6 de agosto de 2018

Jigokudani Monkey Park y Nagano

Este día visitaríamos a unos particulares habitantes de la zona: los macacos japoneses, famosos por sus baños en los onsens. 
¿Conseguiríamos ver muchos? ¿Se estarían bañando? No había nieve así que no sabíamos que nos encontraríamos al llegar al parque.

Yudanaka

Pero primero tocaba dar una pequeña vuelta por la aldea y localizar alguna máquina de bebidas para el desayuno (tarea nada difícil en Japón, estés donde estés).
De paso, vimos que en las tiendecitas vendían unos manjus (pastelitos) típicos de la zona, cocidos con el vapor del agua termal, y mi hermana y yo decidimos probarlos. 
Compramos un onsen manju (65¥) y un saru manju (85¥), saru significa mono. Los dos estaban rellenos de anko (pasta de judía roja dulce) pero la textura y sabor de la pasta eran diferentes. A las dos nos gustó más el onsen manju, pero ambos estaban buenos. ^_^

Yudanaka

Aprovechamos para preguntar a la señora mayor de la tienda si los monos se acercaban al pueblo. ¡Y medio en japonés, medio con gestos e interpretación nos explicó que sí! Y que a veces tenían que cerrar las tiendas y asegurarlas bien porque las forzaban o se colaban por ventanas para llevarse los dulces. No sabemos si es verdad o no esa historia, pero nos reímos mucho por como nos lo contó. Sigo pensando que las abuelitas del mundo rural japonés son lo más.

A las 9h habíamos quedado con los del ryokan para que nos acercaran al parque. Para las mochilas nos dieron tres opciones: 
1- Se las quedaban en el ryokan pero teníamos que volver en bus o a pie (unos 45-50 minutos).
2- Nos las dejaban en un bar enfrente de la estación de Yudanaka, a donde llegaríamos en bus. 
3- Dejarlas en la oficina del bus que va a Nagano (por un sobrecoste de 300¥ creo) si es que íbamos a ir en bus a la ciudad. 

Como para llegar a Nagano preferíamos el tren (luego comprobamos que los buses a Nagano tenían mucha cola y había quien se tenía que esperar al siguiente), optamos por la opción 2 y nos mostró incluso una foto de la fachada del bar donde nos esperarían las mochilas. 

Al llevarnos en coche nos dejaron justo en la entrada del sendero que da al parque, donde hay una tienda de souvenirs. Si se va en bus hay que caminar un poco más, pero tampoco mucho, unos 10 minutos. 

Yudanaka

Los carteles ya te advierten que nada de comer ni llevar basura (que huele) a partir de ese punto. Así que nos paramos a comer los onigiris, nos deshicimos de los envoltorios en la tiendecita y ¡rumbo a los macacos!

Como no había nieve ni barro el sendero se hizo muy fácil y ameno. No tardamos más de 25 minutos en llegar y eso que fuimos disfrutando del paisaje. 
Para cuando nieva o hay mucho barro en la tienda alquilan calzado especial. 

Yudanaka

Al llegar al Korakukan, un ryokan tradicional que se encuentra a nada y menos del parque, nos sorprendió ver una manada enorme de monos bajando hacia la zona... ¡Había montones!

Yudanaka
Yudanaka

Nos paramos a hacerles muchas fotos, sorprendidos y porque no sabes lo que te encontrarás luego arriba ¿Quedarían monos o estaban bajando todos? Las crías son una monada. jeje
¡Por cierto!, algunas veces a los macacos les da por acompañar a los clientes del ryokan en el onsen exterior, por eso les hicieron sus charcas de onsen arriba, para que no bajaran tanto al del ryokan. ¿Os imagináis estar dentro del agua y que se os plante al lado un macaco? 

Proseguimos hacia la entrada al parque, donde te recuerdan de nuevo las normas de la comida y te advierten que no los toques ni los persigas, mantener la distancia (aunque esto ya depende del macaco y la mayoría pasan mucho de ti y hasta te rozan sin darte cuenta) y, por supuesto, nada de darles de comer. Hay que recordar que son animales salvajes, que están libres en su hábitat y, por tanto, son impredecibles. 
Además, hay vigilantes atentos a que nadie incumpla las normas y velando por el bienestar de los animales.
En las oficinas de entrada hay baños, lockers para dejar bolsas y las taquillas donde pagar la entrada (800¥). 

Una vez pasada la entrada nos quedamos alucinados: ¡Había muchísimos macacos! Madre mía... con toda la manada que había bajado no pensamos que quedaran tantos. 

Nos dirigimos al onsen principal (están construyendo algunos más) y ya nos empezamos a hacer a la idea de que iba a ser raro verlos dentro. ¡Si es que pegaba un calor, como para meterse!
Vimos a alguno que estaba mojado y saludando a los fans mientras se secaba: 

Yudanaka

Así que esperamos cerca de la charca para ver si había suerte. La mayoría de gente se sentaba en uno de los bordes y la verdad es que a los macacos les daba igual si estabas allí o no...
Algunos se acercaban a beber. ¿En serio? ¿Agua caliente? Pero la mayoría se mantenían lejos de las aguas termales. 

