
Aparte de los damanes, también rondaban algunas mangostas pequeñas, pero eran mas asustadizas.

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Después de comer nos acercamos a una zona donde nos indicaron que, a lo lejos, había un leopardo en el árbol. Alucinamos con la vista de los guías. ¡Pero ahí estaba! Lástima que fuera tan lejos... La foto es con el tele a 400. Aún así, ¡lo habíamos visto! ¡Teníamos los Big Five! Un rato más tarde alucinaríamos todavía más.

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En las ramas de la derecha, está estirado y le cuelgan la cola y las patas traseras


Seguimos dando algunas vueltas por el parque y nos acercamos a una charca llena de hipopótamos. Un animal que acabó gustando mucho a Jordi en directo.

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Y justo cuando llevábamos un rato, tranquilos con los hipos: Lázaro recibe una llamada por teléfono y con tono de urgencia dice "¡Tenemos que irnos!"
Sonaba a algo gordo así que saltamos a los asientos sin pensar y Bruno se puso en marcha, siguiendo las indicaciones que llegaban por teléfono.
No nos querían decir que era, pero sospechábamos que tenía que ser algo importante. ¿Otro leopardo? Porque nos cruzamos con otro león macho, precioso, y apenas nos detuvimos unos segundos para la foto, el destino era más importante.

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Fuimos hacia el norte, a la zona boscosa, y llegando identificamos el coche de la otra pareja de españoles que nos señalaban hacia un árbol. Y ahí estaba: ¡Un leopardo! Y esta vez mucho más cerca.
Por desgracia, nuestra llegada lo hizo bajar del árbol y adentrarse en la maleza, solo lo habíamos visto de refilón.
Nuestros guías se fijaron que tenía la presa encima de las ramas, así que decidimos quedarnos a esperar. Les dimos las gracias a la otra pareja y al guía por avisarnos, ellos ya se retiraban, y retrocedimos un poco con el coche para ver si el gran felino decidía volver.
Nos quedamos casi 20 minutos a distancia, y al volver a acercarnos lentamente: ¡Premio!

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Esta vez pudimos verlo y sacarle mejores fotos antes de que decidiera bajar de nuevo. ¡Sencillamente impresionante! Es impactante verlo de cerca y que te mire.

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Fue, sin duda, el momentazo del Serengeti y un broche de oro para un largo día de safari.
Como no queríamos molestarle más, decidimos irnos para que pudiera comer tranquilo, y empezamos a retirarnos hacia el campamento, del que hacía ya casi 9 horas que habíamos salido.

Al día siguiente hicimos la mañana de safari por el parque, antes de dirigirnos a Karatu, donde pasaríamos la noche.
Empezamos por la zona norte con sus paisajes arbolados, los elefantes, las jirafas...

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Y una escena que nos dejó pasmados y logró entretenernos un rato largo: miles de ñus y cebras corriendo en filas cual migración.

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En teoría debería haber agua en esta época, permitiendo que los grandes grupos se junten tranquilamente, para en Junio emigrar a Kenia. Sin embargo, la sequía hizo que las grandes manadas empezaran a moverse de un lado para otro del parque, buscando la poca agua que quedaba.
Una migración interna vamos, y que, si no llovía en breve, acabaría causando que los animales marcharan antes hacia Kenia. ¿Quien dijo cambio climático?

En las imágenes cuesta de apreciar, pero en el horizonte no dejaban de verse filas y filas de puntos negros corriendo, levantando polvo. Realmente sobrecogedor. No esperábamos ver algo así en estas épocas. Lástima que en foto no se aprecia y que el vídeo apenas tiene zoom como para ver lo que se vislumbraba en el horizonte.


Tras un buen rato, decidimos seguir rumbo sur, y tras cruzarnos con un simpático facoquero refrescándose...

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Nos topamos con un grupo de leonas y león macho bajo la sombra de un árbol. Era la primera vez que los veíamos juntos y, cuando algo en el comportamiento de una hembra llamó la atención de nuestros guías, no dudamos en detenernos a esperar.
El resto de coches que pasaron no les dedicaron más que un par de fotos, fuimos los únicos con paciencia para lo que estaba por llegar.

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Y es que una de las hembras se levantó varias veces para provocar al macho y que este reaccionara intentando la cópula. Según nos contaron, forma parte del ritual antes de que ambos se retiren varios días a copular juntos.

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¡Esto ya empezaba a parecerse al National Geographic! Además que a estos felinos no les importa mucho que estés cerca, el árbol estaba justo al lado del camino pero no se inmutaron por la presencia de los autos que iban y venían.


No era el macho más bonito que vimos, su cara estaba llena de cicatrices que se la desfiguraban, pero su melena negra y el grupo de leonas que tenía (algunas de ellas ya preñadas) nos daba a entender que, sin duda, era todo un buen veterano.

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Además, justo al lado habían dejado los restos de una presa y no paraban de llegar diferentes especies de buitres y aves carroñeras. Otro espectáculo que captó nuestra atención.

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Ahora sí, tocaba poner rumbo sur hacia la salida del parque, donde pararíamos a comer. De nuevo paisajes de sabana infinita, grupos de gacelas... pero Serengeti no quiso que nos fuéramos sin darnos un par de sorpresas más.

Un último león macho, este bastante joven a juzgar por su melena rubia, descansando a la sombra de un árbol.

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Y mi animal favorito: una hembra de guepardo preñada. *_*

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Y así acababan nuestros días por el Serengeti, cuya fama está más que justificada.
En él no solo tuvimos grandes encuentros con animales fascinantes, además pudimos contemplar situaciones dignas de documentales.
Haber alargado el tiempo de estancia en el parque y así poder tomarnos las horas con calma bien valió la pena.

Además, sigo pensando que ver anochecer y salir el sol en la sabana es de película.

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Ese día llegamos a Karatu para descansar por la tarde y relajarnos antes de afrontar nuestro último día de safari, en el que sería el parque más pequeño del viaje: Manyara.

2 comentarios:

  1. Precioso relato Vero y las fotos son espectaculares.
    A mi el Serengueti me encantó. Creo que el que más.

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    1. A nosotros nos encantó también. Vimos tantos animales y tantas situaciones diferentes y especiales...
      un saludo ^_^

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