En Hiroshima lo que visitamos fue la zona de la bomba atómica, para ello cogimos el tranvía desde la estación. ¡Una reliquia por cierto! Eso si, inmaculado por dentro.
Lo primero que encuentras al bajar del tranvía, es la cúpula que resistió a la bomba. Luego nos explicaron que resistió algún edificio mas (Dentro de uno de ellos incluso sobrevivió un hombre que murió de anciano. Estaba en el sótano y las capas de cemento y agua del río lo aislaron del calor y la radiación). Pero la cúpula era el edificio mas cercano a la explosión que quedó en pie y se ha conservado como símbolo.
Aquí hay voluntarios que cuaderno con fotos en mano te cuentan los detalles de como fue todo.
Al lado hay un monumento a las brigadas de niños que murieron, y es que algo que no sabíamos es que en esa zona tenían a muchos niños limpiando el área para hacer cortafuegos. Cuando cayó la bomba murieron muchísimos niños allí.
El parque de la paz nos transmitió un doble sentimiento, por una parte era el primer día que veíamos cerezos plenamente en flor y por tanto resultaba un lugar precioso, pero por otra no podías dejar de pensar en lo que sucedió allí. Se hacía raro ver el contraste de la gente celebrando el Hanami en sus lonas azules, bajo esos cerezos, en ese lugar...
Además nos sorprendió el silencio que había. Roto únicamente por los tañidos de la campana de la paz que cada poco alguien hacía sonar.
Es como si nadie se atreviera a hablar demasiado alto en ese lugar.
Aquí te encuentras muchos monumentos. Uno de los mas destacados es el monumento a Sadako Sasaki, la niña que murió de leucemia mientras hacía 1000 grullas de papel para intentar curarse. Sus compañeros de clase las acabaron por ella y desde entonces la gente deja aquí sus grullas de papel.
Yo había traído conmigo dos grullas, una de ellas la hicimos cuando lo de Fukushima, y su destino era quedarse precisamente aquí.
El cenotafio donde guardan los nombres de las víctimas está alineado con el edificio de la cúpula y la llama de la paz; llama que no apagarán mientras quede una sola arma nuclear en el mundo.
Después llegó el momento mas duro, el Museo de la paz. Lo recomiendo muchísimo, porqué nosotros, al igual que ellos, pensamos que es algo que no se ha de olvidar. Pero por otro lado advierto que hay una parte del museo dura, muy dura, especialmente si como nosotros llevas la audioguía y te paras a escuchar cada testimonio. (50 yens la entrada 300 la audioguía)
La primera parte del museo es la parte mas técnica, el como se forjó el plan de la bomba atómica, las cartas escritas por los implicados, la explicación de como funciona una bomba de esas, etc...
Hay maquetas del antes y el después de la zona.
La segunda parte explica los efectos de la bomba, tanto en los edificios, como en las personas, y ésta es la parte dura. El escuchar los testimonios de padres que no encontraron a sus hijos, o los que si lo hicieron pero en que condiciones, mientras ves lo que quedó de la ropa, fotos de las quemaduras de los niños y algunas pertenencias...en fin. No voy a engañaros, se hizo duro.
La única foto que pondré es la famosa foto del reloj parado a la hora de la explosión. El resto es algo que cada cual ha de decidir si ver o no...
Estuvimos mucho tiempo dentro, y es que hay mucho por ver. Los japoneses han hecho este museo con el fin de que nadie olvide lo que pasó para que no se repita, de ahí la dureza.
Al salir se te hace aun mas raro ver tanta belleza en ese lugar.
Tras pasear un poco mas por el parque comentando todo lo que habíamos visto y aprendido, nos dirigimos de nuevo al tranvía para regresar a la estación, era tarde y pensamos que sería mas fácil encontrar algún restaurante abierto allí. Y de paso hicimos tiempo para recuperar los ánimos.
En Hiroshima un plato típico es el Okonomiyaki, es difícil de describir. Lo hacen a la plancha, en la parte de abajo ponen como una crep, a parte hacen fideos, col y brotes de soja a la plancha, luego los ponen encima le añaden algunos ingredientes, según el tipo, y la capa que cierra por arriba es huevo batido que queda como una tortilla. después le echan una salsa muy buena. (bueno, según el lugar puede cambiar los ingredientes, éste fue el que comimos)
Encontramos en el sótano de la estación un local con sus cortinillas típicas, donde los hacían. Estaba todo en japonés pero aun así nos atrevimos. Al entrar la mujer nos preguntó: ¿Okonomiyaki? Le dijimos que si señalando los que estaban haciendo con bacon y listo ^_^
Están buenos y son enormes. Acabamos a reventar (por 12 euros los dos, 1200 yens).
Esta es famosa por la torii gigante que queda en el agua cuando sube la marea. La imagen es una de las mas fotografiadas de Japón.
¡La primera sorpresa que se llevó Jordi fueron los ciervos! (En Japón están considerados mensajeros de los dioses y por tanto animal sagrado) El pensaba que estarían en el bosque, pero no... tal cual bajas del ferry:
Fuimos rápido a ver la torii y el templo Itsukushima, porqué había consultado una web donde te pone las mareas, y el único momento de nuestra estancia donde la veríamos baja era ese (y le quedaba como mucho media hora para que empezara a subir).
Después fuimos al Ryokan. Dormir en Miyajima no es barato, pero valió mucho la pena. Es un lugar muy turístico, aunque la mayoría de gente no se queda a dormir, así que luego puedes pasearte por la noche tranquilamente y madrugar para verla antes de que se llene de nuevo.
El ryokan donde dormimos, el Ryoso kawaguchi, nos encantó. Eran muy amables, la habitación enorme, con te y pastas y unos yukatas para después del baño. ¡El baño impresionante! Y aquí podías cerrarte y bañarte junto a tu pareja.
Mi idea era salir en yukata a cenar y dar una vuelta por la noche, pero hacía frío, así que el yukata se quedó en la habitación. xD No era plan de pillar un catarro.
Un detalle, en el hotel dan cenas Kaiseki, la típica cena de ryokan, que consiste en muchos platitos diferentes. Se que la gente lo recomienda mucho, y en parte me hubiera gustado probarlo, pero es cara, unos 50 euros por persona (al cambio actual), y teniendo en cuenta que dormir ahí ya era un capricho decidimos salir fuera a cenar. La experiencia de la cenita en ryokan queda para un futuro en el que esperamos mejore el cambio. ;)
Cenamos en un restaurante del paseo que da al mar, Yo un Oyakodon (bol de arroz con pollo y huevo revuelto, acompañado de sopa miso y encurtidos) y Jordi otro Okonomiyaki. (1500 yens).
Para acabar, dimos una vuelta para ver la torii y el templo iluminados y con la marea alta.
Y a dormir, que queríamos madrugar para visitar la isla sin mucha gente de por medio. ^_^
Descubriendo-Día 11. Un paseo por la histórica Hiroshima y la mística Miyajima!!!
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