Yudanaka

Al final pudimos pillar a un par de jovenzuelos darse un chapuzón rápido: entrar, cuatro brazadas y salir. 

Yudanaka
Yudanaka

En vista que no era el día de los baños, seguimos recorriendo el resto de la zona, observando como se desparasitaban (¡Alguno estaba en la gloria!), como dormían, jugaban...

Yudanaka

Y más de una vez nos sorprendimos de lo que se acercaban. Estos me pasaron rozando el pantalón y fue como me enteré de su presencia, porque yo estaba atenta a otros...

Yudanaka

Y este otro ejemplar se le acabó acercando a Jordi.

Yudanaka

Lo dicho, que campan a sus anchas y no te hacen ni caso. Nos fascinó poderlos contemplar tan de cerca y me siguen pareciendo los macacos más bonitos que hay. Tienen tanto pelo que su aspecto mullidito es muy kawaii. jeje 

Llegamos sobre las 9:30h y a las 11h empezó a llenarse de gente, nuevamente el dormir al lado nos había beneficiado a la hora de hacer fotos sin tanta gente. 
Resignados a que el calor no favorecería que los monos se diesen un baño en el onsen, nos fuimos a cotillear los souvenirs y la sala que tienen con información (todo eso después de llevarnos cientos de fotos de monos en las cámaras). Allí leímos que solo el 30% de los macacos se bañan, generalmente los jóvenes, y que no suelen hacerlo en horas de calor. Ajá... Vamos que la típica estampa del macaco dentro del agua es en invierno (y no siempre). 
Esto nos confirmó lo que ya habíamos pensado el día anterior en Shibu Onsen: ¡La mejor época para ir es cuando aún hay nieve!
Eso sí, los macacos una pasada. (Queremos recordar que en Kyoto también hay una zona con macacos, para quien no quiera/pueda invertir tiempo en venir hasta aquí, ver post).

Yudanaka

Deshicimos el camino y bajamos hasta donde nos habían indicado que estaba la parada del bus, y confirmamos que para Nagano había mucha gente esperando.
En cambio nosotros pudimos coger bien el que nos llevaría a la estación de tren de Yudanaka (cogimos el de las 12:47h y son 310¥ por persona) y, una vez allí, fuimos a recoger rápido las mochilas al restaurante que nos indicaron para tomar el tren que estaba a punto de salir (1260¥ y no entra en el JR Pass).
En esta línea de tren circulan varios modelos, y uno de ellos es tipo panorámico y muy curioso porque tiene la cabina del maquinista arriba.
Fue justo el que cogimos a la vuelta y flipamos porque el conductor no tiene escalerilla para subir ni nada... ¡A pulso! Menos mal que era joven. O.O


Al llegar a Nagano fuimos a dejar las cosas al hotel, paramos en la Oficina de Turismo de la estación (donde nos dieron mapas, panfletos e indicaciones sobre que ver en Nagano) y nos fuimos en busca de un lugar donde comer.
Acabamos en un pequeño ramen de barra, en una callecita enfrente de la estación, que estaba muy bueno (770¥ por persona).

Nagano

Como solo disponíamos de una tarde en Nagano, optamos por visitar en templo Zenkoji, puesto que para otras visitas había que tomar buses hacia las afueras.
Desde la estación son unos 30 minutos a pie, paseando tranquilamente por la calle tradicional Omotesando, llena de tiendas, restaurantes y adornada por unas lámparas tradicionales muy bonitas, que pudimos ver encendidas al regresar hacia el hotel.

Nagano
Nagano

Justo en el último tramo antes de llegar a la entrada hay varios templos a los lados y algunos de ellos son Shukubos (templos que funcionan como alojamiento).

Nagano

Después se llega a la primera puerta, Niomon o puerta de los guardianes. Y entramos al recinto donde se encuentra calle Nakamise, que es la típica callecita con tiendas de souvenirs, de dulces y alguna cafetería. Como eran ya casi las 17h la mayoría estaban cerradas, pero pudimos comernos un rico helado con mermelada de manzana de Nagano (370¥).

Nagano
Nagano

Al final de la calle se encuentra una de las estatuas que más me gustó, la de un Jizo sentado (protector de los niños, de los bomberos y los viajeros). Por lo visto, el templo se quemó en varias ocasiones y en 1722 decidieron construir esa estatua a modo de protección.

Nagano

Después atravesamos la puerta Sanmon y pudimos contemplar el pabellón principal o Hondo.

Nagano
Nagano

A esas horas ya estaban cerrando, así que nos dedicamos a explorar el recinto, lleno de detalles y recovecos, donde encontramos un curioso guía del templo.

Nagano
Nagano

Nos lo tomamos con calma y regresamos paseando tranquilamente. De bajada mi hermana se paró a comprar un meronpan en una panadería que tenía venta al exterior y estaba delicioso, además de ser barato (200¥).

Regresamos al hotel para darnos una ducha y descansar un poco y después nos fuimos a cenar a nuestro amado Sukiya, donde usamos los vales de descuento que nos habían dado en Tokyo y cenamos por 800¥ la pareja. ^_^

Al día siguiente pondríamos rumbo a Takayama y comprobaría si mi plan secreto del onsen tradicional podría salir adelante...



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