Era nuestro último día entero en Japón pero, tras la mala noche que pasó
Jordi, decidimos no madrugar en exceso.
Aparte del dolor en las costillas, volvía a toser más. Entonces no lo
supimos, pero de vuelta a Barcelona, el médico volvió a darle tratamiento para
la bronquitis porque no la había curado del todo.
Así que, con calma, nos fuimos al parque Ueno a desayunar
tranquilamente.
Quería llevar a Jordi a la zona de Nezu, que yo había visitado en 2019 y
optamos por ir paseando, a través del parque y después por las calles
residenciales de la zona.
Pasamos por la Facultad de Agricultura de la Universidad de Tokyo para
mostrarle a Jordi la estatua de Hachiko junto con el profesor Ueno. Y es
que en esta facultad es donde él impartía clases. Para mí, es la estatua más
bonita que tiene. ^_^ (ver ubicación exacta)
Después nos fuimos paseando hasta el Santuario Nezu. Lo había visitado en mi viaje anterior y su recinto me encantó, pasando a ser uno de mis favoritos en Tokyo.
El recinto es precioso y el estilo del santuario se asemeja al de Nikko, con
molduras doradas bastante más recargadas de lo normal. Además, hay una zona
dedicada a Inari donde, nuevamente, se puede caminar por un sendero llenos de
toriis. Y ya sabéis como me gusta. ^_^
Justo esos días, empezaba el festival de las azaleas. Para pasear por el medio
del jardín, hay que pagar 300¥, pero desde fuera pudimos contemplar bastantes
de ellas. Si se es fan de las flores y jardines, ésta es una bonita época para
visitarlo (abril).
Muy cerca del santuario nos compramos un taiyaki relleno de anko, en una
tienda famosa de la zona (210¥) (ubicación). Y nos fuimos paseando por las calles
comerciales de Yanaka Ginza.
Acabado el paseo y el taiyaki, Jordi decidió que quería darse el gustazo de
comprar unas Masterpiece de Transformers (como auto-recompensa por los días
que no pudo disfrutar). Así pues, ¡tren rumbo a Nakano Broadway! Ya sabéis, a
estas alturas de nuestros diarios, que es nuestro lugar favorito para buscar
figuras entre Mandarakes y otras tiendas.
Allí se compró un par, y otras para mí, mi cuñado (regalo de cumple)... Empezaba a temer que necesitaríamos maleta nueva, pero bueno, parecía que nos
podíamos salvar.
Comimos un ramen en el Ichiran de la zona, y mientras, Jordi chequeó la web de
Mandarake Japón: ¡La figura que buscaba (y cuya caja era enorme) estaba en el
de Akihabara!
Así que para allí fuimos. Y quedó sentenciado que necesitaríamos una maleta
extra xD
Compramos una en las callejuelas de Ameyoko, ordenamos las maletas y nos fuimos
a cenar pronto al Sushiro para lograr tener mesa sin esperar mucho rato. Por
cierto, en el de Ueno, mejor esperad abajo, que allí donde está la pantalla en la que indican que turno es el siguiente.
Ahora sí, última noche en Tokyo... por esa vez.
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