Nuestro avión salía muy pronto, entre el madrugón y que Jordi había pasado mala noche no dormimos muy bien.
La sombra de un recuerdo se cernía sobre nosotros: ¡La fiebre que pasó en nuestro viaje a Japón!
Por suerte, los síntomas que mostraba me eran familiares (la gastritis y yo ya nos tuteamos) y si no cambiaban o empeoraban, sabía que el Almax lo frenaría rápido.
Así que de esta guisa nos fuimos al aeropuerto, Jordi hecho polvo y yo rezando al
MEV para que fuera de tipo nervioso y no hubiera alguna infección de base...
Tras despedirnos del taxista, que había dormido en casa (¡¡mil gracias suegro!! ^_^), nos fuimos a facturar a los mostradores de KLM, esta vez sin problemas ni sistemas de AENA caídos. Pasamos los controles y a descansar un poco antes del embarque.
En el vuelo hasta Amsterdam nos dieron un pequeño desayuno y Jordi consiguió comer algo, eso y dormir un poco, pero es que los vuelos de primera hora siempre son igual, un avión lleno de gente durmiendo... Creo que a las azafatas ha de gustarles ese horario. xD
Una vez en Amsterdam, pasamos los controles de pasaportes. Los que tienen chip pasan por un scan rápido y hay menos cola.
Nos extrañó que no hubiera control de maletas, pero luego vimos que en ese aeropuerto lo pasas en cada puerta de embarque.
Dimos unas cuantas vueltas entre tiendas de chocolates y tulipanes, todo muy caro por cierto, y nos sentamos a esperar que abrieran el control de nuestra puerta. Las instalaciones son estupendas, tienen sofás cómodos y enchufes por todas partes. Además tienes 1h de WIFI gratis.