Por primera vez en nuestros viajes, el despertar era calmado y la ida al aeropuerto sin prisas.
Nuestro vuelo no salía a una hora intempestiva, así que llegamos con calma al Prat e incluso decidimos tomar algo para retrasar un poco el hambre, ya que el vuelo pillaría en plena hora de comer.
Ahí empezó a torcerse un poco la mañana.
De nuestro vuelo anterior sabíamos que habían abierto un Burguer King en la T2. ¡Por fin!, pensamos, pero la verdad es que nos clavaron a base de bien. No tienen los precios en grande y, por una bebida y dos burguers pequeñas, nos clavaron casi 11€! En fin, una y nada mas. Volveremos a nuestros bocadillos y galletitas traídos de casa.
Embarcamos puntuales, pero por culpa de tener que buscar un equipaje el avión se retrasó una hora.
Por suerte yo hice la reserva para el Bus a Roma con tiempo suficiente para ciertos imprevistos (como este). Además, si lo pierdes y tienen sitio en el siguiente bus te recolocan... pero vamos, que ya íbamos mirando el reloj, una hora vale, pero mas... Aún me acuerdo de la familia que, estando en la cola de embarque, comentaban que no podían perder tiempo en el enlace a Roma porque tenían no se que tren a otra parte. En fin, nunca vayáis con el tiempo tan justo.



